Dina, la caserita de Davos, por Mirko Lauer

Lo hemos dicho aquí antes: que un primer mandatario se ventile en el espacio internacional es bueno para el país. No solo para las inversiones; si elige bien sus destinos, también para un sentido de pertenencia a grupos, comunidades, identidades y valores en el mundo. 

Es evidente que a Dina Boluarte le ha gustado Davos el año pasado. La alfombra roja invernal suiza del mundo de los negocios, a su manera, sugiere quién es importante y quién no en el mundo. Quizás llegar allí fue una manera de sobreponerse al gratuito ninguneo del castillismo que impusieron algunos presidentes latinoamericanos, una forma más de ser presidenta.

No está claro cuánto ha podido, y podrá ahora, aprovechar la experiencia. Ella no es ni será una economista ni una estadista. Pero con su presencia el año pasado, este y el próximo (más la cita en APEC), podrá dejar una marca personal en el quién es quién del tono menor de la importancia mundial. Quizás le sirva en Lima, aunque no ha ayudado a otros.

Por el comentario del párrafo anterior, el veto a su viaje a la Asamblea General de la ONU hace unos meses le tiene que haber dolido. Acaso el mensaje de aquellos congresistas remisos era que Boluarte no era mejor que ellos, o por lo menos que ella era uno de ellos. En todo caso, la presidenta no tenía cómo revertir la afrenta o vengarla. Solo podía seguir viajando.

Lo hemos dicho aquí antes: que un primer mandatario se ventile en el espacio internacional es bueno para el país. No solo para las inversiones; si elige bien sus destinos, también para un sentido de pertenencia a grupos, comunidades, identidades y valores en el mundo. En el siglo XXI, viajar prestigia, a todo nivel y en cualquier circunstancia. Boluarte lo sabe.

Los viajes también son lecciones. En su primer aterrizaje en Davos, la presidenta se mandó con un inesperado discurso antiminero que luego no ha tenido secuela en su práctica, pero que tampoco ha sido rectificado. En la segunda visita, la cosa fue más calmada. Esta vez, post-APEC y post-Chancay, se esperan cosas mejores.

Aunque no puede decirse que Boluarte haya estado practicando modernidad en las provincias, solo una suerte de piadosismo en que ella desea el bien de todos los oyentes y les cuenta sobre lo mucho que está haciendo por ellos. En el fondo, entrenamiento para una campaña electoral del futuro, para públicos poco convencidos.

Volviendo a Davos, en esta ocasión convendría que informe al público peruano sobre los grandes rasgos de lo que piensa decir allá.

Mirko Lauer

Observador

Un poemario cada tantos años. Falso politólogo. Periodismo todos los días. Natación, casi a diario. Doctor por la UNMSM. Caballero de la Orden de las Artes y las Letras, Francia. Beca Guggenheim. Muy poco twitter. Cero Facebook. Poemario más reciente, Las arqueólogas (Lima, AUB, 2021). Próximo poemario, Un chifa de Lambayeque. Acaba de reeditar la novela policial Pólvora para gallinazos (Lima, Vulgata, 2023).