Manuel Burga: “No me importa lo que me ha pasado, me importa el LUM, y espero que su misión sea respetada”
El historiador habla en esta entrevista de su salida como director del Lugar de la Memoria, de la polarización que podría hacer que cierre este importante espacio y de su prolongada gestión de 6 años.
Durante seis años, Manuel Burga escuchó y difundió los testimonios de los deudos de las víctimas del periodo de violencia contrasubversiva. Desde 2018, se sentó a oír esas historias, se movilizó a los Andes a buscarlas, las recibió discretamente en la instalación blanca y geométrica del Lugar de la Memoria (LUM) que rinde homenaje a los 22.000 peruanos que desaparecieron entre el 80 y el 2000. Allí estuvo él, entre las altas paredes de concreto del LUM, que rompen el panorama alegre del malecón de Miraflores y guardan los relatos de una tragedia. Con 82 años y como exdirector del LUM, ¿que aprendió él en ese tiempo? ¿Y qué piensa de su repentino relevo de ese cargo?
Una pregunta personal: ¿se siente fuerte, vital?
Sí, me siento contento de haber pasado seis años y medio en el LUM, formando parte de un equipo administrativo, técnico y profesional, y sobre todo ganándome una nueva familia, que son las personas afectadas por la violencia, con todos ellos formamos una comunidad de confesiones y de congoja.
Yo le preguntaba por su estado físico, porque ¿qué pensaría usted si el Gobierno usara su edad como excusa para su relevo?
Sí, pueden hacerlo, pero el presidente Biden tiene mi misma edad. Claro, también lo critican, aunque yo me siento mejor que él. Mi amigo Juan Ramón de la Fuente, que es ministro de Relaciones Exteriores de Claudia Sheinbaum, me dijo hace unos días: “¿Cuál fue más difícil, San Marcos o el LUM?”. Le dije que había una diferencia, en San Marcos fui una autoridad elegida, y en el LUM era director designado, me pusieron cuando era necesario y me botan cuando ellos piensan que es necesario. Lo entiendo bien, están jugando a la política, no están jugando a la construcción de un país.
¿A estas alturas ya le dieron alguna explicación para su relevo?
No, ninguna. Pero yo lo entiendo como un relevo político, y ojalá que ese relevo político venga con una persona con mucha energía, con mucho conocimiento. Si yo tenía en contra la edad cronológica, tenía a mi favor la experiencia, las relaciones, el horizonte, mis amigos, ¿qué puedo decir? Ayer me llamó Henry Rousso (director del proyecto Musée Memorial du Terrorisme de Francia), de París, y me decía: “No lo puedo creer”, porque estamos en una suerte de archipiélago de museos de memoria, y defendemos a veces las causas difíciles de defender.
Alguien como usted, que piensa que las protestas de diciembre del 2022 y de inicio del 2023 eran legítimas, que las entiende, debió ser un personaje incómodo para el Gobierno.
Seguramente, pero esas son mis convicciones democráticas. Hay una modernidad republicana democrática que perdura, y que empezó en 1789, que fue el tránsito de súbditos, que atendían las órdenes del rey, a ciudadanos empoderados con derechos. Y los derechos no solo se ejercen de manera electoral, sino con la rendición de cuentas. Y los ciudadanos tienen la capacidad de estar contra los poderes hegemónicos, de movilizarse, no tienen otra manera. Pero a eso no se responde a balazos, eso es violar un derecho democrático.
¿Le sorprende haber durado tanto en el cargo?
Sí (se ríe), mis amigos están sorprendidos. Fui rector de San Marcos cinco años, vicerrector académico de la Ruiz también cinco años, y cinco años es un buen número, y mire que en el LUM he durado seis años y medio.
Ha sido una gestión prolongada. De hecho, ha visto pasar a seis presidentes.
Sí, exacto, y más ministros de Cultura. Estoy contento de que una ministra de Cultura como Patricia Balbuena, que es una antropóloga con estudios en los cuales coincidíamos, me llamara. Pero ahora me entristece un poco que sea un viceministro el que me diga que estoy despedido. Eso sin ningún criterio. Cuando me llamó Patricia, me dijo que habían hecho un análisis, que habían evaluado varios nombres. Los otros no me dieron una explicación, me dijeron que hay cambios políticos... Bueno, no me importa lo que me ha pasado, me importa el LUM, y espero que la misión del LUM sea respetada.
¿Usted recuerda qué es lo primero que ve una persona cuando entra a la exposición permanente del LUM?
