Resulta que ser pobre en el Perú es un hecho que puede ser alterado y maquillado a voluntad. Algunos indicadores que formaban parte de la medición de la pobreza multidimensional han sido eliminados por orden del régimen de Dina Boluarte. Estos son la anemia infantil, la seguridad ciudadana, la evaluación del rendimiento escolar y la calidad de los servicios públicos, entre otros.
Como quien se compra unos anteojos que borran a los pobres de la escena, el gobierno a través del MIDIS ha emitido un decreto que establece bajo qué criterios el INEI debe hacer las mediciones correspondientes a la pobreza multidimensional. De las 8 dimensiones y los 29 indicadores existentes en el tablero de control, ahora será un solo indicador el que resumirá la carencia de los servicios básicos de los ciudadanos y que son responsabilidad del gobierno.
Se trata en primer lugar de una invasión de la autonomía del INEI, ente rector de las mediciones de las políticas públicas y cómo afectan a los peruanos. En segundo lugar, no se ha esperado el consenso del la Comisión Consultiva de la Pobreza, que integran expertos en esta materia y que cuestionan el cambio de metodología.
No es la primera vez que se ha querido influir en las cifras alarmantes de la pobreza, la inseguridad alimentaria y la anemia infantil. Durante el 2024 por ejemplo, se impidió una conferencia de prensa en la que el jefe del INEI iba a presentar las estadísticas que mostraban el crecimiento innegable del número de pobres.
En esa misma línea de ocultar la realidad, se supo que ya existía en el MIDIS guardado bajo llave un informe que le daba la razón a las estadísticas de la FAO sobre el incremento de peruanos con hambre durante el régimen de Boluarte. Este informe de FAO fue minimizado por el propio ministro de Agricultura, Ángel Manero, que buscó ocultar la situación poniendose como ejemplo de quienes dejan de ingerir alimento una vez al día, en su caso por razones estéticas. Lamentable.