Segundo poemario de Gabriel Gargurevich Pazos: “Pogo en el bosque”
“Su urgencia es la urgencia de la exploración del deseo y de la expiación de las culpas, y su aliento es el de la cacería desesperada e imposible de visiones salvíficas en medio de la jungla urbana, la terrible Lima, de la que siempre se quiere escapar”. Diego Otero.
En Pogo en el bosque (Francisco León Editor), su segundo libro de poesía, el periodista Gabriel Gargurevich Pazos aplica El arte de los vínculos consigo mismo, en aras de obtener la información más recóndita de su ser, esa que tiene que ver con Eros y Tánatos, o el amor y la muerte, la creación y la destrucción, temas que se expresan en las emociones de todo ser humano.
Gargurevich Pazos ha publicado antes poesía. Serpiente Underground estuvo prologado por Roger Santivañez. También escribió una novela, Más de la cuenta, y un libro de perfiles, 8 Mujeres. Retratos de peruanas que encontraron el éxito (y el poder). Pogo en el bosque cuenta con un prólogo escrito por Julia Wong; los comentarios están a cargo de José Antonio Mazzotti y Diego Otero.
Este es uno de esos libros que no se parecen a nada: un libro cuyo estilo y cuyos temas casi no tienen que ver con la tradición de la poesía peruana, ni con ninguna tradición, quizá, salvo esa delgadísima y afilada vertiente de rockeros (ahí están Bob Dylan, Leonard Cohen y Luis Alberto Spinetta, pero también Nick Cave o Shane MacCogan) que se sientan frente al escritorio para testificar su propia combustión. Sí: Gabriel Gargurevich es el ex frontman de una legendaria banda de punk rock y “Pogo en el bosque” es un libro que lleva esa impronta: su urgencia es la urgencia de la exploración del deseo y de la expiación de las culpas, y su aliento es el de la cacería desesperada e imposible de visiones salvíficas en medio de la jungla urbana, la terrible Lima, de la que siempre se quiere escapar. ¿Qué le queda al lector o a la lectora al final de este vertiginoso conjunto de poemas? Pues no poco: la sensación de haber realizado un viaje a la selva y al mar al mismo tiempo, la posibilidad de la ternura y el consuelo más puros bajo los latigazos del dolor y las cadenas de la miseria moral, y sobre todo un puñado de imágenes reveladoras, reverberantes, que nos dicen una y otra vez que estar en el mundo es una experiencia absurda y mágica. Una experiencia que –si abrimos los ojos lo suficiente– bien vale la pena ser vivida.
Diego Otero.
Pogo en el bosque es un verdadero “viaje a la semilla” poética, representada en una primera apariencia en la selva que se extraña y se opone a la urbe criolla, llena esta de sus vicios, sordidez, angustia y pequeñas violencias y ascos cotidianos. Pero en una segunda mirada el pogo o baile "punk" de los árboles saltando y golpeando sus caderas es un escenario interior en que el poeta descubre las lianas y las fibras de su propia identidad, sin llegar nunca a aprehenderla del todo. El lenguaje es por momentos ríspido y a la vez tremendamente rítmico (como un pogo), subiendo y bajando desde la vulgaridad hasta lo sublime. Gabriel Gargurevich ha creado un universo en que, como el famoso cuadro "La jungla" de Wilfredo Lam, las piernas y los brazos se confunden con troncos y ramas, el follaje con las cabelleras alocadas, y el cimbreo es un baile que nos regresa a nuestra esencia primordial, que no es ni animal, ni vegetal ni mineral: es, simplemente, sin adjetivos, como el Vallejo que sufre solamente. Este segundo libro de GG apuesta por una renovación del lenguaje poético peruano sin traicionar sus raíces verbales ni su entorno histórico y cultural, pero que lo niega y lo trasciende, revelando, desgarradamente, sus miserias heredadas.
José Antonio Mazzotti.
(NdP).