Pedro Juan Gutiérrez, un animal tropical vigente y “Trilogía sucia de La Habana”
Relectura. Para muchos, “Trilogía sucia de La Habana” es el mejor libro del escritor cubano Pedro Juan Gutiérrez, catalogado injustamente como el Bukowski tropical.
La movida editorial puede traer mucha confusión. Y no solo nos referimos a estos lares. Cada quince días tenemos una nueva voz llamada a marcar la diferencia en las letras hispanoamericanas, cada mes un autor consagrado vuelve a publicar su vigésima obra maestra. La narrativa editorial puede ser muy extrema y para que sea así se requiere de un aparato que abarque a agentes, periodistas y gestores, partícipes de una dinámica, por demás lícita, pero que la mayoría de las veces pretende pasar lo nuevo como si fuera un carpetazo, cuando muy contadas veces ha sido así.
Sirva esta introducción para recomendar el libro de un autor cubano que la rompió cuando apareció en los años 90 y del que podemos decir que ya es un nombre instalado en el imaginario lector hispanoamericano. Cuando se publicó Trilogía sucia de La Habana (Anagrama), en 1998, confluyeron varios factores que no se ven las novedades actuales: calidad literaria, saludos de la crítica y el favor de los lectores (ese rumor que legitima lo último, que le da un peso a la narrativa de la contratapa; es decir, todo libro llamado a quedar siempre viene acompañado de un rumor).
Pedro Juan Gutiérrez (1950) fue promocionado como el Bukowski tropical. No olvidemos que, también en los 90, fuimos testigos de la aparición de una serie de libros del escritor norteamericano Charles Bukowski, quien fue catalogado como el mayor representante del realismo sucio. Bukowski ejerció un magisterio en muchos escritores hispanoamericanos, pero el realismo sucio, teniendo mucho para dar principalmente en Latinoamérica, nunca despertó como se esperaba. Es que al realismo sucio hispanoamericano le faltaba sabor, algarabía y sudor. La seña de Bukowski tropical ayudó para presentar a Pedro Juan Gutiérrez, pero los lectores no tardaron en darse cuenta de que el realismo que contaba iba por otro lado. La estrategia promocional de Anagrama funcionó en parte. Los lectores se dan/dieron cuenta.
Trilogía sucia de La Habana reúne tres cuentarios: Anclado en tierra de nadie, Nada que hacer y Sabor a mí. Pero esta trilogía también podría suscitar otra lectura, puesto que un solo personaje es el protagonista de todos los relatos: Pedro Juan, alter ego del autor. Por lo tanto, esta serie de relatos pueden ser leídos como episodios de una novela de aventuras urbanas.
Un escritor como Pedro Juan Gutiérrez es producto de su contexto (una isla y una dictadura), el cual ha abordado con una mirada nihilista, irónica, sin afán de denuncia, abocándose únicamente a configurar personajes que, a pesar de no tener ningún tipo de futuro en cuanto a su realización personal, se las ingenian para pasarla bien. Y eso es lo que hacen, la pasan bien a punta de ron, baile, conversas en doble sentido y mucho, muchísimo sexo, sazonado con un estilo narrativo seco y directo.
Pedro Juan se gana la vida como puede, tiene sensibilidad para el arte, le gusta escribir y pintar, y solo espera vivir todo lo que pueda, nada más. No le interesa su futuro, ni inmediato ni a largo plazo. Sabe que jamás saldrá de La Habana. Tampoco le interesa la política, le es indiferente. Por otro parte, las mujeres que nos presenta Pedro Juan, son otra cosa, y no necesariamente por su exuberante y tostada belleza, sino por su determinación, carácter, fuerza y alegría. En este sentido, las mujeres de la trilogía son las otras protagonistas. Pedro Juan, para sobrevivir, y más allá de los elementos básicos, como la comida, el vestido, el ron y la música, necesita del sexo, de su práctica constante, del contacto carnal, y aprende, bastante, de cada una de ellas, que encierran un mundo que repotencia y enriquece su visión de la vida, de aquella que le ha tocado vivir en medio de la pobreza y de la violencia.
¿Por qué fracasó el realismo sucio de Bukowski? Por un lado, por autores llevados por la pose. Si Bukowski era alcohólico, ese era mi camino. Si escribía estando ebrio, me apunto. La narrativa de Bukowski influyó en la vida y no en la escritura de quienes se sintieron identificados con el realismo sucio.
El realismo de sucio de Pedro Juan Gutiérrez es distinto. Hay lamento, hambre, decepción, algo de esperanza, pero en lugar de enfrentar a sus personajes de buenas a primeras, lo que hace primero es ponerlos a “templar” (tener sexo). Así es Latinoamérica, festiva y salvaje durante sus crisis.