Las grietas del comando AntiDina, por Augusto Álvarez Rodrich
"Liberar a Castillo, asamblea constituyente y solo política".

Una dificultad del plan para sacar a Dina Boluarte de la presidencia, al erosionar su capacidad de convocatoria, es la disparidad de motivaciones que confluyen en el intento.
El J19 no fue lo que esperaban sus promotores. Convocar a entre 5 mil y 12 mil personas en la capital y 20 mil a nivel nacional por la causa del adelanto electoral que es respaldada por el 80%, no califica de éxito, pero tampoco de fracaso, a lo que se agrega la notoriedad que el propio gobierno le dio al evento.
Todo lo cual hace prever que, hacia el último trimestre del año, se convocará a la cuarta toma de Lima, aunque aún no se hayan visto las tres primeras.
Pero, como en julio, un problema que regresará entonces es que la multiplicidad de objetivos del comando AntiDina dificulta cohesionar al colectivo por las amplias grietas que abre.
Un objetivo que los activistas más sensatos del colectivo quieren ocultar, pero que existe, es la reposición de Pedro Castillo. Son conscientes de que ese planteamiento deslegitima el proyecto, por la evidencia de la corrupción y el golpe, pero tanto las pancartas del J19 como los proyectos en el Congreso para rescatarlo, evidencian que un sector marcha para sacarlo de la Diroes.
Otra fuente de discrepancia más difícil de disimular es que para muchos detrás de la protesta el adelanto electoral va junto con la asamblea constituyente, planteamiento respaldado por 69% según el IEP y con un intento y proyectos para resucitarlo en el Congreso, pero que ahuyentaría a algunos como los del grupo liberal del movimiento.
A su vez, otros activistas del colectivo creen que es vital impedir que se incluyan motivaciones de índole económica por creer que eso desnaturalizaría la protesta —como si fuera pecado reclamar por asuntos del bolsillo—, explicando, como el sociólogo Sinesio López, que los que piensan que la demanda económica de la población es importante en la protesta “debieran entender que no es el asistencialismo lo que los mueve. Es la política, estúpidos”.

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Será la política para los que tengan ingresos asegurados, que no son muchos, pero no para la gran mayoría preocupada por la pérdida de empleos y elevación de la pobreza, algo que, curiosamente, cada vez tiene menos peso en la agenda de la izquierda peruana.