Susurros en cana a la hora del té, por Mirko Lauer
"La situación es obvia. Castillo está preso, pero afuera hay gente en prominentes cargos públicos dedicada a prolongar el golpe, para decirlo de alguna manera".

No es difícil imaginar una visita de simpatizante o seguidor a Pedro Castillo: entrega de información sobre cómo va la causa, chismes sobre el nuevo Gobierno en su paso al segundo semestre, propuestas entusiasmantes que podrían revertir la situación, intercambio de datos sobre personajes castillistas o excastillistas.
En otras palabras, con un expresidente preso se puede hablar de todo. Pero el motivo de las visitas de los llamados Niños y otros sujetos de dudosa catadura política a Castillo es más bien misterioso. En una de las versiones sería indicio de que la organización criminal que llevó a Castillo a la cárcel sigue operativa.
Los congresistas visitantes interrogados por El Comercio sobre sus visitas no pudieron dar una respuesta más articulada que “fiscalización”. Esto mezclado con un poco de medicina, “para ver cómo está él”. Como varios están comprendidos en el caso Castillo, debemos suponer que esta organización goza de buena salud.
La situación es obvia. Castillo está preso, pero afuera hay gente en prominentes cargos públicos dedicada a prolongar el golpe, para decirlo de alguna manera. Votan en el Congreso con el vínculo de sus intereses con los de Castillo en mente, o sirven a la causa desde los cargos que han logrado mantener en el Ejecutivo.
Ubicándonos en la celda misma, imaginamos la charla de Castillo poco interesante, como una repetición de los argumentos de sus sucesivos abogados, ataques a Dina Boluarte, anuncios de que la gente se va a levantar para devolverlo al sillón de Pizarro en cualquier momento, explicaciones sobre lo bueno que fue su Gobierno.

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Las visitas han sido pocas y no han impedido que se vaya apagando la estrella de Castillo. Los actos de protesta contra Boluarte se han desvinculado de todo reclamo a favor de Castillo. Los presidentes metiches negadores del golpe de Castillo se han calmado muchísimo. El abogado argentino contratado ha hecho mutis por el foro.
¿Son inconvenientes estas visitas? A la justicia no le gustan nada, pues ve en ellas la posibilidad de entorpecer las investigaciones. Pero en lo estrictamente político más parecen actos sociales del tipo visita a los desvalidos, por parte de personas con demasiado tiempo en sus manos. Además, están distrayendo al hombre del libro que seguramente está escribiendo.