Puerto de Chancay ya conecta con Shanghái y mueve 60.000 contenedores, pero enfrenta trabas logísticas y presión geopolítica
Mientras impulsa las agroexportaciones, enfrenta cuellos de botella logísticos, falta de planificación urbana y un nuevo contexto de tensiones entre Estados Unidos y China que podrían impactar su desarrollo estratégico.
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El 14 de noviembre se inauguró oficialmente el Puerto de Chancay, y a la fecha ya operan cuatro servicios navieros, incluida la esperada ruta directa a Shanghái que reduce el tiempo de transporte a solo 23 días. Esta conexión abre una nueva etapa para el comercio exterior peruano, especialmente en sectores como la agroexportación y la pesca, que ya suman US$1.968 millones en envíos hacia Asia Oriental.
Chancay se perfila como un eje estratégico para duplicar las exportaciones peruanas y posicionar al país como puerta de entrada sudamericana al Asia-Pacífico. Actualmente en fase de “marcha blanca”, el puerto ya cuenta con muelles operativos para contenedores y carga multipropósito. Según los operadores, ha recibido 60.000 contenedores entre importaciones y exportaciones, y se proyecta alcanzar los 500.000 en 2027.
Sin embargo, su consolidación como polo logístico enfrenta varios retos. Uno de ellos es la lenta ejecución de proyectos clave de conectividad en la zona. La Autoridad Nacional de Infraestructura (ANIN) priorizó cuatro proyectos viales para articular Chancay con el norte de Lima, pero solo uno es actualmente viable. A esto se suma la falta de avance en corredores logísticos estratégicos como la vía Chancayllo–Chancay, el par vial del Serpentín o la avenida Néstor Gambetta, lo que limita la integración eficiente con Lima y Callao.
“El éxito del puerto no depende solo de atraer barcos, sino de resolver cuellos de botella logísticos, aprobar normativas pendientes y construir una gobernanza efectiva”, señaló Omar Narrea, investigador del Centro de Estudios sobre China y Asia-Pacífico (CECHAP). Desde el Observatorio de Chancay —iniciativa conjunta con el Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP)— se identifican tres ejes clave: institucionalidad, infraestructura y sociedad.
El investigador hizo énfasis en que la provincia del Callao y Chancay no van a estar integrados en los próximos tres años. Mientras que en la selva el eje Huahua-Ambo-Oyón, de 150 kilómetros y por S/1.423 millones, sí se está avanzando en distintas licitaciones.
Uno de los puntos más críticos es la ausencia de un Plan de Desarrollo Urbano aprobado para Chancay, Huaral y Aucallama. Pese a contar con una propuesta técnica robusta, el documento sigue en revisión debido a conflictos entre niveles de gobierno y falta de liderazgo desde la PCM. Esta parálisis impide dar uso industrial a más de 7.000 hectáreas y frena nuevas inversiones privadas.
En ese contexto, se creó la Autoridad Nacional Autónoma para el Desarrollo Estratégico del Terminal Portuario de Chancay, aunque su enfoque actual se limita a ejecutar obras específicas, sin resolver el fondo de los problemas institucionales.
Un avance significativo ha sido la implementación de una aduana en el puerto, que ya generó S/3,7 millones en rentas para la provincia y podría llegar a S/18 millones en el primer año. De ese total, un 20% será destinado a un fondo social para atender necesidades locales, según una ley aprobada por el Congreso.
“El sector privado debe mantener una participación activa para proponer y consensuar soluciones. La visión compartida entre actores públicos y privados sigue siendo débil, y eso limita el avance”, advirtió Narrea.
Chancay en medio de la guerra comercial
Desde la inauguración del puerto de Chancay en noviembre, el megaproyecto ha captado la atención no solo regional, sino también global. En paralelo, el gobierno de Estados Unidos, bajo influencia del presidente Donald Trump y figuras republicanas, ha retomado una política más agresiva hacia China, proponiendo nuevos aranceles que podrían afectar la dinámica comercial internacional.
La pregunta que surge es: ¿podría Perú convertirse en un nuevo foco de presión geopolítica por su creciente relación comercial con Asia?
En enero, el Ministerio de Comercio Exterior aseguró que las tensiones entre Estados Unidos y China no afectarían directamente al Perú debido al Tratado de Libre Comercio (TLC). Sin embargo, en las últimas semanas, los cambios abruptos en la postura estadounidense han generado incertidumbre.
Si Estados Unidos presionara para limitar o condicionar las operaciones del puerto de Chancay —como ha ocurrido recientemente con el Canal de Panamá—, las consecuencias podrían sentirse en los flujos logísticos, en la confianza de los inversionistas y en el ritmo de crecimiento de las exportaciones hacia Asia.
No obstante, especialistas descartan un escenario tan extremo. "Perú tiene otra relación con Estados Unidos, distinta a la de Panamá. Este puerto tiene otras dimensiones y otra naturaleza", sostuvo Cynthia Sanborn, Directora del Centro de Estudios sobre China y Asia-Pacífico, a La República.
De acuerdo con la directora, a diferencia del istmo centroamericano, el proyecto de Chancay se encuentra aún en una fase de consolidación, y el país mantiene lazos económicos sólidos con ambas potencias.
Actualmente, el 20% del comercio exterior peruano se dirige a Asia, una cifra que sigue creciendo, aunque Estados Unidos continúa siendo un mercado clave para las agroexportaciones.
"Si el conflicto escala, tal vez tengamos que mirar más a Asia, no solo a China, sino a Indonesia, Malasia o Corea", señaló Sanborn. No obstante, también reconoce que una mayor inclinación hacia el mercado asiático podría tensar aún más las relaciones con Washington.
En medio de este escenario, queda claro que Chancay no solo representa una infraestructura estratégica, sino también un nuevo punto de intersección entre economía y geopolítica.