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Venezolano sobreviviente de la discoteca Jet Set relata su frustración al no poder salvar a su amiga: "Gritaba su nombre, pero no me contestaba"

Carwin Javier Molleja, un percusionista venezolano radicado en República Dominicana, narra los angustiosos momentos vividos durante el colapso del techo en la discoteca Jet Set, que dejó más de un centenar de víctimas.

Carwin, músico venezolano, había preparado una velada especial para reencontrarse con su madre después de tres años. Foto: BBC / Diario Versión Final
Carwin, músico venezolano, había preparado una velada especial para reencontrarse con su madre después de tres años. Foto: BBC / Diario Versión Final

Dos días antes del trágico suceso en la reconocida discoteca Jet Set, Carwin Javier Molleja preparaba una noche especial para su madre, recién llegada a República Dominicana después de tres años sin verse. El reencuentro prometía ser emotivo: música en vivo, baile y la presencia del ídolo de su madre, Rubby Pérez. Pero lo que debía ser una velada festiva se transformó en una pesadilla marcada por el caos, los gritos de auxilio y una amarga impotencia.

El derrumbe del techo del emblemático local en Santo Domingo, ocurrido durante el evento "Lunes de merengue", cobró la vida de más de 120 personas, entre ellas el célebre cantante Rubby Pérez. Carwin, quien asistía con frecuencia al lugar por motivos laborales, no solo sobrevivió al siniestro, sino que también vivió la angustia de perder a una amiga entre los escombros. Su testimonio revela la crudeza de un desastre inesperado y las secuelas emocionales que aún lo afectan.

¿Por qué Carwin se encontraba en la discoteca Jet Set el día del accidente?

Carwin Javier Molleja, músico venezolano de 32 años, vive desde hace casi una década en República Dominicana. Como percusionista, ha formado parte de diversas orquestas locales, lo que le ha permitido trabajar en múltiples escenarios del país. Uno de ellos era la discoteca Jet Set, conocida por su ambiente exclusivo y su cartelera artística de renombre.

La noche del derrumbe, Carwin había llevado a su madre al espectáculo de Rubby Pérez, artista al que había conocido gracias a su vínculo con la orquesta. A través del tamborero del grupo, gestionó una invitación especial para que su madre pudiera disfrutar del concierto. "Mi mamá es fanática del maestro Rubby Pérez", explicó en una entrevista, mostrando aún la conmoción por lo sucedido.

En sus redes sociales, publicó una despedida al artista donde expresó su tristeza: "Se suponía que anoche me regalarías una foto hermosa a mi mamá. Qué lamentable que mi mamá te haya visto por primera vez y haya sido la última". Una semana antes, Carwin se había presentado en ese mismo escenario junto al salsero Sexappeal, sin notar señales de peligro estructural en el establecimiento.

El derrumbe de la discoteca Jet Set

Todo ocurrió cerca de la 1:00 a. m., cuando una parte del techo del Jet Set comenzó a desprenderse. Carwin, ubicado a la izquierda del escenario y de espaldas a la pared, apenas tuvo tiempo para reaccionar. “Vi cómo se vino todo al frente de mí. Lo único que hice fue abrazar a mi mamá”, relató con la voz entrecortada. El estruendo del colapso, sumado a los gritos desesperados del público, marcó un antes y un después en su vida.

Ambos resultaron golpeados por fragmentos del techo y perdieron sus gafas en medio del tumulto, pero lograron salir por una puerta que hasta entonces desconocían. En el exterior, mientras trataba de calmar a su madre, se encontró con una escena caótica: cuerpos heridos, ambulancias llegando sin cesar y el desconcierto total entre los sobrevivientes. "Vi cuando sacaban al saxofonista que falleció", recordó.

A pesar del horror, Carwin permaneció en el lugar durante más de una hora con la esperanza de ayudar a su amiga, Jessica, quien aún se encontraba dentro del local.

La búsqueda de Jessica tras el derrumbe de la discoteca Jet Set

Tras poner a salvo a su madre en un puesto de comida cercano, Carwin regresó a la discoteca Jet Set impulsado por el deseo de rescatar a Jessica y a la hermana de esta. Gritó sus nombres, llamó por teléfono y pidió ayuda a los rescatistas, pero todo fue en vano. "Me sentía inútil. Las piedras eran demasiado grandes. No podía mover nada", confesó.

Repetía una rutina desesperada: entrar al edificio, buscar a su amiga, volver a salir, llamar a emergencias, volver a intentar. La llamada finalmente dejó de sonar. Hacia las siete de la noche del martes, los socorristas hallaron el cuerpo sin vida de Jessica entre los escombros.

"Fue horrible no poder ayudarla. Yo gritaba su nombre, pero no me contestaba. Se siente feo no poder hacer algo", expresó Carwin.