La única ciudad en el mundo que usa la inteligencia artificial para sus políticas públicas: tiene 75.000 habitantes y un plan para 25 años
Bowling Green es la primera ciudad que integra inteligencia artificial en su planificación urbana. Con apoyo de MIT Technology Review, busca una democracia más participativa.
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En un rincón del sur de Estados Unidos, una pequeña ciudad está captando la atención internacional. Bowling Green, ubicada en el estado de Kentucky, se ha convertido en un laboratorio social donde la tecnología y la democracia convergen de forma inédita. A través de un ambicioso proyecto que emplea inteligencia artificial (IA), esta localidad de 75.000 habitantes ha replanteado la manera en que se construyen sus políticas públicas.
Impulsada por el crecimiento acelerado de su población y la ausencia de un plan urbano a largo plazo, Bowling Green tomó la delantera en la implementación de plataformas digitales como Pol.is con el objetivo de recolectar ideas directamente de los ciudadanos para trazar un plan de desarrollo con visión a 25 años.

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¿Cómo es Bowling Green, la única ciudad que usa IA para sus políticas públicas?
Bowling Green no es una metrópoli industrial ni una capital estatal. Sin embargo, su apuesta por transformar la gobernanza la ha posicionado como pionera en la aplicación de inteligencia artificial para fortalecer la participación ciudadana. Ubicada en Kentucky, esta ciudad proyecta duplicar su población para 2050. Ante este panorama, el alcalde Doug Gorman asumió el reto de guiar la expansión urbana de forma inclusiva y organizada.
La clave del experimento ha sido utilizar la plataforma Pol.is, un sistema de encuestas digitales que emplea aprendizaje automático para identificar consensos y divergencias entre los ciudadanos. Gracias a esta herramienta, las voces de los habitantes se transforman en datos útiles para la formulación de políticas. Con el acompañamiento del consultor local Sam Ford, Gorman diseñó un enfoque que involucra a los ciudadanos en temas de desarrollo económico, salud pública e infraestructura.

Bowling Green. Foto: simplybuckhead.
Metodología del proyecto
La implementación de este modelo de participación comenzó con la creación de foros digitales accesibles a todos los ciudadanos. A través de Pol.is, los usuarios pueden proponer ideas breves, votar por las que consideraran más relevantes y observar cómo se van configurando acuerdos dentro de la comunidad. Todo el proceso garantizaba el anonimato, y cada comentario pasaba por una moderación que evitaba duplicaciones o ataques personales.
Ocho grupos temáticos abordaron aspectos clave del desarrollo urbano: salud pública, infraestructura, desarrollo económico, inclusión social, entre otros. La tasa de participación sorprendió incluso a los organizadores: un 10% de la población local intervino directamente en el proceso, una cifra considerada alta en proyectos de este tipo.
Según Archon Fung, profesor de la Escuela Kennedy de Harvard, el proyecto en Bowling Green representa una nueva forma de democracia más sustancial. “Aquí, es una forma de participación más exigente, ya que se considera de manera sustantiva lo que se vota”, explicó. Un total de 2.370 ideas recibieron un apoyo superior al 80%. Algunas de las propuestas con mayor aceptación incluían la llegada de supermercados y restaurantes a zonas desatendidas, la mejora de la red pluvial y la creación de programas para personas con autismo.
Por otro lado, temas como la legalización de la marihuana recreativa y la expansión de derechos a personas LGBT generaron divisiones. Además, la iniciativa también enfrentó cuestionamientos. James Fishkin, académico conocido por su trabajo sobre deliberación pública, alertó sobre los peligros de la autoselección. Al no tratarse de una muestra representativa, existe el riesgo de que solo ciertos grupos sociales participen activamente.
¿Cuál es el futuro del proyecto?
Aunque Bowling Green ha generado un impacto positivo con esta estrategia basada en inteligencia artificial, el verdadero desafío comienza ahora: convertir esas ideas ciudadanas en políticas públicas efectivas. Beth Simone Noveck, investigadora de la Northeastern University, subrayó que el proceso no puede quedar en la recolección de datos. “No se puede hacer política basada en un tweet; lo que viene después es la conversación entre la ciudad y los residentes”, afirmó.