Traición y muerte civil, por Alfonso López Chau

El país solo requiere de la unidad de todas las fuerzas sanas, de todas las fuerzas democráticas, para erradicar del Congreso a todas las élites malhechoras.

En la Divina comedia, Dante Alighieri sostiene que el peor de los pecados es el pecado de la traición. Por eso, el Noveno Círculo, el de la traición, es el más bajo, más negro y el más alejado del Cielo. Sus almas son castigadas incluso mientras permanecen con vida en la tierra, por haber traicionado a sus seres queridos, a su pueblo, a su país y a su Dios. Parece una metáfora de la muerte civil de los tiempos modernos.

Aquí, algunos versos del Noveno Círculo de Dante: “Mira el sitio donde tendrás que armarte de valor”. “De cómo quedé helado y atónito, no lo inquieras, lector, que no lo escribo porque cualquier hablar poco sería”. “Aquella alma que ahí más pena sufre —dijo el maestro— es Judas con la cabeza adentro y piernas afuera”.

¿Qué calificativo merecen los congresistas y líderes que dedican su vida al envilecimiento del alma nacional? ¿Qué calificativo merecen y a qué círculo del infierno de Dante Alighieri debieran ir los que alientan a la delincuencia y al sicariato torciendo las leyes para salvarse ellos? La respuesta es una sola: al peor de los Círculos, al Noveno que Dante reserva para los traidores.

En el prólogo que escribe Raúl Porras Barrenechea a la obra de Riva Agüero, al referirse a las élites malhechoras de su tiempo, se lee: “Absortos en sus enredos personales, ávidos de oro y de mando (y de prostíbulos congresales, agregaríamos hoy), sus ofuscadas inteligencias no pudieron reconocer ni sus estragados corazones presentir los fines supremos de la nacionalidad y, cuando por excepción alguno acertó a servirlos, todos los émulos se conjuraron para derribarlo y lo ofrecieron maniatado al enemigo extranjero”.

“La pobre y boba nobleza limeña, dirá Riva Agüero, fue incapaz de toda idea y de todo esfuerzo y la falta de este núcleo superior determinó la intervención extranjera”.

Pero esta vez no.

¡Esta vez NO!

El país solo requiere de la unidad de todas las fuerzas sanas, de todas las fuerzas democráticas, para erradicar del Congreso a todas las élites malhechoras.

¡Esta vez NO!