De Asia a América Latina: este es el recorrido de las ciudades que se están hundiendo en pleno siglo XXI
El hundimiento del suelo está afectando a ciudades de todo el mundo, desde Asia hasta América Latina y Europa, lo que pone en peligro millones de viviendas e infraestructuras.
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En el siglo XXI, varias ciudades en distintas regiones del mundo están enfrentando un fenómeno silencioso pero devastador: el hundimiento del suelo. Este proceso, conocido como subsidencia, afecta tanto a grandes urbes asiáticas como a importantes capitales latinoamericanas, e incluso a ciudades históricas en Europa y zonas costeras de África. La combinación de extracción excesiva de agua subterránea, urbanización sin control y el cambio climático ha puesto en riesgo la estabilidad de millones de viviendas e infraestructuras críticas.
La preocupación es global. Desde Yakarta y Ciudad Ho Chi Minh hasta Ciudad de México y Maceió, pasando por Venecia, Nueva Orleans o Lagos, el mapa de las ciudades en riesgo se expande año tras año. Algunas registran descensos de más de 25 centímetros por año, una cifra que alarma a las autoridades locales y a organismos internacionales.
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Las ciudades que se están hundiendo en pleno siglo XXI
En Asia, Yakarta es la ciudad que más rápido se hunde a nivel mundial. Según datos oficiales, algunas zonas del norte de la capital de Indonesia descienden más de 28 centímetros por año, debido a la intensa extracción de agua subterránea y al peso de las construcciones. Se proyecta que para 2050, parte de esta ciudad podría quedar bajo el nivel del mar.
Ciudad Ho Chi Minh, en Vietnam, experimenta hundimientos de entre 2 y 8 centímetros anuales, mientras que en Chittagong, en Bangladesh, el ritmo de subsidencia también supera los 20 milímetros al año. En Shanghái, las autoridades han reforzado los sistemas de monitoreo ante el riesgo de subsidencia en distritos densamente urbanizados.

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En América Latina, la situación es igualmente crítica. Ciudad de México, construida sobre un antiguo lago, registra hundimientos de hasta 50 centímetros al año en algunas áreas, una cifra alarmante. En Brasil, Maceió ha acumulado más de 2 metros de subsidencia en apenas cinco años, forzando la evacuación de más de 55.000 personas. En menor medida, Buenos Aires y Porto Alegre también figuran en los mapas de riesgo.
Otras regiones del mundo también enfrentan este problema. En Estados Unidos, Nueva Orleans pierde en promedio 6,4 milímetros al año, aunque algunas zonas alcanzan hasta 40 milímetros. En Europa, Venecia continúa hundiéndose a un ritmo de 2 milímetros anuales, mientras que en África, Lagos registra subsidencia en zonas costeras clave, aumentando su vulnerabilidad frente al mar.
Impacto del hundimiento de estas ciudades
El hundimiento del suelo tiene consecuencias directas y graves para la vida urbana. Las infraestructuras esenciales, como redes de transporte, viviendas, hospitales y sistemas de agua y desagüe, sufren daños estructurales por el desplazamiento del terreno. En Ciudad de México, por ejemplo, el metro y las vialidades ya presentan grietas y desniveles que afectan la movilidad diaria.
Además, la subsidencia agrava el riesgo de inundaciones urbanas, especialmente en zonas costeras o cercanas a cuerpos de agua. En lugares como Yakarta y Lagos, donde el nivel del mar también está aumentando, la combinación de ambos fenómenos pone en peligro a millones de personas. En el caso de Maceió, el colapso de cavernas subterráneas generó evacuaciones masivas, derrumbes de viviendas y enormes pérdidas económicas.
También existen implicancias económicas de largo plazo. Gobiernos locales deben destinar recursos a reparaciones de emergencia, reubicación de poblaciones y diseño de nuevas obras de mitigación. Esto compromete presupuestos y retrasa otras inversiones públicas urgentes.
Medidas y soluciones para evitar el hundimiento
Ante este escenario, muchas ciudades están adoptando medidas para frenar la subsidencia. La principal estrategia es el control de la extracción de agua subterránea, promoviendo el uso de fuentes alternativas y regulaciones más estrictas. En Yakarta, por ejemplo, se ha prohibido parcialmente la perforación de pozos en ciertas zonas críticas.
Otras medidas incluyen la instalación de sensores y monitoreo satelital para detectar desplazamientos del terreno en tiempo real. En Shanghái y Venecia, estas tecnologías permiten planificar obras de ingeniería antes de que ocurran colapsos mayores. Asimismo, en zonas altamente afectadas como Maceió, se ha iniciado la reubicación de barrios enteros y la indemnización a familias desplazadas. En Nueva Orleans, se han reforzado diques y barreras para contener el agua en caso de tormentas o marejadas.
A nivel global, la planificación urbana sostenible y la gestión responsable del agua son claves para prevenir nuevos casos de subsidencia. La evidencia científica disponible y los casos registrados hasta 2025 muestran que este fenómeno no es un problema del futuro, sino una crisis actual que requiere soluciones urgentes y coordinadas.