En diciembre, el Tribunal Constitucional anuló la acusación contra Chlimper en el llamado caso “cócteles”. El lunes 6, las defensas pidieron que la anulación se extienda a todos los acusados. La extensión no era una consecuencia necesaria del fallo del TC. El tribunal a cargo del juicio, en un cuarto intermedio, podía aprovechar la ocasión para revisar el caso entero y eliminar todas las imperfecciones que arrastra la acusación.
Pero las cosas resultaron ser más complejas. El señor Briceño, también acusado, tenía ya una orden propia de anulación pendiente de ejecutarse. La suya fue emitida por la Corte Suprema, no por el TC. Y es distinta a la que obtuvo el señor Chlimper. En el caso del señor Briceño no se ha anulado la acusación; se ha anulado una decisión judicial posterior a ella que rechazó el pedido que hizo su defensa para cerrar el caso sin llegar a juicio. La Corte Suprema ha ordenado que ese pedido sea visto en una nueva audiencia. Pero, a diferencia de lo que ocurre en el caso Chlimper, aquí la acusación sigue vigente. Si agregamos a la lista el caso Oré y otros, en el que en agosto del año pasado se anuló la acusación y se declaró al fiscal incompetente por completo, notaremos que la malla de alternativas se ha extendido tanto que arreglar este caso puede, en efecto, no ser cosa de un cuarto intermedio.
Demasiado, ha dicho el tribunal en la decisión del lunes 13: la tarea completa, depurar todos los errores que está arrastrando la acusación de este caso y coordinar todas estas distintas formas de solución que correspondan a cada caso, resulta demasiado para hacerlo en medio de un juicio ya abierto. El caso entero, ha dicho el tribunal, debe ser entregado a un juez para que, fuera del juicio, se decida cuál es la forma de corregir cada uno de los errores que arrastra en un procedimiento equilibrado.
Aunque no corresponda a mis preferencias, encuentro imposible negar sentido a esta decisión. Desde más de un punto de vista, es verdad que un tribunal de juicio no debe ponerse a arreglar las cosas que no se hicieron correctamente antes de que el juicio comience. Registrado el hallazgo del caso Briceño, en el que hay una orden expresa de desarrollar una audiencia fuera de juicio, no queda alternativa. Hay sobre la mesa ahora hasta tres estándares distintos organizados para resolver al menos tres tipos de problemas registrados en este caso. Y la revisión por hacer alcanza a más de 35 acusados, cada cual con su propia lista de problemas propios.
Sin embargo, es importante notar que el tribunal que hasta ayer tenía en sus manos el juicio del llamado caso “cócteles” ha elegido el camino más largo para resolver los problemas de la acusación. La decisión multiplica el tiempo que va a pasar hasta que todo lo que contiene esta historia se resuelva de manera definitiva y ordenada. Con eso se abre la puerta a un nuevo período de tensiones derivadas de un caso que, si algo ha demostrado, es la enorme capacidad que tiene para polarizarnos.
Muy lejos de notar estos problemas, el entorno de la señora Fujimori ha tomado la decisión de la sala como un éxito. Algo de razón no les falta: siempre es una buena noticia para la defensa salir de un juicio y tener una oportunidad para reorganizar las cosas. Además, siempre suma a la defensa una nueva declaración institucional que confirme que la acusación arrastra defectos de importancia. Pero, contra lo que parece haberse entendido, los efectos del caso Chlimper no se han extendido a todos los acusados. El señor Chlimper, está dicho, ganó la anulación de su acusación completa. El lunes 13, el tribunal no ha anulado la acusación para los demás, que era lo que pedía la defensa: ha anulado el auto que llamó a juicio, ha anulado el juicio y, con eso, ha reabierto el procedimiento de revisión y control de la acusación en el estado que estaba cuando cerró. Al hacer las cosas de este modo, el tribunal ha dejado a salvo todas las decisiones del juez Zúñiga, incluyendo las que aprobaron la lista de testigos y las que rechazaron todos los pedidos de anulación de la acusación y desestimación del caso sin juicio que se presentaron ante él.
El único de estos pedidos que tiene una orden expresa para que se revise si el caso merece un juicio o no es el del señor Briceño. Nadie más.
El tribunal que tenía en sus manos el caso “cócteles”, además, ha dejado a salvo la acusación entera, la última versión y 19 reformas con las que debe concordarse.
Si ya antes de esta semana era complicado entender la forma del caso, ahora lo será infinitamente más.
Para reabrir el procedimiento de revisión y control de la acusación habrá que esperar que la sala resuelva la apelación que anunció la fiscalía contra el auto de anulación del lunes 13. Considerando los tiempos usuales de los tribunales, la apelación debe estar resuelta entre abril y junio. Entonces, es probable que el procedimiento de revisión y control de la acusación se reabra en el segundo semestre de este año. Creo que cualquier juez que reciba un caso con estos antecedentes comenzará pidiendo que la fiscalía pase la acusación a un solo documento integrado antes de empezar los debates. Distribuida a las partes, lo que seguirá es un tedioso procedimiento de control de concordancias y errores que supondrá comparar el texto con todas las disposiciones sobre cargos penales dictadas desde que empezó el procedimiento y cada una de las 19 correcciones que se emitieron en el procedimiento anterior.
La reapertura del procedimiento de control debería abrir espacio para que las cosas se simplifiquen; para comenzar, que se reduzca significativamente el número de testigos llamados a juicio. Pero nada asegura que eso suceda. No sé si la defensa lo ha notado, pero el procedimiento que han impulsado hará que el caso solo quede listo para un nuevo juicio (o más de un juicio si se reforma la acusación por completo) hacia el verano del 2026, en pleno ciclo electoral. Con eso, la superposición entre el proceso y las elecciones acaba de volverse inevitable. Y eso deja a la señora Fujimori en condiciones peores a las que tuvo para enfrentar la campaña de 2021.
La defensa acaba de provocar que el siguiente juicio (o los siguientes juicios, si el caso se reorganiza) coincida(n) con la cuarta campaña de la candidata natural del fujimorismo. No sé si esto pueda ser considerado un éxito para sus partidarios.
La defensa pidió que se anule la acusación completa y eso no lo han obtenido. No pueden apelar porque formalmente han ganado: su pedido ha sido declarado “fundado”, solo que las consecuencias del fallo no son las que calcularon. No tienen más espacios constitucionales porque ahora deben transitar la ruta que les han concedido.
Las defensas del caso “cócteles” han salido del juicio para entrar a un bucle.
No estoy seguro si sea esta una victoria propiamente dicha.
Director de Azabache Caracciolo Abogados. Abogado especializado en litigios penales; antiguo profesor de la Universidad Católica y de la Academia de la Magistratura. Conduce En Coyuntura, en el LRTV y “Encuentros Muleros” en el portal de La Mula. Es miembro del directorio de la revista Gaceta Penal y autor de múltiples ensayos sobre justicia penal.