Los nuevos pandas de zoo en EEUU demandan cosecha continua de bambú
En un campo cubierto de nieve en el estado de Virginia, en el este de Estados Unidos, un puñado de trabajadores permanece en silencio, salvo por el rugido de una motosierra que corta bambú, un manjar para los peludos clientes de ese habitat en la capital, Washington.
El equipo, abrigado para afrontar el severo frío del invierno boreal, mete luego unos 700 tallos de bambú en una camioneta para luego conducir 110 km hasta llegar al Zoológico Nacional del Smithsonian donde alimentarán, entre otros, a sus pandas recién llegados.
Bao Li (macho) y Qing Bao (hembra) llegaron a Estados Unidos desde China en octubre como parte de un acuerdo de cría e investigación por plazo de una década.
Esta semana, el público visitante del zoo finalmente podrá ver a la pareja con entrada gratuita y lo más probable es que los pandas estén comiendo el bambú cosechado en esta granja montañosa.
- Demanda sacrificada -
Pero satisfacer a estos osos, que pueden pasar hasta 16 horas al día alimentándose con hasta 45 kilos de bambú, no es una tarea fácil.
Su apetito es tan voraz porque su sistema digestivo está diseñado para procesar carne, pero los pandas han evolucionado para depender casi por completo del bambú, de poco valor nutricional.
"La cosecha de bambú es probablemente una de las cosas más rigurosas que hacemos", asegura Mike Maslanka, director de nutrición del zoológico, con las manos metidas en los bolsillos para protegerse de las temperaturas de menos 12 grados Celsius en el sitio de producción, en el Valle de Shenandoah.
Caminando con dificultad sobre la nieve hasta los tobillos, tres jóvenes cortan decenas de tallos de bambú, algunos de los cuales alcanzaban los 6 metros de altura, y comienzan a apilarlos.
Después de la cosecha, el bambú debe pasar el control de calidad, donde los tallos sin hojas se descartan y solo los más verdes llegan a los golosos animales del zoológico, que también incluyen elefantes asiáticos y gorilas.
- Hábitos poco claros -
Según Maslanka, el equipo de cosecha de la granja de bambú ahora está trabajando cuatro días a la semana, en comparación con los tres días del año pasado.
También significa aprender los hábitos alimenticios de los recién llegados.
Qing Bao está demostrando ser un "poco más quisquilloso en términos de paladar", sostiene Maslanka, quien luce un gorro negro con un panda estampado, mientras que Bao Li está "bien con casi todo lo que ofrecemos".
Maslanka agrega que este es un denominador común entre los pandas, cuya reputación de comedores exigentes ha generado un profundo debate y confusión sobre sus hábitos alimentarios.
"Hemos tratado de relacionarlo con la especie, la edad, la ubicación, el tipo de suelo, la pendiente, la elevación. No podemos, no hay ni patrones ni razón", resalta.
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