Boletos para ver la bomba, por Mirko Lauer
"La película Oppenheimer, dirigida por Christopher Nolan, es vista por muchos críticos como la película del año".

La bomba atómica está de moda. Vladimir Putin la viene queriendo lanzar desde que le empezó a ir mal en su invasión a Ucrania. La película Oppenheimer, dirigida por Christopher Nolan, es vista por muchos críticos como la película del año. No es la primera vez que la bomba atómica triunfa en el show business. Precede al éxito de Oppenheimer el de Copenhagen, obra teatral de fines de los años 60.
Esta última se apoya en la reunión que efectivamente tuvieron Niels Bohr y Werner Heisenberg en la capital danesa, en 1941, con Dinamarca ocupada por los nazis. El primero es danés, el segundo alemán. Ambos son físicos, y discuten en torno de los dilemas morales en la construcción de una bomba atómica y a quién serviría.
Estrenada en 1968, la obra llenó el teatro más de un año entero, prueba de que lo nuclear seguía fascinando, más todavía frente a la posibilidad de que el arma hubiera podido caer en manos de Adolfo Hitler. Además, los dos protagonistas son héroes de la ciencia por derecho propio. Como a su manera lo es Robert Oppenheimer.

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De la reunión de 1941 al éxito hollywoodense del 2023 hay una enorme distancia. Los europeos podían especular sobre la bomba atómica, pero esta todavía no existía, aunque la posibilidad ya era tema de decisiones personales. Del físico estadounidense puede decirse que supervisó, en 1942, las bombas que cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki.
Tanto el estadounidense como el alemán se volvieron activistas anti-nucleares. Oppenheimer llegó a decir “Me he vuelto Shiva, el destructor de mundos”. La imagen que proyecta la película es bastante más benévola con él, entendemos. Como si el mundo se empezara a reconciliar con lo nuclear, en las negras vísperas de su posible uso en Ucrania.
Estamos cada vez más inmersos en discursos sobre tiempos terminales de la humanidad. Empezó con la posibilidad de que el futuro trajera una interminable pandemia. Ahora último se nos advierte cada vez más sobre las posibilidades exterministas de la inteligencia artificial. El horror de esta hora es el exterminio nuclear de capitales.
Antes de Copenhagen y Oppenheimer apareció, en 1964, Dr. Strangelove, de Stanley Kubrick. En esa película, que se presenta como una comedia, alemanes, rusos, estadounidenses, son en el fondo una misma persona, y la bomba finalmente liquida a la humanidad.