Carlos García Camader, presidente de la Conferencia Episcopal, sobre el caso Sodalicio: "Hicimos lo humanamente posible, pero no todo lo posible"
El nuevo presidente de la Conferencia Episcopal hace un mea culpa y afirma que pudo hacer más por las víctimas del Sodalicio cuando fue parte del primer grupo de trabajo que investigó las denuncias por abuso en esa institución.
Monseñor Carlos García Camader, obispo de Lurín, es el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal. Fue elegido en ese cargo en una semana turbulenta para la Iglesia católica, debido al anuncio de la disolución del Sodalicio y a una denuncia por abuso sexual lanzada contra el excardenal Juan Luis Cipriani (que fue publicada después de esta entrevista). En esta conversación, el religioso habla de su participación en la primera comisión que investigó al Sodalicio, reconoce que pudieron hacer más por las víctimas, y opina sobre los negocios sodálites en Lurín, en la diócesis que hoy encabeza.
¿Usted está de acuerdo con su elección o hubiera preferido otro resultado?
Primero, yo no lo busqué. Si es el sentido de los hermanos, cuando uno participa de la asamblea, hay que estar dispuesto a lo que pase en la asamblea, para bien de la Iglesia. En esa perspectiva, no lo busqué, llegó y aquí estoy.
Desde fuera pareciera que hay una pugna entre los obispos del catolicismo peruano. Hay quienes ven obispos conservadores versus obispos más progresistas. ¿Esa visión es correcta o es exagerada?
No, porque si así fuera ya estamos hablando de ideologías. Pero yo sí puedo decir que como personas adultas podemos discrepar, de forma de entender o de ver los ángulos. Y mucho tiene que ver con cómo nos movemos en el aspecto pastoral. Cuando uno más cerca está de los pobres, está más cerca de las realidades sociales. Uno termina diciendo: no es más feliz el que tiene más, sino el que tiene esperanza, aun cuando no tenga nada.
La disminución de fieles católicos en el Perú
Vi un informe del año pasado del Latinobarómetro que decía que el número de fieles católicos en el Perú va cayendo. En el 95 eran casi el 90% de la población. Hoy solamente son el 66%.
O 70%, para redondear.
Que igual es una caída.
No me sorprende que las estadísticas saquen una realidad como esta. Hay que decir: “Gracias señor, que has creado las estadísticas”.
¿Por qué?
Porque permite preguntarle a la gente qué pasa, cómo piensa, qué cree, por dónde va su fe. La fe del Perú, yo no quiero hablar de triunfalismo, es grande. Si recorremos el país a lo largo y ancho, en sus devociones, en sus costumbres, su fe es riquísima. Pero posiblemente el porcentaje entrevistado nos da ese 70%. No es para asustarse, pero sí para decir que hay que retarnos. El proceso evangelizador es importante. Hoy ya no podemos pensar que alguien mantiene su fe porque tiene una devoción, además de esa devoción tiene preguntas que se hace y a veces no encuentra respuestas porque no ha tenido un evangelizador o un pastor o un sacerdote cercano. Hoy tenemos cerca de 700 seminaristas a lo largo del Perú que se están formando para ser sacerdotes.
¿Usted dice que estos seminaristas van a revertir esas cifras?
No, estoy hablándole de abajo para arriba. Hay más de 2.300 sacerdotes y un número parecido de diocesanos. En una palabra, formamos una familia de casi 5.000 para evangelizar un país de 32 millones, con procesos emigratorios bastante fuertes.
¿Y usted cree que denuncias como el caso Sodalicio acercan a los fieles a la Iglesia Católica?
No, generan un desconcierto que aumenta estas realidades, pero en otras esferas. Hoy día nos movemos en las redes, y las redes tienen una riqueza enorme de comunicarnos en segundos, pero las consecuencias las asume cada uno de acuerdo a cómo procesa esa comunicación. Y, entonces, si yo proceso mal una noticia, o la proceso a medias, o adrede hago sentir una emoción que no tiene toda la objetividad, no estoy midiendo el daño que le hacemos a otro, que va a leer solamente esa frasecita.
A ver, hablemos de comunicación. En octubre del año pasado, monseñor Carlos Castillo, el cardenal, escribió esto en el diario El País: “Mi hipótesis es que el Sodalicio obedece a un proyecto político. Es la resurrección del fascismo en América Latina, usando arteramente la Iglesia”. ¿Usted coincide con él?
