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Marco Martos: “Vargas Llosa logró la libertad de Oswaldo Reynoso cuando estaba detenido, acusado de pertenecer a Sendero Luminoso en la época de Fujimori”

Reconocido poeta Marco Martos regresa a la conducción del mítico taller de poesía de San Marcos. Un gran motivo para hablar de la importancia de la poesía hoy en día y de otros tópicos no menos importantes.

Marco Martos.  Imagen: Archivo La República.
Marco Martos. Imagen: Archivo La República.

Un buen poeta de los ochenta, me pasó un dato interesante hace algunas semanas. Me dijo que, después de cuatro años, el poeta Marco Martos regresaba a la conducción del mítico taller de poesía –el de pregrado- de San Marcos. Este taller, fundado en 1970 por Martos e Hildebrando Pérez Grande, es histórico y fundamental en la formación y difusión de varias generaciones de poetas peruanos. Escrito así, la descripción no es del todo justa. Pero los amantes de la poesía peruana, saben bien lo que suscita la sola mención de ese taller.

Sobre la necesidad de la poesía hoy (y vaya que la necesitamos), La República conversó con Marco Martos.

-¿Te agarra en buen momento este regreso al taller que fundaste, con Hildebrando Pérez,  en 1970?

-En San Marcos tenemos talleres en la maestría. Pero lo que celebro ahora es regresar al taller de pregrado, el contacto con los más jóvenes. Para mí, es muy grato estar enseñando o dando técnicas de lo que más me gusta en la vida, que es la poesía. Realmente, es una suerte trabajar en lo que más te apasiona.

-Has visto pasar a grandes poetas peruanos.

-Exacto. San Marcos ha tenido siempre una gran tradición de poetas. Pensemos en César Vallejo, Martín Adán, Blanca Varela y Washington Delgado, por mencionar algunos nombres. Pero en la universidad no se enseñaban técnicas, a la universidad se venía para ser investigador, profesor o crítico. Hace mucho tiempo, un crítico alemán dijo que en la universidad estudiamos a los poetas, pero no los dejamos entrar a la universidad. San Marcos nunca ha dejado de estimular la producción literaria.

-Sobre la práctica de la poesía, hay mucho desconocimiento, pienso en el verso libre, que se cree que es fácil.

-Los grandes poetas que han escrito en verso libre, partieron de un conocimiento de la tradición poética. Martín Adán ha transitado del soneto al verso libre de manera natural. Podríamos decir lo mismo de Octavio Paz, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, que fueron conocedores del verso medido, como el soneto.

-Sobre la poesía, cada quien tiene su propio concepto. ¿Cuál es el tuyo?

-Para mí, la poesía es usar el lenguaje para otra cosa. Me gusta contar esta anécdota: Bustamante y Rivero fue presidente de 1945 a 1948. El secretario personal de Bustamante y Rivero, era el poeta Gustavo Valcárcel, quien fue deportado a México con lo que tenía puesto. Llega a México y esa noche escribió un poema, que dice: “Dos de la mañana, sin madre y sin Perú”. Acá se resume la posición de un desterrado en pocas palabras. El poeta Ungaretti tiene un poema que se llama “Amanecer” y tiene una sola línea: “Me ilumino de inmensidad”. Esa es la maravilla de la poesía.

-¿La poesía tiene una función hoy?

-La poesía, para quien la escribe, le hace bien de todas maneras. Rilke, en Cartas a un joven poeta, decía que, si lo que tienes que decir lo puedes decir en una carta, hazlo en una carta; si lo que quieres decir, lo puedes decir en un artículo, dilo en un artículo. Pero si no puedes decirlo, dilo en poesía. La poesía transmite una sensación, transmite un clima. La poesía es importante para el mundo interior.

-Pero hay poetas que dicen que la poesía no sirve para nada.

-Hay que reírse de eso. La poesía sirve para todo. Quien tiene la poesía, es como tener la música. La poesía refuerza tu individualidad.

-Has conocido a muchos poetas.  ¿A quiénes recuerdas más?

-El día de la muerte de Javier Heraud, fue muy violento para mí. También me afectó la muerte de María Emilia Cornejo, a quien conocí mucho. Tengo 82 años y sigo vivo, sigo escribiendo poesía. Sé lo que he hecho en poesía, pero el gusto creador no está en lo que hiciste, sino en lo que estás haciendo.

-¿Cómo ves a la poesía peruana hoy?

-Un editor español me preguntó por escritores posteriores a Ribeyro. Le recomendé a Pilar Dughi y Jorge Ninapayta. Ellos están muertos, me dijo. Me puse a pensar. Los dos son lo mejor que han aparecido después de Ribeyro. Pero en la poesía salen los nombres, sin hacer mucho esfuerzo. Carlos López Degregori, Luis La Hoz, que son poetas mayores; pero hay poetas jóvenes, como Paloma Yerovi. En poesía no tenemos que pensar en nombres, porque los hay.

-¿Qué es lo mejor que le ha pasado a la poesía peruana últimamente?

-Las mujeres han tomado la palabra y con mucha energía. Carmen Ollé y Noches de adrenalina. Tenemos a Magda Portal, Elvira Ordóñez, cuya poesía llega al nivel de Blanca Varela.

-¿Y lo 50/50?

-No tiene interés. Pueda ser que en alguna antología haya más mujeres u hombres, lo cierto es que las mujeres ya tienen una presencia.

-Releí hace poco tu prólogo de la edición conmemorativa de la RAE de La ciudad y los perros. ¿Qué piensas de Mario Vargas Llosa?

-Siento soledad porque se ha ido un hombre importante para Perú. La trascendencia de Vargas Llosa va más allá de lo político, de lo ideológico. Te cuento: Vargas Llosa tenía una gran estima por Oswaldo Reynoso. Como sabes, Reynoso estaba en la antípoda de su pensamiento. Y Vargas Llosa logró la libertad de Oswaldo Reynoso cuando estaba detenido, acusado de pertenecer a Sendero Luminoso en la época de Fujimori. Marx decía que las ideologías son anteojeras para ver la realidad. Vargas Llosa y Oswaldo Reynoso se tenían mucha estima.