Hoy no me iré, me iré mañana, por Mirko Lauer

Boluarte y el Congreso que la apoya son impopulares desde el inicio. Los escándalos han hecho cierta mella, pero en lo estadístico no parecen haber modificado nada.

El tono de los mensajes por TV de Dina Boluarte ha cambiado. Ahora ellos están casi totalmente referidos a los problemas de su propia imagen, y empiezan a ser ásperos. Están dedicados a resondrar a sus enemigos políticos, reales o supuestos. Hay al fondo de cada uno un retintín de amenaza, y otro de inocultable prepotencia.

Todo esto lleva a pensar que a Boluarte y su gente les gustaría mucho mantenerse en el poder, por lo menos un trecho más. Además del gusto natural por seguir gobernando, están las amenazas de quienes les pronostican prisión a todos los que parten en 2026. ¿Qué puede hacer la presidenta frente a esta situación? En realidad muy poco. Pero algo hay.

Cinco por ciento de aprobación más los recursos del Poder Ejecutivo algo valen a la hora de proponer alguna forma de alianza. Pero si la aprobación sube, eso mejoraría las cosas. Boluarte cree que eso puede lograrse lanzándose contra el Poder Judicial que la investiga. Pero en eso ella podría estar equivocada. Que revise los orígenes del problema.

Boluarte y el Congreso que la apoya son impopulares desde el inicio. Los escándalos han hecho cierta mella, pero en lo estadístico no parecen haber modificado nada. Por un tiempo ella se ha esforzado por ser la investigada modelo, y asistir a las citas de la Fiscalía. Pero ahora nos ha informado que ya se está cansando.

Siempre está el recurso de postergar la convocatoria a elecciones, y así demorar el inicio de la condición de gobierno pato cojo. No es una solución para nada, pero permite ir viendo si mejoran las cosas. Incluso puede aparecer el socio electoral que no se asusta con un cinco por ciento de aprobación terminal.

De otra parte, ¿cuál sería la reacción ciudadana a una simple postergación de las elecciones mismas? Digamos entre un semestre y un año. Pero para eso Boluarte tendría que encontrar un muy buen argumento, que no está a la vista. Aun así, la protesta sería muy fuerte. Por eso, quizás, el tono áspero de los mensajes de Boluarte: una advertencia.

Pero si quiere quedarse, aunque sea un poco más, sus ministros del Interior y PCM son claves, en cuanto alfiles sacrificables. Cambiarlos sería, pensamos, un gesto de resignación. Mejor usarlo para el debut de Ciudadanos por el Perú, el fraterno partido de Boluarte.

Mirko Lauer

Observador

Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).