El país menos conocido de América Latina: es el más pequeño de la región y el único donde no se habla español como idioma oficial
Situado en el noreste de Sudamérica, este país es el más pequeño, pero destaca por su impresionante diversidad cultural, lingüística y natural. Con el neerlandés como idioma oficial, su historia refleja una mezcla de influencias coloniales y riqueza étnica.
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En el noreste de Sudamérica se encuentra un país que, a pesar de su reducido tamaño y población, es hogar de una diversidad cultural y geográfica impresionante. Su territorio alberga desde playas caribeñas hasta selvas tropicales densas, lo que lo convierte en un destino exótico y poco conocido en América Latina.
A lo largo de su historia, ha sido un punto de encuentro para diferentes grupos étnicos y tradiciones. Su idioma oficial lo distingue del resto de los países sudamericanos, y su gastronomía, festividades y arquitectura reflejan una mezcla única de influencias. Sin embargo, su pequeño tamaño y su ubicación hacen que siga siendo un territorio poco explorado por el turismo internacional.
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¿Cuál es el país menos conocido de América Latina?
Surinam es el país pequeño de Sudamérica tanto en extensión territorial como en población. Con aproximadamente 163,821 km² y cerca de 618,000 habitantes, es un país donde la naturaleza juega un papel fundamental en su identidad. Su geografía incluye vastas selvas tropicales, montañas, ríos imponentes y una biodiversidad excepcional, con especies que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo.
Ubicado entre el océano Atlántico y los países de Guyana, Brasil y Guayana Francesa, este territorio posee un clima ecuatorial con lluvias abundantes y una vegetación exuberante. Más del 90% de su superficie está cubierta por bosques tropicales, lo que lo convierte en uno de los países con mayor porcentaje de selva virgen en el planeta.
Diversidad cultural y lingüística: un mosaico de influencias
La multiculturalidad es una de las características más llamativas de este país sudamericano. Su población es el resultado de una historia marcada por la colonización, la esclavitud y la migración, lo que ha dado lugar a una sociedad compuesta por diversos grupos étnicos, incluidos descendientes de africanos, indígenas, europeos, hindúes, javaneses y chinos.
El neerlandés es el idioma oficial, pero no es el único que se habla en este territorio. La población utiliza también el sranan tongo, una lengua criolla con influencias del inglés y el portugués, además del hindi, el javanés y varias lenguas indígenas. Este mosaico lingüístico refleja la diversidad cultural que define la identidad nacional.
En el ámbito religioso, el país es un ejemplo de tolerancia y convivencia. En sus calles se pueden encontrar iglesias cristianas, mezquitas, templos hindúes y sitios de culto indígena, lo que evidencia la coexistencia pacífica de distintas creencias.
Historia colonial y patrimonio arquitectónico
La influencia neerlandesa es notable en la historia y el desarrollo del país. Durante siglos, fue una colonia de los Países Bajos, obteniendo su independencia recién en 1975. Esta herencia colonial se refleja en su arquitectura, instituciones gubernamentales y sistema educativo.
La capital del país, una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es un claro ejemplo de la fusión entre la arquitectura europea y la tradición local. Su centro histórico está repleto de edificios coloniales bien conservados, como el Palacio Presidencial, una de las construcciones más emblemáticas que datan del siglo XVIII.

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Gastronomía y costumbres únicas
La comida típica del país es un reflejo de su diversidad étnica. Uno de los platillos más tradicionales es el pom, una receta que combina pollo con pomtajer, un tubérculo similar al ñame, acompañado de cítricos para resaltar los sabores. Este platillo es especialmente popular en reuniones familiares y festividades.
Además, en la gastronomía local destacan platos con influencias hindúes, africanas y javanesas, utilizando ingredientes autóctonos y especias exóticas. La comida callejera es una parte esencial de la experiencia cultural, ofreciendo opciones como el roti, un pan plano de origen indio relleno de curry, o el nasi goreng, una especialidad javanesa a base de arroz frito.