Familia de EE. UU. se muda a España y descubre una diferencia cultural sobre la presión social
La familia de Meg James, con apenas un mochilón al hombro, decidió dejar su granja en Greenville, Carolina del Sur, en busca de una vida mejor en Madrid.
Hoy en día, es común que las personas asocien su felicidad con la cantidad de bienes materiales que tienen. Un coche de lujo, una casa espaciosa, ropa de última moda o el teléfono más avanzado son solo algunas de las cosas que muchas personas valoran en su vida diaria. Sin embargo, no necesitamos todo eso para ser felices.
Así lo afirma una familia estadounidense que, hartos de su vida en Carolina del Sur, optaron por mudarse a un apartamento en Madrid en busca de una existencia más simple pero más enriquecedora.
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Familia americana vive choque cultural en España
La familia había alcanzado lo que muchos consideran "el sueño americano". Padres e hijos vivían en una gran casa de 300 metros cuadrados, con más de una hectárea de terreno, una suite para invitados e incluso una pista de vehículos todo terreno en la parte trasera para que los niños jugaran.
Sin embargo, no se sentían felices, como explica Meg James, la madre, en Business Insider. Recordaban que en Estados Unidos siempre estaban en una constante competencia por ver quién tenía más. Cada vez que algún vecino o compañero de clase adquiría algo que ellos no tenían, se obsesionaban con conseguirlo, sin detenerse a pensar si realmente lo necesitaban.
“En Estados Unidos existe una mentalidad que te obliga a estar a la altura de los demás constantemente. Nos resultaba difícil no querer la mejor versión de un artículo” aseguran.
¿Cómo ha cambiado la situación para la familia americana?
Ahora, viviendo en un apartamento de 100 metros cuadrados en Madrid, con una decoración simple, poca ropa, unos pocos juguetes y un coche compartido, los cuatro han aprendido a valorar lo que realmente importa.
Cuando sienten la tentación de comprar algo, como ropa o tecnología, se toman un momento para reflexionar sobre su verdadera importancia y si es una necesidad o solo un capricho. Gracias a este cambio de mentalidad, la familia, que llegó a Madrid con poco más que una mochila, ha aprendido a llevar una vida más modesta, pero plena y feliz.
Lejos del consumismo y aprendiendo a gestionar el espacio y el dinero, los cuatro se han vuelto más cercanos que nunca al darse cuenta de que "lo que realmente necesitamos no son cosas materiales, ya que lo único irremplazable es la familia". Esta estancia en España, que inicialmente iba a durar solo un año, parece haberse convertido en una permanencia.