Sí, ve los orígenes de la violencia y esa suerte de periodificación, desde el año 80 hasta la transición con el presidente Valentín Paniagua. Pero lo que a veces no mira la gente, y que es muy importante para nosotros, son los documentos fotográficos que respaldan eso. No nos interesan tanto los presidentes, Belaunde, Alan García, Fujimori, nos interesa la sociedad que está detrás.
Ayer que entraba a la exposición permanente del LUM, lo primero que vi era una réplica del ánfora que destruyó Sendero en Chuschi, el organigrama de las organizaciones terroristas y, sobre todo, un dato importante: el 85% de las víctimas venían de regiones andinas empobrecidas, como Ayacucho, Huancavelica o Apurímac. Quizá ese dato no se ha terminado de entender.
Probablemente no, y ese el es porcentaje de las regiones altoandinas, pero solo en Ayacucho está el 40% de víctimas. Y no tenemos consideración por Ayacucho. Ayacucho nos dio en el siglo XVII a don Felipe Guamán Poma de Ayala, y en el siglo XX acogió en Lucanas a Arguedas. Y así les pagamos. Me pregunto yo, así como se preguntan los ayacuchanos, ¿por qué?
La tragedia tiene una dureza especial en las cifras: 79% de las víctimas venían de comunidades rurales, 75% hablaba quechua, el 22% de la población asháninka desapareció…
Mire, la última muestra que hicieron los asháninkas en el Lugar de la Memoria se llamaba ‘Tekera Abishe’. ¿Qué significa? Este presente está lleno de pasado. Y ese es el LUM. El LUM está lleno de pasado, pero justamente para encaminarnos a un presente diferente.
Todas las cifras de donde se concentró la tragedia quizá no se han entendido desde la urbe.
Bueno, no las entendimos ni nosotros mismos, en Lima. Los años 80 los viví en plena investigación, con muchos viajes fuera. Había un espíritu de fraternidad entre universitarios. Alberto Flores Galindo era de la Católica y del colegio La Salle. Yo era de San Marcos y del colegio Guadalupe. Nunca tuvimos problemas, éramos grandes amigos y grandes compañeros.
Es una gran ironía haber encontrado confraternidad en esos años.
Sí, y lo que nos unía era esta suerte de búsqueda de la nación. ¿Qué es lo que une y desune a los peruanos? Que es lo que siempre se han preguntado los intelectuales y los políticos. Y es una pregunta importante ahora más que nunca. Porque Lima se ha vuelto a convertir en lo que fue en 1821, que estaba de espaldas a la independencia.
La respuesta violenta del gobierno a las regiones
Y hoy está de espaldas al país.
Ahora están de espaldas a las regiones. Las regiones protestan: Puno, Juliaca, Huancavelica, Ayacucho, y se les responde no con razones, ni con política, se responde con balas.
¿Diría que el negacionismo es geográfico? ¿Que hay regiones que no quieren entender lo que pasó en los años de violencia?
Sí, hay un negacionismo, pero no es geográfico es político. Mire, una baja polarización en el 2003 permitió la creación de la Comisión de la Verdad. Una alta polarización ahora, con un Gobierno más de derechas extremas, puede desaparecer el LUM. O convertir al LUM en el museo Chavín de Huántar, de las hazañas militares.
Eso es lo que usted teme. Le dijo a Jaime Chincha: “Si le quitan la narrativa al LUM, mejor que lo desaparezcan”.
Sí, pero va a ser difícil desaparecerlo. Es una inversión europea que se hizo contra viento y marea, porque en Europa, en Alemania en particular, no quieren al fascismo ni al Partido Nacional Socialista de Hitler. No solo quieren olvidarlo, sino que quieren impedir que vuelva. Y por eso fomentan una política de memoria muy activa.
¿Y será suficiente la presión internacional para proteger al LUM y a su identidad?
No creo que pueda ser efectiva solo la presión internacional. Pero al Perú le conviene como nación recordar las décadas de la violencia, el abuso contra las poblaciones nativas, indígenas. Sendero tuvo una conducta como la que tuvieron los españoles después de la derrota de Túpac Amaru. Decían: “Si tú no eres de mi bando, te mato”.
¿Qué siente cuando un personaje como el alcalde de Lima dice que sería mejor que el LUM esté controlado por los militares?
