Cultural

Una pequeña obra maestra: “¿Editores? Me friegan los editores” de Lorenzo Helguero

Lorenzo Helguero, reconocido como uno de nuestros poetas más sólidos, ha publicado una novela divertida, la cual, sin duda, será de referencia para los escritores en ciernes. Es una novela oxigena a la narrativa peruana y latinoamericana.

Lorenzo Helguero. Imagen: Captura.
Lorenzo Helguero. Imagen: Captura.

¿Editores? Me friegan los editores es el último libro del escritor Lorenzo Helguero, quien, como bien sabemos, tiene una trayectoria poética no solo sólida, sino del mismo modo reconocida. A saber, para hablar de la poesía peruana de las últimas cuatro décadas, el nombre de Lorenzo Helguero resulta ineludible.

Pero ¿Editores? Me friegan los editores no es un poemario, sino una novela que tiene lo que muchos libros peruanos últimos de narrativa no: humor y tersura en la escritura, principalmente. Esta novelita de 113 páginas no ha recibido la atención que merece, lo cual es raro debido al posicionamiento del autor en el circuito literario.

Misterios y posibles mezquindades de lado, ¿Editores? Me friegan los editores es una novela que dice mucho en sus sencillas coordenadas: Leonardo Herrera es un escritor con talento que cuenta la historia editorial de cada uno de sus seis libros (Tickets, El abismo de la serpiente, La vida exagerada de Ramón Martínez, El arte del asesinato, Segundo B y En el nombre del padre). Esta historia editorial no es un ajuste de cuentas, como podría deducirse del título, con los editores irresponsables y fenicios con los que se ha topado (esa parte es solo la descripción de una conducta de gestión que no se da únicamente en Perú), sino el registro del estilo de Leonardo Herrera (cada libro es un homenaje a la poesía, el cuento, la novela y el híbrido) y, principalmente, un testimonio de acontecimientos de vida que han coincidido con el proceso de escritura de sus libros.

Leonardo Herrera se presenta tal cual. Es escritor porque le gusta escribir y leer. A este oficio le dedica tiempo y es, además, profesor de literatura (tanto en Lima como en Estados Unidos) y, como todo creador, anhela ser reconocido (fin lícito). En lugar de romantizar el oficio literario o creativo (Leonardo Herrera puede ser igualmente un artista plástico, un director de teatro o un director de cine), lo que hace Lorenzo Helguero es aterrizar su práctica en la cotidianidad a la que aborda con su mejor herramienta: el humor.

Toda la obra de Helguero está signada por el humor, pero su humor no es chacotero (lamentablemente, no pocos autores lo entienden de esa forma), por el contrario, es un humor con humanidad, el cual en esta ocasión se potencia con un personaje empático, a quien en su vida editorial le suceden injusticias y, pese a ello, no se envilece por estar precisamente conectado con su mundo interior, el cual no es una maravilla (no tiene que serlo), pero es su mundo interior y es coherente con él. Este factor lo hace verosímil y muy alejado de la figura del escritor triste, asado, revolucionario, indignado, etc., que vemos en estos lares y en el imaginario hispanoamericano.

La vida de un artista no es distinta a las otras existencias. Leonardo Herrera puede ser cualquiera que tenga problemas: tiene conflictos familiares, se enamora de su amiga, pretende cuadrar a quien le estafa o le promete algo que no es. La configuración moral de Leonardo Herrera destaca a la hora de enfrentar estas situaciones.

No es exageración: Lorenzo Helguero ha escrito una pequeña obra maestra, y no solo para la narrativa peruana, llena de vitalidad y que hace uso de técnicas narrativas que no se presentan como tales debido a la fluidez de la escritura (lo que nos revela una actitud ante ella por parte del autor).

No imagino a ¿Editores? Me friegan los editores entre los títulos más promocionados o vendidos, pero sí como referente, en primer lugar, para los escritores en ciernes (para los que aparecerán a partir de 2028, según mis cálculos). Y, en segundo lugar, como recomendable lectura de divertimento para todo buen lector que, sin duda, se carcajeará como yo lo hice mientras lo leía.