La coincidencia de varios libros con el cumpleaños 89 de Mario Vargas Llosa es un merecido homenaje ciudadano. Acaso el que más llama la atención es Su otra gran pasión, de Pedro Cateriano, una suerte de testimonio de parte sobre los momentos más flamígeros en la actuación política de Vargas Llosa. Es una invitación para volver a pensar el tema.
¿Ha sido el escritor una figura política entre nosotros? Más allá de su sonada candidatura presidencial de 1990, que instaló el liberalismo como corriente ideológica, Vargas Llosa ha venido siendo un político renuente. Por cierto no un hombre de partido, a lo más se le ha podido ver cómodo en un entorno de amistades con ideas afines, buena parte del cual ha conservado hasta ahora.
En verdad Vargas Llosa ha venido siendo antes que nada un escritor con algunas ideas sobre política, en el molde francés. Acaso en su mejor momento también un intelectual activista (public intellectual) en la defensa del liberalismo y en la flagelación del izquierdismo en sus aspectos tiránicos. Todo esto llevado a escala internacional. En el Perú su política ha sido el antifujimorismo (por el autogolpe de 1992).
Los ocho años pasados junto a Isabel Preysler invitan a ver a Vargas Llosa como alguien retirado de la política. Sin embargo se mantuvo activo en ese escenario, viajando para apoyar candidatos de derecha, no necesariamente liberales, en diversas elecciones, hace no tanto las chilenas, donde su candidato perdió. Nunca se ha retirado, pero el estilo empezó a ser otro. Algo así como la puesta de su enorme prestigio literario al servicio de sus diversas furias políticas.
Hay algo de hipérbole en llamar a la relación de Vargas Llosa una gran pasión, implicando que ella es paralela y equivalente a la literaria. Hay una diferencia entre opinar sobre política, y actuar en la política. Salvo en la campaña de 1990, el novelista nunca practicó lo segundo, que se sepa.
Lo que ha hecho Vargas Llosa ha sido mantenerse en la tradición de los intelectuales y artistas peruanos, que complementaron sus talentos y carreras con un interés por lo político. Los nombres para ilustrar esto abundan. No hay nada que criticar en ello, y hasta lo podemos saludar, mientras seguimos esperando la biografía política de, digamos, Víctor Raúl Haya de la Torre.
Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).