Agencias

"Queremos paz": cientos de desplazados piden el cese de la "guerra" en Colombia


"¡Queremos paz, que paren ya la guerra!", clama Gladis Angarita, una de los miles de desplazados que llegaron entre viernes y sábado a la localidad colombiana de Tibú, huyendo de una sangrienta arremetida de la guerrilla del ELN en la frontera con Venezuela que deja decenas de muertos.

Sentada sobre un tronco, la mujer hace una pausa para tomar su medicina contra el asma, y agrega: "Estamos sufriendo, (...) no tenemos nada que ver con toda esta guerra. Por Dios, tengan conciencia, queremos paz".

Angarita, de 62 años, permanece junto a unas 500 personas, incluidos niños y ancianos, en las instalaciones del Centro de Integración Ciudadana de Tibú, el municipio colombiano con más narcocultivos del mundo según la ONU, de unos 60.000 habitantes.

Su coliseo sirve de albergue para una parte de los más de 2.500 desplazados de poblados cercanos que escaparon de la embestida rebelde en la región del Catatumbo, fronteriza con Venezuela.

Desde el jueves el Ejército de Liberación Nacional (ELN) ataca a civiles y se enfrenta a sangre y fuego con disidentes de las FARC que se apartaron del acuerdo de paz de 2016.

El balance: al menos 60 de muertos, decenas de heridos, miles de desplazados y una estela de terror. Casi en paralelo y en otra región del norte del país, nueve personas murieron por choques entre el ELN y el Clan del Golfo, el mayor cartel de la droga en el país.

La ola violenta derivó en la decisión del presidente Gustavo Petro de suspender las negociaciones de paz con los rebeldes, a quienes acusó de perpetrar "crímenes de guerra".

Angarita salió despavorida de su pueblo el viernes "porque había mucho plomo (disparos)".

"Por el miedo, hemos dejado todo", cuenta a la AFP.

"No cargo ni una bata siquiera para dormir. Aquí sentada donde me ve, así me toca quedarme", lamenta.

- Peor que en Venezuela -

Tibú era un hervidero el sábado. La terminal de autobuses estaba repleta de personas desesperadas por huir hacia otras regiones de Colombia e incluso a Venezuela.

"Me duele el Catatumbo, me duele Colombia, me duele todo el país porque hay muchas personas inocentes que están pagando en la guerra cosas que no tenemos por qué vivir", dice entre lágrimas Carmelina Pérez, también de 62 años.

"En mi casa quedaron mis hijas porque no quisieron salir. Yo voy con los niños y mi esposo que también es mayor", solloza, antes de tomar un motocarro rumbo a Cúcuta, en plena línea limítrofe con Venezuela. Se cubre con cartones del sol inclemente.

En el refugio, inundado de hamacas colgadas de los árboles y de los arcos de fútbol, los niños corretean. Varias mujeres preparan un "sancocho colectivo", una sopa con tubérculos, verduras y condimentos, en una gran olla sobre leños encendidos.

Entre el bullicio, una joven pareja y su pequeño hijo se movilizan en una motocicleta que porta una bandera blanca en señal de paz.

El conflicto "está muy feo", señala Luis Alberto Urrutia, un venezolano que hace siete años huyó de la crisis en su país, y se instaló en las montañas de Catatumbo. Allí se ganaba la vida como raspachín o recolector de hoja de coca, en el país que más produce cocaína del mundo.

"Vemos que esto está más difícil que en Venezuela por el conflicto que hay. Entonces mejor nos regresamos a Venezuela", añade el hombre de 39 años, quien teme por su vida y la de su familia.

"En todos lados hay peligro, pero más acá. (...) Hay muchos muertos", sostiene.

- "En pánico" -

La escalada de violencia sorprendió a Eloina Abril, una campesina colombiana de 47 años, cuando se encontraba en Tibú haciendo trámites personales.

"Me vine a hacer unas vueltas aquí y nos agarró esta violencia", sostiene la mujer, ahora atrapada en el poblado sin poder regresar a casa.

"Ya la guerra es contra nosotros, los campesinos. (...) Hay mucha desesperación", expresa Abril.

Levantada en armas desde 1964 y de inspiración guevarista, el ELN tiene unos 5.800 combatientes y una amplia red de colaboradores, según inteligencia militar.

Petro negociaba con la guerrilla desde 2022, en un proceso minado de desencuentros. Su estructura federada ha sido uno de los mayores obstáculos para alcanzar acuerdos a lo largo de seis gobiernos, incluido el actual.

El mandatario de izquierda también apuesta por una salida dialogada al conflicto con disidencias de las FARC y otras organizaciones.

"A las guerrillas, al ELN: que miren a quiénes van a matar, que no se metan con los niños", increpa Abril.

Desconsolada, Pérez coincide en que viven "en pánico". "Nosotros no somos culpables de esta guerra", sopesa.

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