Descubren evidencias que un dinosaurio acorazado y con cola de martillo caminaba por América hace millones de años
Paleontólogos en Canadá hallaron pisadas fosilizadas de unos dinosaurios acorazados del Cretácico. Esta especie de casi 6 metros de largo, vivió hace más de 100 millones de años en América del Norte.
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Hace 100 millones de años, un dinosaurio acorazado que poseía una cola de en forma de martillo dejó sus huellas en lo que hoy es el oeste de Canadá. A falta de fósiles óseos, un equipo internacional de paleontólogos logró identificar la existencia de esta nueva especie gracias a pisadas fosilizadas halladas en la región de Tumbler Ridge y en el noroeste de Alberta. Este descubrimiento no solo llena un vacío en el registro fósil, sino que revela que estos herbívoros blindados, conocidos como anquilosaurios, ya habitaban América del Norte durante el Cretácico medio.
El nuevo icnotaxón (nombre otorgado a especies identificadas por sus huellas) fue denominado Ruopodosaurus clava, en alusión al terreno rocoso donde fue encontrado y a su característica cola en forma de maza. La evidencia confirma que estos dinosaurios blindados, dotados de una poderosa arma ósea al final de su cola, compartían su ecosistema con otros miembros de su familia, los nodosáuridos, que carecían de esta adaptación defensiva.

Paleontólogos aplican consolidantes a una huella del espécimen tipo de Ruopodosaurus antes de hacer un molde de silicona. Foto: Royal BC Museum
¿Cómo son las huellas descubiertas de anquilosaurio?
A diferencia de las pisadas conocidas del género Tetrapodosaurus borealis, que presentan cuatro dedos, las huellas de Ruopodosaurus clava muestran una inusual configuración tridáctila. Este detalle anatómico resultó esencial para diferenciarlas y vincularlas con un tipo distinto de anquilosaurio, más específicamente con los que portaban una cola de maza, rasgo que no compartían sus parientes nodosáuridos.

Las primeras huellas tridáctilas del anquilosaurio Ruopodosaurus halladas en Tumbler Ridge, Columbia Británica. Foto: Journal of Vertebrate Paleontology
La ausencia de fósiles esqueléticos en América del Norte correspondientes al intervalo entre 100 y 84 millones de años había generado incertidumbre entre los expertos. Este vacío, conocido como “hiato anquilosáurido”, sugería que los dinosaurios acorazados podrían haber desaparecido temporalmente del continente. No obstante, las huellas fósiles de Ruopodosaurus clava contradicen esa hipótesis.
Las impresiones fueron halladas en diferentes niveles de relieve y documentadas mediante moldes de silicona y modelos digitales 3D. Algunas conservan detalles excepcionales, como marcas de piel. Este nivel de preservación no solo brinda pistas sobre la morfología del animal, sino también sobre su interacción con el entorno.
¿Cómo era el hábitat de los anquilosaurios?
Las huellas fósiles fueron descubiertas en formaciones geológicas del Cenomaniense, lo que sitúa el hallazgo entre los 100 y 94 millones de años atrás. En ese tiempo, el oeste de Canadá era una llanura deltaica repleta de lagos, canales fluviales y zonas pantanosas con vegetación densa. Este tipo de paisaje permitía que los dinosaurios herbívoros acorazados dejaran marcas profundas en los sedimentos blandos.

Huellas de una mano y pie derecho fosilizadas. Foto: Journal of Vertebrate Paleontology
El análisis del entorno ha permitido entender mejor cómo estos gigantes de entre 5 y 6 metros de largo, y varias toneladas de peso, convivían con otros dinosaurios del Cretácico medio. La presencia simultánea de anquilosaurios y nodosáuridos sugiere diferencias en su alimentación, comportamiento y distribución, claves para su coexistencia en un mismo ecosistema.
Este hallazgo también invita a reevaluar huellas tridáctilas previamente atribuidas a ornitópodos o terópodos. Es posible que algunas de estas correspondan, en realidad, a otros anquilosaurios desconocidos hasta ahora.
Un yacimiento paleontológico por explorar en Canadá
Desde que se detectaron las primeras huellas en Tumbler Ridge a inicios de los 2000, esta zona de la Columbia Británica se ha consolidado como uno de los enclaves más prometedores para la paleontología en Canadá. El trabajo sostenido del Museo de Tumbler Ridge, en colaboración con instituciones nacionales e internacionales, ha convertido la región en una referencia para el estudio de huellas de dinosaurios.
El descubrimiento de Ruopodosaurus clava, publicado en la revista Journal of Vertebrate Paleontology, fue posible gracias a la investigación liderada por la paleontóloga Victoria Arbour del Royal BC Museum. La participación de científicos locales, así como el hallazgo ocasional de huellas por parte de ciudadanos e incluso niños, demuestra la importancia del acceso público a los entornos naturales y la educación científica.
Además, este tipo de hallazgos refuerzan teorías sobre conexiones faunísticas entre Asia y América del Norte durante el Mesozoico. Algunos expertos consideran que el dinosaurio con cola en forma de maza hallado en Canadá podría haber tenido similitudes con especies asiáticas como Gobisaurus o Jinyunpelta, lo que refuerza la hipótesis de intercambios biogeográficos a través de antiguos puentes de tierra.