“Sebastián Salazar Bondy le llega a decir a Mario Vargas Llosa que saque el capítulo dedicado a la guerra con el Ecuador de ‘La ciudad y los perros’”
Sebastián Salazar Bondy fue una figura tutelar de la generación del 50. El especialista en su obra, Alejandro Susti, conversa con La República sobre su obra y su correspondencia epistolar con el Mario Vargas Llosa de “La ciudad y los perros”.
Toda generación de artistas y escritores, por lo general, suele tener una figura tutelar, catalizadora. Esta situación adquiere otra dimensión cuando nos referimos a una gran generación, de aquellas que no solo destacan en su tiempo, sino del mismo modo ejercen una influencia determinante en generaciones posteriores. En el caso peruano, si nos referimos a una generación clave, sin la cual nos resulta imposible entender el desarrollo del arte y la literatura en Perú en el siglo XX y cuyos ecos se siguen manteniendo en lo que va del nuevo siglo, esa es la llamada generación del 50.
De esta generación, algunos nombres: Carlos Germán Belli, Fernando de Szyszlo, Washington Delgado, Jorge Eduardo Eielson, Luis Loayza, José Durand Flórez, Julio Ramón Ribeyro, Javier Sologuren, Blanca Varela, José Miguel Oviedo, Luis Felipe Angell (Sofocleto), Carlos Eduardo Zavaleta y Mario Vargas Llosa. Se trata de un puñado de nombres ilustres, no están todos los que deberíamos consignar, pero basta la nómina para darnos cuenta de qué tipo de generación estamos hablando.
Años 50 en el Perú. De 1948 a 1956, se vivió en el país el ochenio de Odría. En otras palabras, una dictadura militar, la cual también era muy popular. Odría era un gobernante represor con sus detractores y su figura está presente incluso en imprescindibles ficciones peruanas, pensemos en la novela Conversación en La Catedral de Vargas Llosa. No era un ambiente propicio para el desarrollo de la sensibilidad artística y en medio de ese escenario desalentador, los jóvenes escritores y artistas de la época tuvieron en Sebastián Salazar Bondy (1924 – 1965) una figura que estimulaba, que los repotenciaba cuando el desánimo hacía de las suyas.
Este 2024 se cumplen 100 años del nacimiento de Sebastián Salazar Bondy. Salazar Bondy fue dramaturgo, poeta, escritor y, principalmente, periodista cultural. Su libro Lima la horrible, de 1964, que por cierto cumple 60 años, suena más allá de la sola referencia literaria, es su título insignia. Sebastián Salazar Bondy llegó a escribir 2231 artículos periodísticos, y con Eielson y Sologuren hicieron la antología crítica La poesía contemporánea del Perú de 1946. Tenía 22 años cuando hizo esta Biblia de la poesía peruana. No es para nada poca cosa.
Lima la horrible se publicó en 1964. Foto: difusión
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“Para estudiar la obra de Salazar Bondy, me valí de una tesis doctoral de un francés llamado Gérald Hirschhorn. Durante los años 80 y 90, él trabajaba en la Alianza Francesa y venía a la casa de Irma Lostaunau, viuda de Sebastián, y ordenó los archivos de Sebastián e incluso fue más allá, por ejemplo, consiguió sus certificados de estudio de San Marcos. Su tesis doctoral tiene dos tomos, 1500 páginas”, dice el escritor, académico y músico Alejandro Susti, quien, a la fecha, es el principal conocedor/especialista de la obra de Sebastián Salazar Bondy. Si hoy vemos su obra reeditada y estudios sobre la misma, es gracias a él.
“No sé cómo hizo Hirschhorn para conseguir todo ese material. Transcribió las cartas de Sebastián a Mario Vargas Llosa, a Luis Loayza, por ejemplo. Encontré una carta de Julio Cortázar del año 1951. Me puse a leer todo ese material y también a transcribirlo. Sebastián empezó a escribir artículos desde su etapa universitaria en San Marcos, en una revista llamada Clímax, pero nunca acabó la carrera porque no se sentía identificado con la academia. Además, el medio literario era bien pobre, era una especie de páramo y empezó a escribir teatro y la primera obra importante de él fue Amor, gran laberinto, que sale premiada con el Premio Nacional de Teatro de 1947. Por esa época conoce a Inda Ledesma, que era una actriz argentina dos años menor que él, de la cual se enamoró y se fue a Buenos Aires. Estuvo en Buenos Aires tres años, de 1947 a 1950. Ahí conoce a Rafael Alberti, a Cortázar y empezó a publicar en el diario La Nación, trabajó en la editorial Losada como corrector y escribió en la revista Sur de Victoria Ocampo. Tampoco la pasó bien en Buenos Aires, en la cronología que hace Hirschhorn, dice que llegó a vender navajas en la calle, tenía también una dolencia hepática, que fue la que lo mató, lo mismo pasó con su hermano Augusto, que murió de lo mismo diez años después. En ese tiempo no se sabía lo que era una cirrosis hepática. Bueno, Sebastián tampoco se cuidaba, fumaba bastante, como Ribeyro. Por esos años, se relacionaba mucho la escritura con el consumo del cigarrillo”.
