Mario Vargas Llosa: poderosas huellas, por Diego García-Sayán


Nada de lo que se ha dicho, en ese espacio de elogios, sobre el merecidísimo Premio Nobel a Mario Vargas Llosa diga es o será excesivo. Solo puedo añadir, desde mi vivencia personal y de lector atento, lo crucial que fue en él la disciplina y la devoción absoluta por el oficio de escribir. Y el dinámico contacto interactivo con la realidad, peruana y latinoamericana.

Podría mencionar muchos ejemplos. Pero me detengo en La guerra del fin del mundo. Extraordinaria novela sobre el conflicto de Canudos en Brasil, a fines del siglo XIX. Novela que jamás hubiera podido existir sin un estudio previo, paciente y minucioso. Obra monumental solo posible con esa genialidad de Mario, construida sobre una sólida documentación histórica y de comprensión profunda del drama humano.

Estudió con detenimiento Os Sertões, la densa y árida crónica de Euclides da Cunha, ingeniero militar. Sin embargo, de ese texto espeso y algo impenetrable, Vargas Llosa extrajo una de las mejores novelas contemporáneas en castellano. Una hazaña literaria: transformó esa aridez moral, política y humana de una intensidad deslumbrante.

O El sueño del celta. Genial obra que nos enfrenta con las atrocidades cometidas en la región del Putumayo durante el auge del caucho. Allí, de nuevo, su rigor: reconstruyó con precisión los hallazgos de Roger Casement, diplomático británico enviado por el Foreign Office en 1910 a investigar los abusos cometidos por la Peruvian Amazon Company, firma registrada en Londres pero controlada desde Iquitos por Julio César Arana. Mario supo darle voz y contexto a una historia que en Perú apenas se conocía. Y lo hizo con la hondura de quien no solo investiga, sino que se compromete.

Compromiso cívico

Más allá de la literatura: su huella profunda en la vida cultural y cívica del Perú. No me refiero sólo a su candidatura presidencial (1990), sino a su involucramiento en momentos clave de nuestra historia.

Lo de la candidatura, la registró el mismo (“Pez en el Agua”). Refirió allí la generosa invitación que me hizo, durante la campaña, para que yo desempeñase una función importante en su “futuro” gobierno.

Otro: la investigación de la muerte violenta de ocho periodistas en Uchuraccay, Ayacucho, 1983. El presidente Belaúnde Terry le encargó presidir la comisión investigadora. Mario asumió esa tarea con independencia e integridad. Actuó con rigor, sin oportunismos, guiado por una voluntad de verdad.

Sus conclusiones —en su momento controversiales— fueron años más tarde confirmadas por la Comisión de la Verdad y Reconciliación.

El Lugar de la Memoria

Años después, en 2009, como lo ha recordado en esta página Marisol Pérez Tello, Mario aceptó presidir la comisión que impulsó la creación del Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social (LUM). Aceptar esa responsabilidad no fue un gesto menor. En un país aún crispado, lleno de heridas abiertas y de negacionismos interesados, ese paso implicaba coraje cívico y una profunda convicción democrática.

Su prestigio internacional y su autoridad moral permitieron aportes serios para crear ese espacio legítimo, abierto, plural. Recuerdo con especial afecto el día de la transición (2011), cuando me tocó suceder a Mario en la conducción de un nuevo equipo que debía concluir el diseño conceptual, curatorial y arquitectónico del LUM. Aquella mañana nos habíamos reunido en su casa. Un encuentro sereno, cálido, profundamente simbólico. Conversamos largo. Me pasó “la posta”, pero con visible confianza generosa, confiando en la continuidad de un proyecto mayor.

Desde entonces, el LUM ha sido —y sigue siendo— un lugar vivo, amenazado por la intolerancia y los extremismos, sí, pero defendido por quienes creemos en la memoria como fundamento del porvenir.

¡Honor a Vargas Llosa!

Lecturas fundacionales

Quienes fuimos jóvenes universitarios en los años 60 y 70, nos formamos con Vargas Llosa. Parte esencial de nuestra educación intelectual y sentimental. Leíamos ávidamente La ciudad y los perros, Conversación en La Catedral, La casa verde. Esas páginas no eran solo novelas: eran herramientas para entender el país, interrogar al poder, confrontar las trampas del autoritarismo.

Nos enseñó que escribir —y leer—también puede ser un acto “político”, una forma de compromiso con la realidad. En su prosa rigurosa, precisa, vibraba una mirada crítica sobre las instituciones, la violencia, las desigualdades. Y también una búsqueda constante de libertad.

Junto a Cortázar, García Márquez, Fuentes, y otros del “boom”, Vargas Llosa fue parte esencial de ese despertar cultural de América Latina. Irrupción que fue un punto de partida, una invitación a pensar, a crear, a imaginar otros mundos posibles. Su legado sigue vivo, marcando generaciones. Como la mía, que encontró en él no solo un autor brillante, sino un referente ético.

Su Barranco querido…

El Malecón Paul Harris en Barranco, donde tenía su casa, es un lugar lleno de luz y de mar. En Cinco esquinas, una de sus últimas novelas, ese malecón aparece como escenario. Coincidencia entre ficción y realidad, Lima convertida en personaje. Nos cruzábamos a menudo caminando, al atardecer. Siempre amable, siempre cortés. Nos saludábamos, a veces conversábamos unos minutos. Y aunque sus caminatas se fueron espaciando con los años, quedaba esa presencia tranquila, discreta, de vecino ilustre.

Un adiós agradecido

Vargas Llosa no solo renovó el lenguaje narrativo, nos ayudó a pensar el poder, la violencia, la fragilidad humana. Obra vastísima, compleja, luminosa. Y también gestos cívicos, que no deben olvidarse.

¡Gracias, Mario! Te vamos a extrañar, sí. Pero también te seguiremos leyendo. Y, con cada lectura, seguiremos encontrando y construyendo un Perú mejor.

Diego García Sayán

Atando cabos

Abogado y Magister en derecho. Ha sido ministro de Relaciones Exteriores (2001- 2002) y de Justicia (2000- 2001). También presidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Fue Relator Especial de la ONU sobre Independencia de Jueces y Abogados hasta diciembre de 2022. Autor de varios libros sobre asuntos jurídicos y relaciones internacionales.