Sociedad

La libertadora

En este cuarto episodio, exploramos la vida de Manuela Sáenz, su relación con Bolívar y su impacto en la independencia.

Manuela Sáenz, compañera de Simón Bolívar y ferviente patriota, destacó en la independencia del Perú. Su valentía y contribuciones la hicieron merecedora de reconocimientos en 1822.
Manuela Sáenz, compañera de Simón Bolívar y ferviente patriota, destacó en la independencia del Perú. Su valentía y contribuciones la hicieron merecedora de reconocimientos en 1822.

Los brazos que abrazaron, sus dedos, sus mejillas, sus senos (dos morenas mitades de magnolia), el ave de su pelo (dos grandes salas negras), sus caderas redondas de pan ecuatoriano, cantó Pablo Neruda a Manuela Sáenz, patriota quiteña y compañera de Simón Bolívar, en La Insepulta de Paita.

Sáenz conoció a Bolívar en Quito, a las pocas semanas del triunfo patriota en Pichincha—ella, con 24 años, él, con 39—y acompañó al libertador, marchando junto a las tropas hasta las batallas de Junín y Ayacucho. Ferviente patriota antes de conocer a Bolívar, participó en la intriga que desembocó en la deserción del batallón realista Numancia hacia las filas rebeldes. Fue condecorada “por su adhesión a la causa de la independencia del Perú” junto a otras 143 mujeres, en 1822. La medalla de oro lleva en su reverso la inscripción: Al patriotismo de las más sensibles.

Murió a los 58 años, víctima de una epidemia de difteria en Paita, y fue sepultada en una fosa común en el cementerio San Francisco de Asís del puerto peruano, olvidada.

Escribe: Magally Alegre Henderson (*)

Desde que retornó a la ciudad de Lima, la patriota quiteña doña Manuela Sáenz de Thornet ha atraído todas las miradas, todas las atenciones. Algunos incluso la han empezado a llamar “La Libertadora”, gracias a la íntima amistad con que se la vincula a Simón Bolívar. De poco han valido las súplicas de su devoto esposo, el conocido comerciante inglés Jayme Thornet, con quien llegó a nuestra ciudad para sus esponsales celebrados el 27 de julio de 1817. La señora Sáenz de Thorne, a quien su esposo llamaba hace unos pocos años: “amadísima esposa de mi corazón”, conoció en Quito al Libertador Bolívar, durante un viaje en junio de 1822 para recuperar su herencia materna.

La leyenda ha acompañado desde su inicio esta ilícita relación. Se dice que se conocieron en el baile de la familia Larrea, dado en honor a la llegada de Bolívar a esa ciudad y que desde entonces el afecto ha sido mutuo y constante. Lo que sí sabemos, es que desde ese momento, doña Manuela Sáenz persigue el sueño patriota de la mano de su Libertador.

Su compromiso con la causa de la independencia, como es bien sabido, es anterior a este primer encuentro con Bolívar. Doña Manuela Sáenz fue una de las insignes participantes en la “seducción del Numancia”, el 3 de diciembre de 1820. Gracias a la influencia de aquellas mujeres, que acudían a la fonda de Carmen Guzmán en la calle Guadalupe para conversar con los soldados y oficiales del batallón Numancia, lograron obtener valiosa información antes de la llegada del Protector José de San Martín y atraerlos a la causa independentista. Mujeres de toda condición, como la Marquesa María Hermenegilda de Guisla y Larrea, doña Carmen Noriega, doña Gertrudis Coello y la propia Manuela Sáenz, fueron parte de esta acción patriota en lo que se ha convertido en la deserción más importante del ejército del Rey. En honor de esta y otras acciones, doña Manuela Sáenz recibió el 11 de enero de 1822, por decreto del Protector San Martín y junto con otras 143 mujeres, la distinción de una condecoración “por su adhesión a la causa de la independencia del Perú”. Esta banda de seda bi-color, blanca y encarnada, con la que espera se la recuerde para la posteridad, lleva en el centro una medalla de oro con las armas del Estado en el anverso, y esta inscripción en el reverso: Al patriotismo de las mas sensibles.

Desde su retorno a Lima en octubre de 1823, doña Manuela Sáenz se ha mantenido como parte del círculo bolivariano más íntimo, afincada primero en el cuartel general de La Magdalena y luego en Trujillo, junto con las tropas evacuadas en febrero de este año después del levantamiento de los batallones del Río de la Plata y Chile, que devolvería el control de Lima a las fuerzas realistas. Sáenz custodia la correspondencia de Bolívar como su archivera personal, lo que le permitido mantenerse al corriente de los movimientos del libertador. Aunque la leyenda de su participación en combate ha sido largamente desmentida, a lo largo de este año, doña Manuela se ha trasladado junto con el ejército bolivariano a solo un día de distancia del Libertador: de Trujillo a Huamachucho, a través de la Cordillera Blanca a Huaráz y de Huánuco a Cerro de Pasco. Se comenta que no le incomoda vestir en traje militar para mantener su anonimato. No tenemos ninguna confirmación de que haya estado presente en la batalla de Junín, pero es seguro que no participó en el combate.

Eso sí, se trata de una mujer singular, que más allá de su apasionado vínculo con Bolívar, desafía las convenciones de nuestra sociedad al convertirse en parte del séquito permanente del Libertador y convertirse en una protagonista de la historia por derecho propio.

(*) Directora del Archivo Histórico del Instituto Riva-Agüero. Profesora de Historia en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), sus investigaciones y docencia se  especializan en historia de la sexualidad, género y humanidades digitales. Acaba de editar su primer libro Relecturas del Fracaso. Comunidades, género y raza en perspectiva histórica (Fondo Editorial PUCP, 2024), de descarga gratuita como resultados del proyecto europeo FAILURE: Reversing the Genealogies of Unsuccess, 16th-19th Centuries, (H2020-MSCA-GA-823998).