Como muchos peruanos, cierro el año 2024 cansada y harta por presenciar los atropellos a la democracia, a la lucha contra la corrupción y el favorecimiento descarado al crimen organizado por parte de los partidos políticos que hoy gobiernan el Congreso; aliados incondicionales del Gobierno incapaz, corrupto y cínico de Dina Boluarte.
Pero así como millones de peruanos, me resisto a darme por vencida. Saco fuerzas trayendo a mi mente y a mi corazón a las niñas y mujeres awajún que claman por justicia, a los jóvenes de los centros juveniles que luchan por ganarle a la marginalidad, a los comerciantes y agricultores que madrugan, y a tantos hombres y mujeres que he tenido el gusto de conocer y ver cómo van “haciendo patria”. Con la esperanza que todos ellos me generan y tratando de poner en palabras las conversaciones que he sostenido en este caminar de casi cuatro años como congresista, comparto algunas reflexiones para recuperar una representación que trabaje genuinamente por nuestro país y ponga en primer lugar a los ciudadanos y el bien común.
Alianza política antimafias y anticorrupción. La única condición innegociable para unirnos: “ser una persona honesta y sensata”. Tenemos que dejar el prejuicio, la descalificación, la etiqueta y los egos de creernos “los elegidos”. Todos somos necesarios, pero nadie es indispensable.
Es un absoluto suicidio para la democracia enfrentar la carrera electoral con 39 partidos inscritos a diciembre del 2024 y otros 31 en proceso; es decir, podrían ser 70 partidos en carrera electoral y esta dispersión es el escenario perfecto para la continuidad de los partidos que han llevado a la delincuencia y la ilegalidad a gobernar el Perú.
Por eso, los partidos nuevos y aquellos con vocación democrática y antimafia tenemos la obligación de unirnos para ganar la presidencia y ser una fuerza importante dentro de la representación en el Congreso y frenar que siga creciendo la representación de las mafias y de las economías criminales. Asimismo, la posibilidad de ser gobierno en el 2026-2031 exige de una bancada numerosa y sólida que lo sostenga ante un Congreso que será más poderoso con la cámara de senadores.
Consensuar un programa mínimo que ponga en el centro a la persona. Tenemos que salir de nuestro propio ecosistema para poder tener una lectura de la realidad desde la empatía, pero sobre todo desde el derecho y el reconocimiento de que todos somos ciudadanos de igual condición. Por lo tanto, es inadmisible vivir en una sociedad donde la delincuencia siga incrementándose —solo en el 2024 hay cerca de 2.000 homicidios—. Más de tres millones de peruanos sin agua potable y más de siete millones sin servicio de desagüe. Cada día se reportan más de 30 niñas y niños violados brutalmente. Solo tres adolescentes de cada 10 que acaban la secundaria ingresan a la educación superior y los que logran terminar sus estudios no encuentran trabajo digno. Tenemos un sistema de salud desarticulado y colapsado, con cuatro de cada 10 niños con anemia privados de desarrollar todas sus capacidades. Como sociedad, en el 2050, de cada cinco adultos, uno será anciano y no tenemos un sistema de cuidado para todos ellos —hoy mismo la pensión de jubilación está entre 500 y 800 soles que no les alcanza para una vida digna—.
Necesitamos construir políticas y soluciones integrales para enfrentar la pobreza y la exclusión de manera integral (combo: educación+protección+trabajo) y empoderando a los ciudadanos. Pienso que no habrá partido democrático y honesto que esté en contra de estas políticas.
Tener un aparato estatal fuerte y eficiente que impulse las inversiones y la generación de trabajo formal desde el sector privado, que expulse al corrupto y atraiga al mejor talento al servicio público. Necesitamos un Estado orientado al servicio de la gente y que deje de ocultarse y perder el tiempo en miles de normas y trámites inservibles, en corrupción, clientelaje que aleja a los ciudadanos de sus instituciones. Debemos lograr que los profesionales más preparados y honestos ingresen al servicio público a nivel nacional (ingreso por mérito, carrera y sueldos justos). Implementar a gran escala nuevas formas de gestión donde la acción conjunta del sector estatal y del sector privado nos permita superar las brechas de infraestructura de colegios y hospitales, por ejemplo. Necesitamos planificar con las comunidades, ordenarnos y poner por delante las necesidades urgentes de la gente. Cambiar de paradigma de “hacer lo que se puede” de manera improvisada a “hacer lo que se debe” poniendo al servicio el conocimiento y los recursos para asegurar derechos y bienestar.
Gobernar desde la diversidad de nuestros pueblos y sociedades, ese orgullo nacional que nos genera nuestra comida peruana, nuestros paisajes y nuestras culturas milenarias costa, sierra y selva; debe ser el ejemplo e impulso para aprender a gobernar desde los territorios, con enfoque de descentralización, interculturalidad y teniendo como propósito el desarrollo de los hombres y mujeres en los diversos pueblos y territorios. Gobernar de “abajo hacia arriba” exige escucha, consenso y capacidad de vigilancia de los pueblos, de los jóvenes, de las mujeres organizadas, de las asociaciones de comerciantes, de los empresarios, de los artistas y de los medios de comunicación. Tenemos que mejorar los sistemas de control usando los avances tecnológicos al servicio de la transparencia.
No permitamos que ningún extremista y ninguna fuerza política sostenida con financimiento de las economías criminales se apodere de nuestro país. Seamos audaces y firmes para encontrar soluciones a los problemas de la gente y recuperar su confianza. Una democracia sin justicia, sin seguridad, sin educación, sin salud ni trabajo es inservible para la gente y no tendrá el incentivo para defenderla. Democracia y desarrollo son dos caras de una misma moneda.
Aprendamos a escuchar con respeto y humildad, a escucharnos para construir. Ese debiera ser el principal mandato de nosotros los políticos y de nuestros partidos. Volver a conectar con la ciudadanía, no solo en redes sociales sino frente a frente como hacen los lideres sociales en sus comunidades o los dirigentes en sus asociaciones y federaciones. Unidos vayamos en búsqueda de los ciudadanos. Es la única manera de recuperar su confianza.
Columnista invitado. Autor de contenidos y de las últimas noticias del diario La República. Experiencia como redactor en varias temáticas y secciones sobre noticias de hoy en Perú y el mundo.