Es su opinión y la respeto. Él debe tener elementos para llegar a tal conclusión. Sin embargo, no podemos decir en su totalidad el Sodalicio, ¿no? Hay muchas instituciones hoy que escandalizan.
¿Qué es el Sodalicio para usted?
Es una institución. Y hay que entender bien claro que ellos nacieron en la Lima cuadrada, que no es la Lima de las periferias. Segundo, ellos, después de nacer en Lima, caminaron en razón de Roma, con una aprobación pontificia. Entonces, no podemos decir todos los obispos, ¿no? Hay que entender que era una agrupación que tenía una aprobación pontificia. Ya dependían directamente de la Santa Sede. Sin embargo, su ejercicio pastoral lo hacían en Lima y en algunos sectores de Lima de cierta condición económica de mayor poder. Y su caridad la practicaban en las zonas periféricas. Eso es en cuanto a lo que uno conoce. Se puede decir entonces, es muy probable, que en una misma institución haya tres instituciones. Una con intereses puramente económicos. Otra con ideas equivocadas o influenciadas por el fundador (Luis Fernando Figari), en esa línea que ha marcado monseñor Carlos Castillo. Pero habrá otros que quisieron, descubrieron y partieron en una conversión y en un seguimiento a Cristo.
Los testimonios que escuchó García Camader
Usted fue parte de la Comisión de Ética que investigó entre el 2015 y el 2016 al Sodalicio y escuchó a las víctimas.
Así es. Fue duro, difícil, doloroso. Porque escuchamos a un buen grupo de ellos. Fuimos cinco integrantes. La conformamos el doctor Manuel Sánchez Palacios, la exministra Rosario Fernández, la doctora Maíta García, el señor Miguel Humberto Aguirre y yo. Y cada uno de nosotros quedó muy desconcertado al escuchar cada testimonio. Mi tarea en ese momento, porque así lo destinó el grupo, era escuchar. Y si alguno quería hablar a solas con el sacerdote, lo podía hacer. Y muchos lo hicieron. Como otros decían: “Yo solo voy a hablar si sacan al cura de ahí”. Y yo me retiraba y trataba de no estar.
¿Su tarea en el grupo era escuchar, nada más?
Escuchar, a todos por igual. Una víctima lo que quiere es ser escuchada. Y yo quiero decirle que hemos escuchado a víctimas y victimarios. O sea, tuvieron la oportunidad de decir las cosas como realmente pudieron haber sido. Pero no hablaron.
Habla de los abusadores.
Así es.
Esa palabra que usted usa es interesante: victimarios. Usted está convencido que esta gente abusó de esos jóvenes.
Bueno. El Papa los acaba de sacar de la lista. Los acaba de expulsar. Eso nos confirma que el Papa tiene más datos todavía que nosotros.
Pero ustedes tenían los testimonios.
Sí, pero se cuidaron mucho de no hablar. Tuvieron la oportunidad de hablar, pero no lo dijeron. Pero en los testimonios de las víctimas sí salieron sus nombres más de una vez.
Pero con los testimonios era suficiente para dudar de estas personas
Pero, hay algo que es importante. Toda persona humana, por más que no nos parezca, tiene el derecho de ser escuchada y hay que darle la oportunidad. Si la perdieron, no es culpa nuestra. Mire, no fue fácil. Porque todos estos testimonios y las cosas que escuchamos nos llevaron a la conclusión que hemos puesto y está colgada (en la página web del Sodalicio). Por lo tanto, no pueden decir que no hicimos nada. Sí, hicimos algo. Si bien ellos nos invitaron, el primer día de la invitación, como comisión, tomamos una decisión. Nos desligamos de ellos en el sentido económico. No es que fuéramos a cobrar algo por ese trabajo. Lo hicimos libremente, con responsabilidad de ciudadano peruano, para escuchar a otros peruanos sobre lo que les había pasado. Por eso es que se puso todo lo que se puso. Y si ahora vemos los pasos que se han ido dando, prácticamente las conclusiones de ese día están tomando cuerpo. Nos da pena cuando a veces quieren opinar diferente. A mí me dio mucha pena cuando tuvimos muchas críticas sin que nos conocieran. No nos conocían. Y el primer día, cuando salieron nuestros nombres, empezaron las críticas gratuitas a la comisión.
Alguien que sí conoció su trabajo, que sí revisó lo que ustedes habían actuado, fue la siguiente comisión investigadora, que también fue invitada por el Sodalicio, el grupo que presidió la señora Kathleen McChesney (ex detective del FBI). Y ella concluyó que su grupo de trabajo no investigó de manera exhaustiva todas las denuncias reportadas por las víctimas.
