Juan José Santiváñez y el miedo de Dina Boluarte

Ministro censurado por su responsabilidad ante la ola criminal en el país es repuesto en el gobierno.

La reincorporación de Juan José Santiváñez a la administración de Dina Boluarte resulta, además de sorprendente e indignante, sintomático de la situación en la que se encuentra la presidenta frente a quienes la mantienen en el gobierno.

Que Santiváñez sea contratado como jefe de la Oficina General de Monitoreo Intergubernamental del Despacho Presidencial no solo parece ignorar a los miles de ciudadanos que protestaron para exigir su salida en el Ministerio del Interior tras su fracasada gestión contra la criminalidad, sino que también refleja una movida política a todas luces torpe.

Quien en otro tiempo se hubiera dedicado más a la defensa legal y política de la mandataria que a atender la delincuencia que ha tomado la vida de los peruanos, hoy regresa, sin ningún tipo de pudor, a comandar al gobierno desde adentro.

La decisión de reinstalarlo en un cargo estratégico a la interna de la gestión del Ejecutivo supone naturales dudas sobre el verdadero rol que Santiváñez cumplirá. Así también este nombramiento pretende convertirse en una forma de “pecheo” del Ejecutivo contra quienes desde el Congreso aprobaron la censura del exministro. Es decir, intentan medir fuerzas.

Además, esto ocurre en un contexto en el que el Mininter -cartera que dirigió hasta el 21 de marzo pasado- viene desacatando abiertamente observaciones de la Contraloría sobre la compra de un avión brasileño que no cumple los requerimientos técnicos que precisan la PNP.

¿Estamos ante un hombre de confianza que se encargará de vigilar a una administración cuestionada, o es un peón en un juego que procura ser más grande con miras a obtener más réditos económicos provenientes de la corrupción?

Por lo pronto, los únicos parlamentarios que siguen validando de cerca la actual gestión son los de Alianza para el Progreso, el fujimorismo y Perú Libre, quienes bloquearon cualquier inicio de pesquisa sobre los casos Rolex mientras siga en el poder.

Y, en ese camino, los escándalos de presunta corrupción siguen saltando a la vista de los ciudadanos y del propio Parlamento. Así, esta designación errática empieza a convertirse en un plato caliente que será difícil sostener.

La reaparición de Santiváñez, abiertamente impune, es torpe porque finalmente proviene del miedo. Se trata de un temor palpable a ser fiscalizados y, cómo no, expulsados del poder del que hoy abusan.