Opinión

Los dos demonios de El Salvador, por René Gastelumendi

"El miedo es el peor enemigo de la reflexión y de la democracia. Quien ahora es el “salvador” puede convertirse en el nuevo demonio".

RENÉ
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Los polémicos métodos del famoso Bukele, de cara a la lucha contra la inseguridad ciudadana, ponen, una vez más, en el debate público, el respeto de los derechos humanos.

¿Son compatibles los DDHH y la lucha contra el crimen? ¿Se pueden garantizar, al mismo tiempo, la seguridad ciudadana y la democracia sin que las autoridades caigan en excesos homologables con los crímenes que cometen aquellos contra los que se pretende combatir?

Los resultados de Bukele son, sin duda, imbatibles: 7,8 homicidios por cada 100.000 habitantes. El precio, claro, es un eterno régimen de excepción, sin libertad de asociación o reunión, en el que son los más pobres los que se llevan todas las de perder, pues pueden ser detenidos, hasta menores de edad, sin mayor explicación, 15 días incomunicados, sin derecho a la defensa.

Ya van como 70.000 detenidos, entre inocentes y culpables, además de innumerables denuncias de tortura. Los militares patrullan las calles, controlan las entradas a los barrios, lo cual es algo insostenible en el tiempo.

Hay también un control del Parlamento, pues, desde que saliera elegido en el 2021, Nuevas Ideas, el partido del “salvador” presidente de El Salvador, la nueva asamblea, de mayoría oficialista, destituyó a los magistrados de la Sala de lo Constitucional y al fiscal general que investigaba corrupción. Los magistrados de reemplazo no tardaron en emitir, en septiembre de 2021, un fallo que permitiría a Bukele buscar la reelección continua a pesar de la prohibición expresa de reelección de la Constitución de ese país.

A mediados de 2021, el máximo tribunal, cuestionado por su legitimidad tras haber sido nombrado repentinamente por la asamblea, ordenó al Tribunal Supremo Electoral, “de conformidad con el artículo 152”, permitir que Bukele y Ulloa (vicepresidente) se postularan nuevamente como candidatos a la presidencia y vicepresidencia.

Debemos reflexionar sobre la exaltación de la violencia tanto por parte de las fuerzas del orden como por parte de Las Maras salvatruchas. Reflexionar sobre si solo Bukele puede llevar a cabo el “plan Bukele”, sobre cuánto tiempo más la sociedad salvadoreña va a tolerar vivir militarizada para mantener bajos los índices criminales sin que se combatan los problemas de fondo.

El miedo es el peor enemigo de la reflexión y de la democracia. Quien ahora es el “salvador” puede convertirse en el nuevo demonio.