Siria y el futuro de Medio Oriente sin la dictadura al-Assad
¿Qué viene después de más de medio siglo de dictadura? Esa es la pregunta que sale a relucir tras la estrepitosa caída del régimen de Bashar al-Assad. Tras 53 años en el poder y más de una década de guerra civil, hace exactamente una semana, el exdictador huyó hacia Rusia tras la toma de Damasco días atrás a manos de rebeldes con vínculos talibanes que buscan un cambio profundo en el estado sirio desde hace más de 14 años. A continuación, un informe de La República.
Algunos periodistas internacionales pudieron ingresar prontamente. En las diversas coberturas se observaban, principalmente, la realidad infrahumana en la que los presos políticos se encontraban recluidos en pequeñas y oscuras cárceles. “Hay luz, Dios mío”, exclamó un preso ante las cámaras de Clarissa Ward, corresponsal de la CNN, en medio de un natural shock nervioso. La identidad de ese hombre evidentemente alterado aún se desconoce.
Por escenas tan estremecedoras como la anterior, en el centro del debate público mundial están las atrocidades cometidas durante el régimen de los al Assad, el papel estratégico que jugó y juega Siria en la región y las consecuencias que trae este nuevo momento sirio para aliados históricos como Irán.
Saydnaya y el sistema carcelario de Assad: una maquinaria de terror
Las cárceles sirias han sido durante muchos años sinónimo de represión y crueldad. Organizaciones como Amnistía Internacional han documentado por años torturas, ejecuciones masivas y desapariciones forzadas. La prisión de Saydnaya, conocida como “el matadero humano”, simboliza parte de este oscuro legado.
Más de 100000 personas han desaparecido desde 2011, según Human Rights Watch (HRW). Un caso como el anterior lo ejemplifica Leila, una activista siria exiliada, quien relató a The Guardian la historia de desaparición de su hermano hace 11 años: “Mi hermano desapareció en 2013. No sabemos si está vivo o muerto. Estas cárceles destruyen no solo cuerpos, sino familias enteras”, rescató The New York Times.
Sednaya, cárcel de Siria usada por Bashar al Asad para torturar opositores políticos. Fuente: AFP
El Eje de la Resistencia y un nuevo escenario geopolítico
Siria representaba para Irán mucho más que un aliado político. Como destaca el diario estadounidense The Times, durante más de 40 años fue un eje central de su estrategia regional. Según Matthew Levitt, del Washington Institute for Near East Policy, Siria era “una base de mando central para equipar a militantes como Hezbolá y Hamás”. Sin embargo, tras la caída de Assad, este eje se ha desmoronado.
La reacción oficial iraní ha sido contradictoria. Mientras el presidente Masoud Pezeshkian y el ministro de Exteriores Abbas Araghchi declararon que “el pueblo sirio tiene derecho a decidir su futuro”, el líder supremo, ayatolá Jamenei, culpó a Estados Unidos e Israel, calificando a los rebeldes como “agresores”. En un discurso público, Jamenei aseguró que “los territorios ocupados en Siria serán liberados por los valientes jóvenes sirios”.
Sin embargo, la realidad en el terreno contradice estas declaraciones. La caída del régimen provocó celebraciones masivas en Siria y críticas abiertas en Irán. Hassan Shemshadi, exdirector de la Cámara de Comercio Conjunta Irán-Siria, admitió en entrevista telefónica: “Lo que una vez fue una asociación estratégica es ahora historia”.
Por otro lado, la caída del régimen de Bashar al-Assad en Siria ha provocado un terremoto político en Oriente Medio, con profundas repercusiones para lo que se conoce como el Eje de la Resistencia, una alianza geopolítica compuesta por Irán, Hezbolá en Líbano, las milicias chiitas en Irak, Afganistán y Pakistán, además de los hutíes de Yemen. Siria, con Bashar al Assad al mando, era parte de ellos.
Türkiye: el gran ganador tras la caída de Assad
Tras la confusa caída del régimen de Assad en Siria, diversos medios internacionales sostienen que Turquía ha emergido como uno de los principales ganadores en este movimiento del poder político en el territorio sirio. La influencia sin precedentes que mantiene el gobierno del presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, sobre los rebeldes sirios que ahora controlan gran parte del país tiene larga data.
La periodista Carlotta Gall, corresponsal de The Times en Turquía afirma que esa relación ha sido cuidadosamente cultivada por Erdogan. Tan solo como dato, la presencia de tropas turcas en la provincia de Idlib ha protegido al grupo rebelde Hayat Tahrir al-Sham (HTS) de los ataques del gobierno sirio, canalizando ayuda humanitaria y comercio hacia la región.
“Abre un dominio increíblemente grande para la influencia económica y política”, afirma Asli Aydintasbas, investigadora del Brookings Institution consultada por The Times.
No obstante, es importante anotar que meses antes, Erdogan, junto con el primer ministro húngaro de ultraderecha, Viktor Orban, ha sido el único líder de la OTAN que ha mantenido un vínculo estrecho con el presidente ruso Vladimir Putin desde que Rusia invadió Ucrania. Sin embargo, aún Gall asevera que no está claro si Rusia podrá conservar las bases militares que tiene en la costa mediterránea de Siria ya que por más de 13 años la embajada turca estuvo cerrada en Siria.
Dos días después de la caída de Assad, los rebeldes dieron una respuesta personal a Erdogan al irrumpir en Damasco y tomar el control. Turquía rápidamente designó un encargado de negocios temporal en la capital siria y comenzó a planear la reapertura de su embajada.
La relación entre Türkiye y HTS, considerada una organización terrorista desde 2018 por Estados Unidos y otros países occidentales, ha permitido a Ankara tener una enorme influencia sobre el grupo, según Gonul Tol, del Instituto de Oriente Medio.
“De todos los actores principales de la región, Ankara tiene los canales de comunicación más fuertes y un historial de trabajo con el grupo islamista que ahora está a cargo de Damasco”, afirmó Tol en Foreign Affairs.