Agencias

Cardenal español de Rabat no quiere a un "imitador de Francisco" como nuevo papa


El cardenal Cristóbal López Romero confiesa estar curioso e inquieto ante su primer cónclave, que elegirá el sucesor del papa Francisco. Su voto lo decidirá en la Capilla Sixtina, adonde llega convencido de que no quiere a un "imitador" del pontífice latinoamericano.

López Romero nació en España hace casi 73 años y tiene también la nacionalidad paraguaya. Desde 2017 es arzobispo de Rabat, donde asegura ha vivido "una conversión" en la forma de asumir su ministerio.

"A duras penas confieso a una persona cada seis meses", dice risueño a la AFP -el islam es la religión mayoritaria en Marruecos. "Eso me ayudó a descubrir que yo no estaba para servir a la Iglesia, sino que, siendo Iglesia, ponerme al servicio del mundo, en este caso del mundo musulmán".

Está en Roma para el cónclave convocado tras la muerte de Francisco, que creó su cardenalato en 2019.

"No he decidido nada", se apresura a decir este salesiano nacido en la provincia española de Almería.

"Creemos en el Espíritu Santo y veremos lo que él nos indica y hacia dónde tenemos que ir"; el próximo papa "no necesariamente tiene que ser un Francisco bis, un imitador de Francisco. Yo me conformo con que sea un buen imitador de Cristo, que sea un buen cristiano, una buena persona y esté atenta a lo que pasa en el mundo".

- "Candidaturas abiertas" -

López ha participado de las reuniones diarias en las que los cardenales debaten las prioridades y desafíos para el futuro de esta institución de 2.000 años.

El martes una veintena de purpurados tomó la palabra. "Escuchamos a personas que a lo mejor nunca habíamos escuchado hablar (...) y eso orienta", explica.

"Cuando una persona habla, se retrata; digamos que se muestra, no puede disimular".

Esa información la lleva en el equipaje a la residencia de Santa Marta, donde vivió Francisco y donde se aloja ahora él junto a otros 132 cardenales mientras dure el cónclave.

"Yo mantengo las candidaturas abiertas. Me reservo ya para, cuando estemos dentro de la Capilla Sixtina, tomar la decisión de a quién darle mi voto y después ver cómo van las cosas", apunta el purpurado que se nacionalizó paraguayo tras vivir casi dos décadas en ese país.

¿Cómo encara su primer cónclave? "No estoy nervioso, pero estoy curioso", responde. "Un poco inquieto porque sé la responsabilidad que esto supone, pero tranquilo porque creo en el Espíritu Santo, yo me lo creo".

"Lo encaro con cierta alegría y cierta curiosidad de ver cómo van las cosas", reconoce.

Coincide con otros colegas en que la reunión "puede durar dos o tres días". "No creo que más (...). Ya son muchos días los que llevo fuera de Marruecos y tengo ganas y necesidad" de volver.

La elección que llevó a Francisco en 2013 a la Silla de San Pedro tomó dos días, la misma duración que la de su predecesor, Benedicto XVI, ocho años antes.

- "No existen fronteras"

El cardenal, que también trabajó en Bolivia, apoya una iglesia misionera, una línea promovida por Francisco durante su pontificado, en el que creó además cardenalatos en zonas históricamente marginadas por la Iglesia católica.

"Gracias al papa Francisco esto se ha visto mucho más claro, que la Iglesia es universal, católica, que no existen fronteras geográficas que nos limiten", señala.

Y en medio de la pasión que ha despertado el cónclave, entre apuestas, quinielas y leyendas urbanas, el cardenal no descarta que el próximo papa sea de estas zonas olvidadas del mundo.

"Después de 50 años de un papa polaco, un papa alemán y un papa argentino, por qué no pensar en un papa que sea de Myanmar, de Timor o de Australia, o de Norteamérica, o de África. Todo está abierto", señala.

Él mismo puede ser elegido, aunque no lo desea: "Es como si me dijesen que Messi se va a retirar y yo soy el substituto".

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