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María Elena Bergoglio, la única hermana viva del papa Francisco: así ha sido su vida lejos del Vaticano y de los medios

Su hermana, María Elena Bergoglio, es el único familiar directo del pontífice. Desde la elección de su hermano, su vida cambió drásticamente, aunque su vínculo se mantuvo a través de cartas, mensajes y llamadas.

Actualmente, María Elena Bergoglio se encuentra al cuidado de religiosas por su delicado estado de salud. Foto: composición LR/ El Eco Digital
Actualmente, María Elena Bergoglio se encuentra al cuidado de religiosas por su delicado estado de salud. Foto: composición LR/ El Eco Digital

El papa Francisco falleció. El mundo se quedó atónito tras enterarse de la lamentable noticia del deceso de Jorge Mario Bergoglio, el primer sumo pontífice originario de Latinoamérica. Su partida a los 88 años marca el final de una era caracterizada por su compromiso con los más vulnerables, su firme defensa del medio ambiente y su constante llamado a la paz y la justicia social en todos los rincones del planeta.

 Jorge Mario Bergoglio era el mayor de cinco hermanos que tuvo el matrimonio en Argentina. Foto: As.com

Jorge Mario Bergoglio era el mayor de cinco hermanos que tuvo el matrimonio en Argentina. Foto: As.com

No obstante, poco se sabe de su entorno familiar. Una de las personas con las que tuvo mayor contacto fue su hermana, María Elena Bergoglio, la más entusiasta cuando el entonces arzobispo de Buenos Aires fue elegido como Papa de la Iglesia católica y una de las primeras en enterarse de su deceso en Vaticano.

¿Quién es María Elena Bergoglio?

María Elena, con 76 años, es el único familiar directo de Francisco, tras la muerte de gran parte de los miembros de los Bergoglio. Desde que su hermano Jorge Mario fue nombrado Papa, su vida en Argentina dio un cambio rotundo.

 María Elena Bergoglio de 76 años es la única hermana con vida del fallecido papa Francisco. Foto: hna.de

María Elena Bergoglio de 76 años es la única hermana con vida del fallecido papa Francisco. Foto: hna.de

María Elena es la hija menor del matrimonio formado por Mario José Bergoglio y María Regina Sivori. La pareja tuvo cinco hijos, Jorge, Alberto Horacio, Marta Regina, María Elena y Óscar Adrián, pero fallecieron antes del 2013, y no llegaron a conocer la nueva vida de Jorge Mario al frente de Vaticano.

El vínculo entre María Elena y el papa Francisco

Según el diario La Nación, la relación entre ambos hermanos era muy cercana. En su libro autobiográfico Esperanza, Francisco señaló que la vida de su familia pasó por “muchas penurias, sufrimientos, lágrimas, pero incluso en los momentos más duros experimentamos que una sonrisa, una carcajada, podían arrancarnos la energía necesaria para retomar el camino”.

En el momento que su hermano fue elegido líder del cristianismo, María Elena lavaba unos platos de su casa. “Cuando escuché el Habemus Papam me instalé frente al televisor. Ni se me ocurría que iba a ser mi hermano, él no quería ser Papa, antes de subir al avión me llamó y me dijo: ‘Chau nena hablamos a la vuelta’. Lo vi salir al balcón y casi me muero. Me largué a llorar y no paré, la emoción me superó”, confesó. Todavía, 12 años después, le cuesta asimilar la noticia.

La vida actual de María Elena

A pesar de la distancia física que los separó durante más de una década, el vínculo entre María Elena y su hermano Jorge Mario Bergoglio se mantuvo firme a través de llamadas semanales y cartas llenas de afecto. El papa Francisco, consciente de la imposibilidad de un reencuentro debido al delicado estado de salud de su hermana, quien estaba en una residencia religiosa al cuidado de las monjas, atesoraba una escultura de la mano de María Elena, obsequio del artista argentino Gustavo Massó.

Esta pieza, acompañada por un mensaje grabado en la voz de su hermana y música de Mozart, simbolizaba el abrazo que nunca pudieron darse. En el mensaje, María Elena expresaba: "Mirá que me gustaría estar con vos y abrazarte. Créeme que estamos abrazados. A pesar de las distancias estamos muy abrazados". Este gesto íntimo y emotivo se convirtió en un consuelo para el pontífice, recordándole el lazo inquebrantable que los unía.