Moico Yaker: “La literatura ha influenciado mucho en cómo enfoco mi narrativa en la pintura”
La última muestra del reconocido artista plástico Moico Yaker en el MAC, “Conversaciones en el zoológico”, es distinta a lo que solemos ver últimamente. Inventiva, color, humor y conexión con el otro, entre sus valores a destacar. Moico Yaker conversa con La República.

“Creo que es una de las muestras en la que más tiempo he trabajado. Porque la empecé, junto con la pandemia, en marzo de 2020 y he parado en febrero de 2025. A medida que fue creciendo la serie, consideré que el único lugar en donde podía ser mostrada era acá, porque aquí hubo un zoológico anteriormente”, dice el reconocido artista plástico Moico Yaker sobre la génesis de su última muestra en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC): Conversaciones en el zoológico.
Es precisamente en el MAC, en Barranco, en donde La República se reúne con Moico Yaker. Como bien acaba de decir, su exposición, conformada por casi 70 pinturas entre gran, mediano y pequeño formato, solo se podía presentar en este espacio en donde funcionó un zoológico desde 1968 hasta 1992. Y la presente entrevista, también. Tras haberla visitado tres veces antes del encuentro con el artista, Conversaciones en el zoológico deja varias impresiones positivas más allá de la evidente calidad formal de las pinturas. A estas alturas de su trayectoria, subrayar la fuerza de la morfología formal de su poética, es una redundancia valorativa. Moico Yaker no es grande por eso. Lo es por trabajos como Conversaciones en el zoológico, en los que siempre tiene algo que decir.

"Camello en acuario". Imagen: Difusión.
“De niño, mi padre nos traía a este zoológico. A mí no me gustaba. Me daba un poco de pena ver a los animales enjaulados. Siempre salía de acá medio deprimido cuando veía al tigre en una jaula desesperado por su encierro. Es igual con los circos. Los circos inmediatamente me afectaban, me parecían deprimentes”, indica Moico Yaker sobre un proyecto que es una celebración de la vida sin importar si esta es humana o animal. “Hay una explosión de color”, añade el artista mientras le hacemos saber el carácter fabulesco, imaginativo, literario en todos sus aspectos.
“La literatura ha influenciado mucho en cómo enfoco mi propia narrativa en la pintura. En la secundaria, lo único que me interesaba de todo lo que estudiábamos era la literatura. En esa época leía muchísimo a Mario Vargas Llosa”. En lo dicho se puede justificar la evidente intención narrativa de Conversaciones en el zoológico. “Es como un cuento con mucho humor. Como soy un pintor cien por ciento figurativo, la figuración viene acompañada de un argumento. Durante los años en los que he trabajado con la iconografía peruana vista por las láminas Huascarán, que era el vínculo que yo tenía con lo visual, me interesaban estas historias de gloria, pero cuando enfocas la historia como tal, la gloria disminuye y te das cuenta de que es una suma que se le hace al cuento para hacer que fulano sea un héroe, el otro un mártir”, precisa Moico Yaker, quien se muestra de acuerdo con la esencia de Conversaciones en el zoológico: es un ajuste de cuentas con el Moico Yaker niño mediante un zoológico al revés, en donde los animales están libres e interactuando entre ellos.

"Elefante II". Imagen: Difusión.
Cuando dio inicio a la serie, Moico Yaker no pensaba en dónde la iba a exponer, esa epifanía se dio a la mitad del proceso. “Me di cuenta de que tenía que ser en el MAC, en este espacio, para que se genere una memoria del lugar. Ya había un cuerpo de obra que me permitía pensar en una posibilidad concreta”.
Debido a las circunstancias políticas, harto conocidas, y otras radiaciones por las que atraviesa el país, Conversaciones en el zoológico es una muestra distinta de las que venimos apreciando en los últimos meses, no pocas de ellas con una clara intención de denuncia o crítica. Esto no quiere decir que lo de Moico Yaker sea una escena marcada por la felicidad, pero sí, como indicamos líneas atrás, por la celebración de la vida. Lo suyo parte de un estado anímico en equilibrio y desde ahí observa lo que sucede con su obra y el lugar de esta en el contexto en el que se da.
“Es triste lo que está pasando. El Estado no se vincula al concepto de cultura donde puedes integrar literatura, artes plásticas, artes visuales, teatro, danza y música. El Estado tiene un vínculo estrecho con la cultura shipibo-konibo, las culturas de la selva, las culturas precolombinas, pero no se vincula al tema de cultura como nosotros lo vemos. Entonces, no hay ningún tipo de subsidio. Acabo de leer que quieren cerrar el Ministerio de Cultura, que tampoco tenía mucho efecto en el desarrollo de la cultura en el Perú porque probablemente, entre todos los ministerios, es el que menos presupuesto tiene. Lo veo triste. Normalmente, en los países un poco más interesados en la cultura local, en este caso las artes plásticas, como Brasil o México, hay un interés muy grande, de la población y del Estado, en lo que es la producción artística. Para que eso ocurra, tiene que haber una formación filosófica para poder entender el arte contemporáneo. Muchas de las artes actuales, como las intervenciones y las instalaciones, tienen como trasfondo una serie de pensamientos filosóficos que tendrían que estar a la mano para quienes tienen que acercarse a esto desde el Estado. Con la pintura es distinto, no tienes que saber de filosofía para entenderla. En esta muestra, hay algo directo, no está lo semiótico o lingüístico, por ejemplo”.

"Pavo real y co". Imagen: Difusión.
Qué mejor ejemplo de lo dicho que el paseo del elefante, texto narrativo y poético de Plinio el Viejo, que recorre toda la exposición, otorgándole un sentido lógico (narrativo) a los mundos lúdicos y oníricos de los animales. El elefante, por decirlo de alguna manera, es el corazón de Conversaciones en el zoológico.
“Con el elefante y con cada uno de los animales, me encuentro frente a frente. Converso con ellos y los hago conversar entre ellos. La muestra se basa en Conversación en La Catedral. Un gran amigo mío, Gustavo Buntinx, me dijo estas son conversaciones en el zoológico. Hay una integración de distintos elementos en la muestra.
Y añade:
“Debo confesar que yo, hasta cierto punto, he decidido dedicarme a mi universo. Porque siento que hay tal desequilibrio en lo que sucede en el Perú, desde tantos aspectos, y que hay un punto en el que decidí concretamente no envolverme con la situación y que voy a crear mi propia república, mi propio mundo, en donde yo sí tengo control. No ha habido una época en la que Perú no haya llegado al abismo. El último abismo fue la elección de Pedro Castillo, el tener como mandatario a una persona que no tenía la capacidad de serlo. No te hablo de la orientación política de Castillo. Te hablo de la incapacidad que yo sentí con el personaje y de la posibilidad de convertirnos en una Venezuela. Sentí que había un peligro, en donde el Estado tomaría un protagonismo excesivo de la vida en general y, como consecuencia, hubo una enorme fuga de capitales y muchísima gente se fue del país por miedo a que esto sucediese. No me vi tentado en dejar Perú, desde que regresé en 1982 la mejor decisión de mi vida fue quedarme en Perú. Hoy veo mucha gente talentosa y bastante actividad, mucho más que en la época que regresé, que fueron años duros y el círculo de artistas era reducido”, finaliza Moico Yaker. Un gran artista.