Científicos revelan una forma de techado que mantiene a las casas más cálidas en las temporadas de frío
Los investigadores destacan que la geometría de estos tejados tradicionales actúa como barrera contra el frío, mejorando la eficiencia energética sin necesidad de tecnologías adicionales.
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Ingenieros de la Universidad de Duke realizaron una observación arquitectónica en los tejados antiguos del pueblo de Benevento, en Italia, y descubrieron que su diseño optimiza el aislamiento térmico natural. Los estudios de termodinámica y dinámica de fluidos, permite comprender cómo ciertas formas geométricas empleadas en la construcción de viviendas reducen la pérdida de calor durante el invierno.
El estudio demuestra que estos tejados tradicionales no solo tienen valor estético, sino que son ejemplos funcionales de diseño pasivo. Los investigadores identificaron que la geometría del tejado puede regular el flujo del aire interior y actúa como una barrera contra el frío, sin necesidad de tecnologías adicionales. Así, una estructura milenaria se convierte en clave para avanzar hacia la eficiencia energética en viviendas modernas.

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¿Cómo influye la forma del tejado en la eficiencia energética?
El comportamiento del aire dentro del tejado depende directamente de su forma. Cuando el techo presenta un pico inferior a los 0,9 metros de altura, el aire se mueve en un flujo laminar, suave y ordenado, lo que favorece la retención de calor. Sin embargo, al superar esa altura, el flujo se vuelve turbulento y propicia una mayor pérdida térmica.

La geometría cumple un rol importante en el techado para el conservar las temperaturas. Foto: ScienceDirect
Este principio físico, observado en viviendas antiguas, cobra nueva relevancia en un contexto donde la eficiencia energética es esencial. La arquitectura bioclimática y la construcción sostenible encuentran en estas proporciones un aliado inesperado. La forma del tejado, más allá de su función estructural, emerge como herramienta de ahorro energético. Esta visión transforma la forma arquitectónica en un mecanismo activo de aislamiento térmico natural, sin necesidad de materiales caros ni sistemas mecánicos.

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Proporciones ideales del tejado según su altura
El estudio propone dos configuraciones clave que podrían redefinir el diseño arquitectónico en climas fríos:
- Tejados bajos (menos de 0,9 metros de altura en el pico): La base debe ser de tres a cuatro veces más ancha que su altura. Esta geometría asegura una circulación térmica estable que evita vórtices y minimiza la disipación del calor.
- Tejados altos (más de 0,9 metros): Funcionan mejor con forma de triángulo equilátero, es decir, con ancho y altura iguales, permitiendo una distribución uniforme del aire.

Cuando el pico de un tejado tiene menos de 0,9 metros de altura, el calor se disipa en un flujo laminar, predecible y suave. Foto: ScieceDirect
Estas proporciones, presentes en tejados sostenibles del Mediterráneo, coinciden con los principios de la arquitectura vernácula, que durante siglos aplicó conocimientos empíricos para adaptar las viviendas al entorno. Hoy, la ciencia confirma que esta geometría no era casualidad, sino una estrategia de eficiencia energética antes de su tiempo.
Aplicaciones futuras: del hogar a la biomimética
Más allá del ámbito residencial, las conclusiones del estudio abren camino a aplicaciones diversas. La biomimética, que se inspira en estructuras naturales adaptadas al flujo térmico, podría adoptar estos diseños para mejorar la ventilación en vehículos, sistemas industriales o construcciones en climas extremos.
Asimismo, el diseño inspirado en la naturaleza ofrece una vía accesible para reducir la huella de carbono sin depender exclusivamente de avances tecnológicos. Con una simple modificación en la forma del tejado, la arquitectura puede integrar eficiencia energética y sostenibilidad, respetando al mismo tiempo el legado cultural y las prácticas constructivas tradicionales.