La historia de Alejandro Susti con Sebastián Salazar Bondy tiene raíces sólidas. En su último año de colegio, fue enamorado de Ximena, hija de Sebastián. Fue en la biblioteca de Sebastián en la que encontró la gran poesía, pero tras muchos años fuera del Perú, regresó y se reencontró con Ximena, con quien se casó. Pero este segundo encuentro no fue solo sentimental, Alejandro Susti ya no era el joven que descubre la poesía en la biblioteca del padre de su enamorada, sino un sólido crítico literario y bajo sus nuevos recursos comienza a leer y releer toda la obra de Sebastián Salazar Bondy.
“Sentía que estaba en contacto con algo que había pasado y que era importante. Me empecé a dar cuenta de todo el esfuerzo titánico que él había hecho por lo que él llamaba la cultura en el Perú. Cómo puede ser que alguien pudiese trabajar en contra de todo, alguien que hubiese sido además admirado por Vargas Llosa, Luis Loayza, José Miguel Oviedo y Abelardo Oquendo. Lo empecé a conocer a través de quienes lo habían conocido, era una persona jovial, entusiasta y muy generosa”, enfatiza Alejandro Susti.
En los archivos que dejó Hirschhorn, Susti encontró diez cartas entre Sebastián Salazar Bondy y Mario Vargas Llosa, escritas entre 1962 y 1965. “Incluso hay una carta de 1959, firmada por Vargas Llosa y Luis Loayza”. Es decir, once cartas. (Por cierto, Susti cuenta que cuatro de estas cartas saldrán publicadas en el próximo número de la revista Hueso Húmero).¿Qué escritor era Mario Vargas Llosa entre 1962 y 1965? A los 26 años, Vargas Llosa acababa de ganar el Premio Biblioteca Breve con La ciudad y los perros.
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“Vargas Llosa no estaba del contento con La ciudad y los perros. En una de las primeras cartas, le dice esto no sirve, hay situaciones muy forzadas, diálogos inverosímiles. Es 1962 y al año siguiente ya le están publicando La ciudad y los perros. Es el Vargas Llosa izquierdista, revolucionario, el que apoya a Cuba, en lo que coincidía con Sebastián, es un Vargas Llosa interesado en Latinoamérica. Es el Vargas Llosa que también tiene que hacer contactos. No te duermas, le dice Sebastián, no te duermas, o sea, contáctate con Juan Goytisolo. Y Sebastián le escribe a Goytisolo para que lea el manuscrito de La ciudad y los perros, que en aquel momento se llamaba Los impostores. Sebastián le llega a decir: mira, yo creo que el capítulo dedicado a la guerra con el Ecuador, se puede sacar. Parece que había una sección en La ciudad y los perros que trataba ese tema. No sé cómo puede haber estado eso en La ciudad y los perros. Vargas Llosa era muy talentoso, pero era bisoño, o sea, en el sentido de que tenía 26 años, no tenía mucha experiencia, pero Sebastián sí, tenía más lecturas y relaciones. Vargas Llosa le dice estoy escribiendo una novela, todavía no se sabe cuál es el título, por las cartas se deduce que es La casa verde. Sebastián ya había estado en la selva, conocía Iquitos, le habla sobre Belén. Tenía 12 años más que Vargas Llosa”.
“Lo que más me sorprende es la precariedad en la que vivía Sebastián, en todas las cartas siempre hay alguna alusión al hecho de que está viviendo en un país que está sobre la cuerda floja todo el rato. Esa es la época del golpe militar de Pérez Godoy. En 1963 sale Belaúnde, pero Belaúnde también está en la cuerda floja, como lo estuvo también Bustamante y Rivero en 1945. Sebastián ya es totalmente castrista, es pro Cuba. Todo lo que hace le parece insatisfactorio y políticamente hay mucha inestabilidad y también la pasa mal económicamente. Tiene que encontrar siempre la forma de obtener algún ingreso. Entonces manda artículos por todos lados. Se contacta con Ángel Rama, por ejemplo, hay varias cartas con Ángel Rama”.
-Estas cartas con Vargas Llosa, no solo eran literarias, era un intercambio de confesiones de amigos, como ahora que se conversa por WhatsApp.
-Sí, sí, hay mucho, mucho de eso también.