Que no sabe, que no entiende el Perú, a pesar de que él vive del Perú, porque tiene sus ferrocarriles a Machu Picchu. Ese Perú que construyó Machu Picchu tiene sus herederos ahora. Esos que construyeron Machu Picchu pudieron multiplicar esa obra, pero se lo impidió el periodo colonial y se lo obstaculizó el periodo republicano. Y ahora están despertando esas regiones. Y este señor dice que hay que eliminar la memoria y poner otra. Bueno, si él quiere recuperar a Pizarro, las regiones no van a protestar, ellos viven su mundo.
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Hay muchas memorias entonces.
Hay más de una memoria. La memoria conceptualmente es un fenómeno, pertenece a las personas, pertenece a los colectivos. Y a veces ellos confunden memoria con historia. Dicen: “Vamos a hacer la historia verdadera”. No, el LUM no muestra historia, muestra memorias.
Testimonios.
Testimonios directos en algunos casos. Y eso es lo valioso, la diversidad de testimonios. Y muchas de las personas que tienen sus memorias allí se convirtieron en socios del LUM. Ahí hacían sus ferias, ahí vivían, confraternizaban con nosotros. Y no solamente los afectados. Venían los del grupo GEIN, venían los militares. Y tengo gratos recuerdos de eso.
¿Usted tiene amigos militares, amigos policías?
Por supuesto. Mi gran compañero de promoción ha sido Antonio Ketín Vidal, estuvimos juntos en el colegio Guadalupe. Y siempre nos reímos cuando nos encontramos.
¿Y todos sus amigos militares han visitado el LUM?
Sí, por supuesto. Y no solamente lo han visitado, sino han conducido recorridos.
Algo muy común es detestar al LUM sin haberlo recorrido.
Sí. Probablemente muchos no conocen el LUM. Y solamente dicen, si son militares: Si matamos, si violamos derechos humanos, fue para conservar la democracia, y, por lo tanto, eso se debe olvidar, para vivir tranquilos. Escuchaba a muchos de ellos decir: Hay que olvidar el pasado, hay que pensar en el presente y el futuro. ¿Y qué está en el pasado? La corrupción.
Y la muerte.
La muerte, la violación de derechos humanos. Y, entonces, por qué no vamos a trabajar, como lo hace el psicoanálisis, como hace la antropología, para construir la nación.
Claro, por qué negar a la gente que pueda dar su testimonio
Sí, por eso hemos trabajado mucho con la unidad de investigaciones. Y hemos trabajado mucho con autores que han escrito libros. Uno de los libros que me pareció maravilloso fue el de Lurgio Gavilán. Él fue niño pionero, senderista, obligado. Después fue conscripto del ejército. Después fue fraile franciscano. Después universitario. Esos son los países. ¿Te das cuenta? Existen sin revanchismos.
Lurgio es un hombre que encarna todo lo que ocurrió en la guerra.
Sí, a eso los campesinos de Huanta le llaman Pampachanacuy.
¿Qué significa?
Habla de tu pecado, toma conciencia de ello, dinos tu propósito de enmienda y volveremos a hacer runas.
Hombres.
Hombres, todos iguales. Porque en el ande cada población se dividió, entre los que apoyaban a los subversivos y a los contrasubversivos. Y todos ellos se conocen. Y todos ellos han arreglado cuentas. Y nos lo enseñan, pero el Perú no…
...No podrá hacer nunca pampachanacuy.
No, porque no está mental e ideológicamente preparado. Es decir, los peruanos no tenemos un imaginario común. El ejercicio de sentir a un awajun, a un huampis, a un asháninka como peruano, como igual, es muy difícil para algunos.
La búsqueda de los 22 mil desaparecidos
¿Por qué dice que asumió el tema de los desaparecidos como una cuestión personal?
Porque conocí a algunos de los que los buscan, no menciono sus nombres, pero somos amigos. Uno es un médico distinguido que vive en Estados Unidos, desaparecieron a su hermano, que era ingeniero de la UNI. La otra es periodista. Y ellos viven con esos recuerdos. Y yo también lo hago. Me llamaban de vez en cuando. Venían a visitarme. Nos encontrábamos en los cubos de los desaparecidos, en la exposición permanente. Y me parecía un ejercicio ciudadano estar con ellos.
Son 21.000 personas desaparecidas.
Son 22.000 personas.
De las que no se sabe qué ocurrió.
Desaparecieron. Te digo un nombre: Teófilo Rímac. Lo desaparecieron en Cerro de Pasco. Y dejó una viuda, a Doris Caqui, y ella se convirtió en una luchadora, una defensora de los derechos humanos y de la verdad.
