No creo que lleguemos al punto que le da el título a esta columna, pero, la situación en la que nos encontramos, vaya que se le parece. En varias columnas anteriores he dicho lo obvio: no es Lima tradicional la que está sufriendo los estragos de las extorsiones a granel. Esa Lima de Miraflores, La Molina, San isidro, Jesús María etc, acaso se siente, en estos días, más burbuja que nunca. Son los distritos enormes, la nueva Lima, el verdadero y abundante coto de caza de los bandidos: Comas, San Martín de Porres, Los Olivos, Independencia, San Juan de Lurigancho, entre otros. Precisamente, aquellos distritos pujantes, llenos de sobrevivientes que siguen estando abandonados por el estado. Aquellos distritos en los que, como diría el sabio Matos Mar, encuentran en la informalidad, porque no les queda otra, la manera de tener casa, trabajo, negocio, de no morir de hambre. Se ajustaron ciertas cuentas gracias al desahogo social de la informalidad, sin embargo, la vida ha dado, de un tiempo a esta parte, un vuelco cruel.
Entonces surge una pregunta:
¿Existe una relación directa entre la naturaleza, mayormente informal, (alrededor del 70% de nuestra economía) y el incremento de las extorsiones?
Respuesta compleja. Lo cierto es que la criminalidad hoy está arrasando con el mundo informal del Perú. Si dejamos del lado los colegios y al sector formal, que es pequeño, dentro del emprendedurismo profundo, son las empresas de transporteinformales, colectivos, combis piratas, mototaxistas con o sin brevete, peluquerías o barberías sin licencia que no dan recibo, orquestas de musicales que cobran en negro, bodegas en las mismas, restaurantes, pollerías, cevicherías de barrio, vendedores ambulantes, parqueadores, consultorios, etc, etc las nuevas víctimas. Según la Policía Nacional del Perú (PNP), los comerciantes lideran la lista de víctimas de extorsión. Las modalidades más comunes incluyen el cobro de cupos y el esquema "gota a gota", donde se ofrecen préstamos informales con intereses exorbitantes y amenazas de violencia. No obstante, son los transportistas y sus también sufridos pasajeros, que en esta Lima sobreviviente ya pasaban, antes de las extorsiones, horas inhumanas en los buses, quienes protagonizan los casos más ruidosos.
Estas múltiples maneras de sobrevivencia son especialmente vulnerables porque carecen de los recursos para protegerse adecuadamente. Además, la falta de un plan centralizado y efectivo para combatir la delincuencia agrava la situación. Es sabido que los alcaldes de esos distritos no se cansan de denunciar que el gobierno central no proporciona suficiente apoyo ni recursos para enfrentar este problema, lo que deja a los emprendedores en una posición aún más precaria. Ahora, para sobrevivir, además hay que pagar cupo.
En conclusión, los empresarios informales en Perú tienden a ser más vulnerables a las extorsiones, a la dinamita, a las granadas, a los disparos, a los sicarios, a las cartas amenazantes, a los mensajes de whatsapp. A diferencia de las grandes empresas o negocios formales consolidados, no tienen acceso a medidas de protección, lo cual se suma a la eterna ausencia de regulación formal eficiente que podría ofrecerles mayor seguridad. Sí, extorsionar es mucho más fácil que asaltar, menos riesgoso y más “barato”. Hacer caja chica con la extorsión es el nuevo, pero, oscuro, gran emprendimiento del hampa, debido a que sus víctimas, si bien no tienen mucho dinero, representan ingresos pequeños pero constantes para estas organizaciones criminales que pueden ser constituidas solo por dos o tres malandros juveniles de barrio. Plata al toque, facilito. Paga cupo o te mato, a ti, a alguien de tu familia, o a alguien que trabaja para ti. Que los buses se pongan láminas, que la gente se arme, que todos disparemos, que los delincuentes peruanos maten a los extranjeros, en fin, son las brillantes soluciones propuestas por nuestros brillantes congresistas. Ministerio Público y Ejecutivo enfrentados. ¿Reforzar, dentro de la ley, el sistema de Inteligencia? Nada de nada. Agárrense que ya viene la campaña electoral y sus penas de muerte a granel.
René Gastelumendi. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.