Cultural

"Quería retratarlos de frente, bien parados, reflejando la valentía, la fuerza y la resistencia que tuvieron al salir a protestar contra Dina Boluarte”

El destacado fotógrafo Augusto Escribens y “Rostros de resistencia: retratos del estallido social”, su muestra sobre los protagonistas en las marchas contra el gobierno de Dina Boluarte. “Rostros de resistencia” se estará exhibiendo, del 15 al 19 de enero, en el Centro Cultural Cine Layqa de Puno.

Símbolo. Aída Aroni: “Mírenme, conózcanme, soy una  campesina”. Foto: Augusto Escribens.
Símbolo. Aída Aroni: “Mírenme, conózcanme, soy una campesina”. Foto: Augusto Escribens.

La historia última peruana está marcada por un indiscutible hecho de sangre. Tras el intento de golpe de Estado por parte del expresidente Pedro Castillo el 7 de diciembre de 2022, se desató en el país, especialmente en el sur, una serie de protestas contra la presidenta Dina Boluarte. Los reclamos obedecían a varios objetivos: restituir a Pedro Castillo, disolver el Congreso, convocar a nuevas elecciones generales y a un referéndum para una asamblea constituyente.

Sobre este contexto, se forjaron distintas narrativas: que las manifestaciones estaban financiadas por las economías ilegales, tampoco escapaba a la especulación razonada sobre la presencia logística de agentes cubanos y venezolanos, menos que detrás de las movilizaciones estuvieran los remanentes de Sendero Luminoso. Pero en lo que no se incidió, fue en la indignación que impulsó a muchos peruanos y peruanas del sur a levantarse.

En este escenario confuso, la nueva gestión presidencial exhibió su incapacidad para el control de crisis. Los hechos son irrefutables: en diciembre de 2022 hubo 22 muertos entre Arequipa, Junín, Ayacucho y Apurímac. Y hasta el 5 de marzo de 2023, fecha en que cesaron las protestas, el número de fallecidos llegó a 67, 49 de los cuales eran civiles.

 Augusto Escribens.

Augusto Escribens.

“A raíz de las muertes que suceden a partir de diciembre, voy a una vigilia fuera del Poder Judicial y me encuentro con un amigo periodista con el que ya antes había trabajado, habíamos hecho para La Mula algunas comisiones en las que íbamos a marchas y retratábamos a la gente. Voy a esta vigilia porque evidentemente estaba en contra de lo que estaba sucediendo. Había que salir a protestar porque estaban matando a peruanos, a personas, a seres humanos. En ningún caso se justificaban esas muertes. A partir de esta movilización y de este encuentro con este amigo, decidimos hacer algo. Entonces, en enero, como ya había bastante gente que había viajado a Lima desde provincias, empezamos este proyecto que se llama Marcha_Pe, que era un proyecto de redes sociales donde íbamos a las movilizaciones y a algunas personas les preguntábamos, entre otros puntos, por qué estaban marchando. Lo mismo que ya habíamos hecho antes como comisión para un medio, lo hicimos ahora de manera autogestionada. Esa era la única premisa, tratar de entender más allá de la masa, cuál era la motivación individual de distintas personas. Había que tratar de alejarnos un poco del discurso generalizado que existía sobre las protestas”, declara para La República el fotógrafo Augusto Escribens, quien del 28/12/24 al 8 de enero de 2025 presentó en Reckless Galería de Barranco la muestra fotográfica Rostros de resistencia: retratos del estallido social, la cual también se estará exhibiendo, del 15 al 19 de enero, en el Centro Cultural Cine Layqa de Puno.

Escribens sabe de las narrativas que se estaban forjando.

“Tratamos de enfrentarnos a este discurso de que todos los que estaban marchando eran terroristas, de dónde salía la plata, de que estaban financiados por el narcotráfico, por la minería ilegal. Queríamos, de alguna manera, decir que no era así. Se hablaba muy a la ligera de cosas muy fuertes, sin ninguna prueba y se estigmatizaba la protesta y nosotros no estábamos de acuerdo con eso”.

Después de esta experiencia, Escribens decide hacer, de manera individual, el proyecto Rostros de resistencia.

Foto: Augusto Escribens.

Foto: Augusto Escribens.

“Lo hice con las personas que estuvieron movilizadas en las marchas, muchos de los retratados son de la delegación que vino a Lima”. En la trayectoria de Escribens, el retrato es uno de sus picos. No nace de la nada que haya puesto lo mejor de su talento en una muestra cuya simbología nominal proyecta una dignidad. ¿Resistencia ante qué: la difamación, el racismo, el clasismo, la indiferencia?

“Es imposible no hablar de racismo en un contexto como ese, donde te das cuenta de que en Lima murió una persona y en provincias murieron las demás. Entonces, ¿cómo no hablar de clasismo?, ¿cómo no hablar de la indiferencia de Lima?, ¿cómo no hablar de que hay ciudadanos calificados de segunda clase, cuyas vidas no valen igual que las de otros ciudadanos?”, precisa el fotógrafo, quien añade:

“En las marchas en Lima, hubo pocos limeños. La mayoría, el 90 por ciento, era de provincias, del sur. Era el miedo de Lima versus la valentía de la gente de provincia. Estas personas también se enfrentaron a los discursos de personas que avalaban las matanzas, que las justifican con cosas que nunca han sido probadas hasta el día de hoy. Con este proyecto, quise darles dignidad a las personas que habían sido estigmatizadas. Quería al individuo, no al individuo en la masa siendo golpeado y maltratado. Cada persona tenía una motivación distinta. No los quería retratar en la protesta, sino retratarlos de frente, bien parados, reflejando la valentía, la fuerza y la resistencia que tuvieron al salir a protestar contra Dina Boluarte”.