No.
Eso lo dice en su informe.
Dirá, porque nunca se encontró con nosotros. Es ocioso su pensamiento. Y es además mezquino, porque ella habla de un aspecto que yo nunca he escuchado. Pero si lo dice, y creo en lo que usted está diciendo…
Está en el informe que está colgado en la página web del mismo Sodalicio.
Perdón, lo que pongan ellos es algo diferente a la comisión. La comisión lo que puso fue lo que realmente escuchamos. Y yo quiero decirle, la señorita nunca nos llamó a ningún encuentro. Y se supone que nosotros vimos víctima tal, denuncia tal, denunciado por esto, por esto otro. Vimos las líneas de la causa de la denuncia. Le tocaba entonces al Sodalicio, con su equipo, la investigación de esos puntos que habíamos puesto y a su vez constatar qué tan cierto era todo lo que se había dicho. Entonces, no creo que tengamos que ser exhaustivos, sino más bien marcar una primera línea de trabajo.
Lurín, el lugar en el que empezaron los negocios del Sodalicio
Monseñor, ¿usted firmó un acuerdo con el Sodalicio para que se construyera el cementerio Parque del Recuerdo en Lurín?
No. Ellos están en la diócesis de Lurín. Ellos nacieron en el año 91, cuando Lurín todavía pertenecía a la arquidiócesis de Lima, no existía la diócesis de Lurín. Recién, en el 2006 aparece la diócesis de Lurín. Y ahí aparece el primer obispo, monseñor José Ramón Gurruchaga. Y eso es después de todo el camino que habían hecho con monseñor Vargas (Alzamora), de crear la comisión, de comprar el terreno. Es una asociación de laicos católicos la que compró el terreno. Y eso a su vez genera un estatuto. Y en el estatuto dejan bien claro que los dueños del terreno eran una asociación llamada San Juan Bautista.
Que era del Sodalicio.
Debe ser del Sodalicio.
¿No lo sabe?
Debe serlo, pero ellos se presentan como institución laica. En los estatutos de esa institución y del cementerio está una cláusula que dice que la administración es responsabilidad directa del Sodalicio. Y genera un grupo que son los que van a llevar adelante la administración. Entonces, ¿qué es lo que aprueba una diócesis?
Su diócesis.
En este caso, el Parque del Recuerdo, que está en la diócesis de Lurín. El pastor es, primero, monseñor José Ramón, y ahí me toca ser el segundo pastor a partir del 2006.
PUEDES VER: Testigo reveló a la Fiscalía: "En el Sodalicio hay un enfermo favor por Figari como si fuera "Dios"
¿Cuándo se fundó, cuándo empezó a funcionar el cementerio?
Desde el 91, cuando se crea esta agrupación San Juan Bautista.
¿Y usted ya era obispo?
No, yo soy obispo a partir del 2002. En el 2006, cuando monseñor José Ramón cumple 10 años, el Santo Padre me nombra para que lo reemplace en Lurín. Yo llegué cuando ya existía el Parque del Recuerdo, y los llamé para ver cómo caminaba su administración. No se olviden que quien lo ampara totalmente y al 100% es una institución religiosa de aprobación pontificia, que es el Sodalicio.
Por lo tanto, no pagaban impuestos.
Pero porque lo ampara una institución que es el Sodalicio.
Entiendo eso, monseñor. Lo que pasa es que si el Sodalicio está formado por laicos católicos...
Y sacerdotes también…
Y sacerdotes cuya misión es ahondar en la fe de las personas, aquello de ganar dinero y además evadir impuestos, no parece muy católico.
No, le voy a decir algo. Eso nos parecerá ahora que tenemos otra lectura del tema.
¿No le parecía en ese momento?
No, no, no.
¿Por qué?
Le digo dos cosas. Primero, no se conocía todo el panorama. Recién se estaba formando ese rompecabezas, que ahora es muy fácil leerlo, pero cuando ya las piezas comienzan a saltar. Pero en ese momento no. Porque es una congregación, o agrupación, o como quieran llamarlo, de aprobación pontificia. Y desde el punto de vista de institución religiosa, gozaban de ese beneficio por el acuerdo entre la Santa Sede y el gobierno peruano. Ellos aducen que los cementerios no pagan impuestos. Si no, léalo en su página. Hay un informe muy bonito que han puesto y han colgado.
