Las dos fotos reveladas por la policía de París muestran a un César Vallejo con el rostro adusto de los detenidos. Es 1930 y el poeta ha sido detenido por integrar una célula comunista, y pronto será deportado. El fotógrafo de la policía le ha calado sombrero en una de ellas, probablemente para facilitar la identificación. Ocho años más tarde volverá a la ciudad, a morir.
La palabra adusto que usamos para describir las fotos no explica mucho, pues Vallejo aparece así en varias de las imágenes que se conocen de su rostro. ¿Se ponía así cuando enfrentaba una cámara? ¿O era el gesto habitual de un hombre reflexivo? No conocemos una sola imagen donde brille una sonrisa para el lente.
Quizás lo que solemos ver es más bien seriedad, como en esa foto emblemática de Vallejo con la mano en el mentón. Por lo general sus gestos son como su guardarropas fotográfico, compuesto de trajes para ocasiones formales. La impresión es que a comienzos del siglo pasado la aparición de una cámara era una ocasión solemne. Para eso el poeta se pintaba solo.
Las imágenes que recogen Carlos Fernández y Valentino Gianuzzi sobre Vallejo en Trujillo y Lima confirman todo lo anterior. En el banquete trujillano que ofrece Cecilio Cox hacia 1915; la foto de grupo con la Bohemia de Trujillo 1916; en su primera imagen impresa, 1918; en la foto con Julio Gamboa y Abraham Valdelomar en Lima, ese mismo año.
Las dos imágenes policiales recién descubiertas no mienten. Vallejo no parece estar allí, sino transportado hacia un pensamiento propio. Es lo que se percibe con gran intensidad en medio del agasajo de Cox, 1915, donde no se le ve adusto, sino absorto, indiferente a la cámara y mirando mucho más allá del banquete, al que también asistió Haya.
El más logrado de los tres dibujos fúnebres de Pablo Picasso sobre Vallejo, hechos a partir de fotografías, logró captar su actitud de objetivo ausente. Una filmación en el Congreso de Escritores de 1937 en Valencia muestra a un poeta vivaz, que contrasta con el gesto hierático de las fotografías, que luego repitieron los dibujos.
En una carta de 1938 su amigo Gonzalo More cuenta que acaba de tomar una foto de la tumba de Vallejo (la primera). También hubo un fotógrafo, en este caso anónimo, junto al lecho de muerte. Todavía no sabemos, pero sospechamos, cómo recogió una última mirada.
Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).