Alfredo Alcalde: “Muchos críticos de arte se prestan a escribir de obras que no valen la pena”
Alfredo Alcalde apareció como artista en los años 80 y desde entonces ha forjado una obra con perfil bajo, ajeno a las distracciones. Su obra pictórica es, en la actualidad, un motivo de inspiración para los más jóvenes. Atentos a lo que dice.

El reconocido pintor Alfredo Alcalde recibe a La República en un momento especial. Alfredo Alcalde se encuentra trabajando en cuadros de formato grande que expondrá en los próximos meses en México vía la Fundación Sebastián.
En tiempos en donde la frivolidad gana terreno en la creación, escuchar a Alfredo Alcalde nos ayuda a tener una perspectiva real de lo que se nos dice que es y que, finalmente, no es. Atentos a sus palabras.
-Desde hace un tiempo, veo y escucho a muchos jóvenes artistas que se refieren a ti como maestro.
-Posiblemente lo que haya producido una especie de ruptura, se deba a que aún nosotros somos clásicos en aferrarnos a una corriente que tiene todo un postulado, todo un manifiesto político e intelectual. En la última muestra, en la que participé, di unas palabras y señalé que era fundamental tener una trinchera en donde uno realmente haga valer sus pensamientos, sus propósitos. Yo estoy convencido de que tenemos que seguir siendo artesanos de nuestras propuestas pictóricas, sin dejar de lado el contenido de la obra, la cual cada vez tiene que ser llevada de una manera dual, con altura, con madurez y con una gran responsabilidad.
-¿A qué te refieres cuando dices artesano?
-Por ejemplo, las últimas generaciones quieren convencernos de que ser un buen dibujante es estar muy vinculado al dibujo anatómico, que solamente nos va a llevar hacia un mundo bastante hedonista, bastante simple de compenetrarte con la temática. El movimiento Romántico justamente tiene el propósito de llevarnos al camino de la comunicación por medio del arte, con obras que toquen tus emociones y amplíen tu percepción del mundo.
-Hoy en día veo mucha confusión entre la técnica y el talento.
-Pienso en los hiperrealistas, que no exactamente demuestran un talento, porque el talento es una cosa mucho más compleja, sino una habilidad y probablemente esta habilidad obedezca a que no hay un sueño con proyección, que no entiendan que el arte realmente es un compromiso, una forma de acercarnos al espectador, no solamente a los ojos sino al alma. El artista de hoy tiene que comprometerse con interpretar, de una u otra manera, todo lo que va sintiendo ese ser que va alimentándose de toda esa realidad que lo va a motivar.
-Hablamos del artista en función a un contexto y tu obra se nutre de un contexto. Lo político y la denuncia están en ella.
-El artista siempre va a ser político, no hay ninguna manifestación artística o literaria donde no esté presente el hombre político. Dejar de hablar o contemplar o reflexionar sobre la realidad actual no nos hace menos políticos. La indiferencia también te hace un ser político, pero de la otra orilla, aquella que quiere que se mantengan las cosas como están. No olvides que en Perú tenemos entre 9 y 10 millones de personas que viven en extrema pobreza y el hecho que no lo veamos no significa que no sea dramático.
-Tu obra invita a la reflexión. Estamos en tiempos en los que tenemos poco tiempo para detenernos y pensar.
-Yo invito a que, mediante el realismo, sigamos insistiendo en ser muy reflexivos, porque tanto los movimientos del pueblo y los movimientos de izquierda tienen una crisis en el mundo porque precisamente no hay un buen entendimiento de la crisis que está pasando.
-¿Cómo ves al arte hoy? No solo me refiero a Perú.
-Actualmente, en el mundo no se está haciendo un arte que trascienda. Hay muchos pintores, cada vez hay mucho más pintores, que nos van a estar llevando al mundo de la belleza formal, a los colores, a movimientos como el minimalismo y esas cosas. En la actualidad, son muy pocos los artistas que pueden tocar la fibra y nos involucren con los acontecimientos. Hace unos días leía los postulados de un gran crítico sobre la crisis de las corrientes realistas en algunos países. Decía que no solamente el Estado pone trabas a los artistas, sino también la crítica. La crítica a veces tiene unas terminologías que son muy sentenciosas, como si estuviera preocupada por el contenido y se olvidara de la parte estética. Por eso te decía que tenemos que ser buenos artesanos de nuestras propuestas pictóricas. No hay que descuidar el oficio y la técnica, son elementos que nos van a permitir expresar nuestros ideales.
-¿La crítica de arte está a la altura de los acontecimientos?
-La vez pasada conversaba con un grupo de jóvenes pintores. Les dije que los primeros críticos de su obra deben ser ustedes mismos, porque hoy no tenemos una crítica responsable. El crítico asume su rol como si fuera un trabajo y no como lo que debería ser: una misión. Muchos críticos se prestan a escribir de obras que no valen la pena.
-Es decir, no influyen como se cree.
-Hoy en día, el crítico no es decisivo en la trascendencia de una obra.
-¿Por qué se ha desgastado la figura del crítico?
-Hoy se intenta despolitizar el contenido de una obra y a partir de eso el crítico deja de tener un juicio alturado. Hace más una reflexión sobre las técnicas, la vida del artista, pero no explora la autenticidad del artista porque lo llevaría a manifestar una postura política. Arguedas escribía de arte y no se hacía problemas con manifestar su posición política.
-¿Las redes sociales dañan a los artistas?
-No es de ahora. En los 80, muchos de mis colegas recurrían a los diarios y las revistas como una posibilidad de inspiración. Debemos tener cuidado con el horizonte tecnológico, yo prefiero apostar por un horizonte de seres humanos, en donde vas a encontrar seres que tienen emociones, ilusiones, aciertos, desaciertos, errores, sueños y complejidades.
-Aterrizado en la vida.
-Yo prefiero estar abajo, con los zorros de abajo que estar arriba en el escenario, donde están las luces, y que no te dejan ver ni oler ni percibir con autenticidad lo que pasa realmente en el campo de batalla. Desde muy joven decidí estar concentrado en mi pintura. Es la obra la que va a hablar. Desconfío de los que hablan de su propia obra.