Pero, monseñor, quiero saber su opinión. ¿Qué piensa usted? ¿El Sodalicio aprovechó la manera en la que estaba formado, que venía con una aprobación del Vaticano, para esquivar los impuestos del Estado, para ganar dinero, lo que en realidad no parece una misión muy piadosa?
¿Ahora o en el momento?
En ese momento, sí.
En ese momento me parecía que había una recta intención. ¿No? ¿Cuál recta intención? Servir en nombre de Dios.
¿Y ahora qué piensa?
Si usted me dice, ¿cómo ve el cementerio? Es hermoso. Y más hermoso todavía que en el momento del dolor, cuando muere alguien, se pudiera acompañar a los deudos, ser bien atendidos, en el nombre de Dios, y darles una palabra de esperanza.
Entiendo eso. ¿Pero hoy qué piensa? ¿Esto era un negocio?
Yo pienso que hay que separar dos cosas, el trigo de la cizaña. Porque hay que seguir valorando que pudimos darle cristiana sepultura, en un cementerio digno, a la gente, a partir del COVID. Y fueron más de 300 personas las que hemos podido enterrar.
Sin duda, ese apoyo fue muy valioso. Pero como contraparte hicieron mucho dinero también.
Seguro, pero yo no lo conocía, nunca conocí que tanto dinero hicieron, ni nunca me lo compartieron, ni nunca tuve que ver en un directorio ingresos, egresos y saldos. Ni creo que ninguno de los obispos lo sabía. Lo que sí sé es la parte pastoral. Eso es lo que nos confunde. ¿No cree usted que eso nos confunde? Sí confunde, porque yo conozco la otra parte, la misericordia, la caridad, el que te toque la puerta una persona que no tiene dónde enterrar a su ser querido y nosotros podamos ayudarlos.
El futuro del Sodalicio y el mea culpa de un obispo
Ahora tiene un cargo con influencia, ¿qué pasará con las propiedades, los negocios del Sodalicio, con las responsabilidades de reparación que tiene con las víctimas?
Primero, el Santo Padre no ha dicho que los obispos del Perú se encargan de eso. Hay que descartarlo. Segundo, no nos ha dicho: “Métanse ustedes”. No ha mandado: “Usted ahora va a dirigirse al Sodalicio”. Para que vea que es pontificio, que nosotros no decidimos, no podemos. Sin embargo, a lo largo de todo este tiempo, a partir de las denuncias que han venido, la presidencia (de la Conferencia Episcopal) de aquel entonces, los consejos permanentes, siempre han mandado misivas al Papa, que han generado todo un dossier que permite ir descubriendo que esto no es una cuestión de una persona. Entonces, poco a poco, nuestra denuncia, mediante la comisión, que no solamente se quedó en entregarle el informe al superior del Sodalicio, hizo su propio camino. Viajamos a Roma y se lo entregamos también al prefecto de la vida religiosa. Entonces, hicimos lo que humanamente fue posible, pero no todo lo posible. ¿Quedó claro? Porque hay otras cosas que pudimos haber hecho y no las hicimos.
¿Cómo qué?
Como, por ejemplo, seguir escuchando a las víctimas. Seguir siendo esa parte del duelo que ya vivían. Porque muchos fueron violados. Más que dinero u otras cosas, fueron engañados en su conciencia, fueron engañados con seguir a Cristo y luego les transformaron el camino. Son víctimas. Y víctimas también saldrán cuando se suspenda a esta institución y quedarán los que todavía están adentro y tendrán que ir a su casa. Se convertirán también en víctimas. El tema es muy complejo.
¿Dice que hay sodálites víctimas? No entiendo esa figura.
Es que hay quienes creen que han seguido el camino de la espiritualidad y todavía siguen en formación.
Tendrán que entender que hubo personas abusadas.
Cierto. Pero no dejan de ser víctimas. Cuando tú te enamoras de alguien y crees que ese es el camino del amor, no hay cosa más dura que el desengaño.
Lo veo muy comprensivo con los sodálites.
No con ellos, sino con los que van a salir. No hablo de los victimarios, sino de los que están en formación y todavía no han hecho los votos. Hay que entender que no todos en asamblea conocían la situación. ¿Le parece benevolencia con ellos? No soy yo el que juzga, y la decisión del Santo Padre ya finiquitó todo. Nosotros, unidos al Papa, acatamos esa decisión. Creo que, gracias a la valentía de un primer momento, cuando alguien dijo: “Soy víctima”, se ha llegado a esto. Todos somos víctimas, del engaño, de la mentira, de habernos vendido una imagen.