Estuve en los cubos que usted menciona, en la muestra permanente. Y esa instalación sirve para graficar el tema de los desaparecidos. Algunos parientes han donado alguna prenda de su ser querido, alguna cosa que usaba en el trabajo, una foto, pero hay quienes solo han podido donar un retrato hecho en lápiz porque no les queda nada más.
Ese fue un esfuerzo de la cooperación internacional. El comité Internacional de la Cruz Roja financió eso, para que cuando un familiar no tuviera nada, ningún retrato, pero sí la memoria, trabajara con un dibujante. Y todos los carboncillos que están ahí son dibujos hermosos.
Es un esfuerzo artístico importante, pero igual es un drama, porque te dice que de esa persona no quedó nada.
Nada, absolutamente. Y se mueren los hijos, se muere la esposa, reclamando todo el tiempo, y no se llega a la verdad. Y para un pueblo es importante tener acceso a la verdad. Y esa verdad te crea resiliencia. Y el LUM está conectado con un experto en resiliencia, Boris Cyrulnik. Y yo lamento que todas esas conexiones se puedan alterar. Pero, fui rector de San Marcos cinco años, y San Marcos sigue vital ahora. Así que las instituciones son más fuertes que las personas.
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Para hablar del tema de los desaparecidos me parece interesante mencionar lo de Putis. ¿Se desenterraron todas las fosas comunes?
No se han recuperado todas, pero sí se recuperó la mayoría. Hubo exhumación de fosas comunes e inhumación. Eso es lo que tenemos que hacer, exhumar el pasado y después inhumarlo.
¿Aunque se deba esperar tanto?
Sí, lo sé, es mucho. Quiero contarle algo. Yo pasé 45 años en San Marcos y todo el tiempo mis amigos que eran políticos, a los cuales no conocía mucho, no eran los mejores alumnos de la clase (se ríe). Entonces no me extraña que el Congreso de la República sea un reflejo de eso. Pero por qué no hacer que allí estén los buenos alumnos de la clase, como sucede en otros países. ¿Por qué darles tanto panorama a los que no han tenido un buen desarrollo? Yo recuerdo el año 60, cuando murió Raúl Porras Barrenechea, era canciller de la República y gran parte de los senadores y diputados eran personas que podían dialogar con él.
No vaya por allí, señor Burga, porque eso es deprimente.
Ay, ya me metí en otro campo (se ríe). Pero tú me has llevado allí.
No, está bien. Lo que dice usted es interesante. Los que ejercen la política no son los primeros alumnos de la clase. ¿Qué podrían responderle ellos a los deudos de tantísimas víctimas, a los parientes que esperan respuestas sobre sus desaparecidos por casi 40 años?
Claro, son 22 mil desaparecidos de acuerdo a la Dirección General de Búsqueda de Personas Desaparecidas. Además, el alto porcentaje eran niños, niñas y adolescentes. Está ahí indicado en el LUM, frente a los cubículos de desaparecidos.
Eso lo hace totalmente doloroso.
Esa es una locura. Y yo recuerdo, que un senador de la República, Javier Valle Riestra, interrogó al teniente Telmo Hurtado por la masacre de Accomarca. Valle Riestra le dijo: "Teniente, había niños". Y Hurtado respondió: "Futuros senderistas". Bueno, eso te dice mucho, esa es un poco la educación argentina de los años 76-83.
La influencia de la dictadura.
Sí, es el temor a la democracia. Ese temor a los cambios de gobierno, y si no sale la persona que quiero pues digo que ha sido fraude. Ese temor que practica Maduro en Venezuela. Él gana siempre, a pesar de los votos.
¿Qué es lo mejor que le ha dejado ser director del LUM?
Conocer teórica y prácticamente la importancia de la memoria.
¿Viajó mucho?
Viajé a Ayacucho, estuve en las provincias. Estuve felizmente en la Pampa de Ayacucho, donde se conmemoró la batalla de 1824. Estuve en muchos museos del mundo. Y ellos vinieron al LUM, eso se ha convertido hoy en una feliz convivencia. Tengo que agradecerle a la cooperación internacional por eso, a las embajadas, a organismos internacionales como OXFAM o Cruz Roja, que siempre colaboraron con el LUM. Eso es lo que agradezco, haber conocido que el Perú es el país de las víctimas que reclaman justicia y sus derechos. Y el Estado los atiende a través del LUM. Y si les quitan eso, ellos no reclamarán, pero reclamarán las regiones.
Las regiones defenderán al LUM
Sí, esas personas vienen a Lima y expresan su amor por el Perú y por sus regiones. Ese es mi caso también.