(*) Por Julissa Mantilla Falcón, abogada. Expresidenta de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
Hace poco, el mundo se conmocionó con el caso de Gisele Pelicot, la mujer que durante años fue puesta en estado de inconsciencia y violada sexualmente por su esposo y un grupo de sujetos a quienes el marido facilitaba la agresión.
“Que la vergüenza cambie de bando”, afirmó Gisele al acudir al juicio, ya que no es justo que la víctima se sienta avergonzada por algo que no es su culpa.
Es necesario recordar esta frase ante los últimos acontecimientos que tienen como protagonistas a funcionarios públicos cuya investidura pareciera confundirse con un aval para cometer y justificar machismo y agresiones sexuales.
Burlas de un congresista sobre el cuerpo de una de sus colegas, justificaciones del matrimonio infantil porque las relaciones sexuales tempranas ayudan “al desarrollo psicológico de una mujer”, una violación sexual cometida por un parlamentario en su oficina y tantos otros hechos, dan cuenta de violencia institucional contra las mujeres. Mención aparte merece la investigación iniciada por el Ministerio Público por una presunta red de trata y prostitución en el Congreso de la República.
Recientemente, se dispuso que las mujeres no podrán acudir en minifalda al Congreso y uno de los argumentos para esta prohibición es que esta prenda de vestir puede resultar “indecorosa”. En paralelo, ante la nueva denuncia por una presunta violación sexual contra un congresista, uno de sus colegas cuestionó que los hombres que acompañaban a la víctima no la hubieran controlado para que no bebiera alcohol y que ella misma debió controlarse.
Culpar a las mujeres y controlar su vestimenta no acabará con la violencia sexual, sobre todo cuando el machismo rige el accionar de quienes deberían actuar contra la impunidad.
Al parecer, el bando patriarcal es claro, pero la vergüenza no existe.
Colectivo de mujeres diversas, desde diferentes trayectorias, tendencias políticas, territorios y experiencias, que se levantan en voz unida con el objetivo común de rehabilitar la esperanza en la construcción del país. Se comprometen y convocan a un diálogo abierto, y a tejer lazos para contribuir a un proyecto democrático que impidan que el autoritarismo y la corrupción se apoderen de las instituciones.