China devuelve a Estados Unidos tres Boeing 737 MAX que ya estaban listos para ser entregados a aerolíneas
Hace 3 días, y en el marco de una tensión comercial entre ambas naciones, China había ordenado a sus aerolíneas suspender compras y no recibir aviones Boeing de EE. UU.
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El regreso de 3 aeronaves Boeing 737 MAX desde China a Estados Unidos encendió nuevas alarmas en medio de la guerra arancelaria iniciada por el presidente Donald Trump. Los aviones, que ya habían sido ensamblados y asignados a aerolíneas chinas, fueron devueltos sin una explicación técnica clara, según informaron fuentes vinculadas al fabricante estadounidense. El gesto se interpreta como una maniobra política por parte del gobierno de Xi Jinping, en respuesta a las recientes medidas comerciales aplicadas por la administración de Trump.
Esta decisión impacta directamente a Boeing, que desde hace años enfrenta dificultades para reestablecer la confianza del mercado chino tras los accidentes mortales que involucraron al modelo 737 MAX. Sin embargo, más allá de los argumentos formales, el episodio deja en evidencia cómo la tensión entre EE. UU. y China se filtra incluso en sectores estratégicos como el de la aviación comercial.

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¿Por qué China rechazó la entrega de los Boeing 737 MAX?
Las autoridades de aviación civil chinas no ofrecieron una justificación detallada sobre la medida. Desde Boeing, el hermetismo también predomina. Sin embargo, analistas apuntan a razones políticas más que técnicas. “No hay elementos nuevos que expliquen una devolución repentina. Estos aviones cumplían con todos los estándares de entrega”, sostuvo Richard Aboulafia, experto en el sector aeroespacial.
El gesto se interpreta como una señal directa a la Casa Blanca. El presidente Trump intensificó en las últimas semanas su retórica contra Pekín, al prometer nuevas medidas arancelarias sobre productos tecnológicos y acusar a China de manipular el mercado de materias primas. En respuesta, el gobierno de Xi Jinping evalúa contrapesos estratégicos, y uno de ellos parece ser el freno a las compras en sectores clave para Estados Unidos.
Según datos del propio fabricante, Boeing tiene cerca de 85 aeronaves terminadas que estaban destinadas al mercado chino y que no han podido ser entregadas por falta de autorización del regulador local. Este nuevo rechazo no solo retrasa las proyecciones de venta, sino que también envía un mensaje simbólico: el clima de cooperación aeronáutica se encuentra congelado.
¿Qué impacto tiene este movimiento en la guerra de aranceles?
El regreso de los tres Boeing 737 MAX reaviva un conflicto comercial que ha adquirido nuevos matices desde el retorno de Trump a la presidencia de Estados Unidos. Su equipo económico ya anunció que revisará los tratados establecidos durante el mandato de Joe Biden y que reinstalará políticas proteccionistas, especialmente hacia el gigante asiático. “No vamos a seguir permitiendo que China se aproveche de nuestra industria”, declaró Trump esta semana en un mitin en Ohio.
En respuesta, el ministerio de Comercio de China adelantó que revisará todos los acuerdos vigentes con compañías estadounidenses que operan en su territorio, lo que podría extenderse más allá del sector aeronáutico. El anuncio coincide con un repunte en las tensiones sobre la presencia militar de ambos países en el Pacífico y el futuro de Taiwán, elementos que enrarecen aún más el escenario.
¿Cómo responde Boeing a esta creciente incertidumbre?
La compañía norteamericana optó por mantener un perfil bajo, aunque comenzó a reubicar las aeronaves devueltas en su planta de Washington, a la espera de nuevos compradores. “Trabajamos estrechamente con nuestros socios globales para ajustar la producción a las condiciones del mercado”, indicó un vocero oficial de Boeing.
Internamente, la empresa analiza reforzar su estrategia hacia mercados alternativos como India, Emiratos Árabes Unidos y Latinoamérica. La falta de acceso pleno al mercado chino obliga a la firma a redibujar su hoja de ruta. Mientras tanto, la presión política también llega desde el Congreso estadounidense, donde algunos legisladores exigen sanciones comerciales contra China como respuesta a este “acto hostil”, como lo calificó el senador republicano Tom Cotton.