Opinión

Vísperas, por Mirko Lauer

"Quizás no es tarde para sugerir que también esta vez va a ser difícil separar éxito y fracaso en términos de impacto y resultados políticos".

Lauer
Lauer

A medida que se ha ido acercando la segunda protesta contra Dina Boluarte y el Congreso, que debe iniciarse formalmente esta semana, la tentación, o necesidad, del pronóstico ha ido en aumento. Hoy que estamos casi en las vísperas del partidor hay vaticinios para todos los gustos. Lo bueno, lo malo, lo feo.

Comprensiblemente, voces de izquierda han venido anunciando que la movilización será grande, incluso enorme. Aunque es de mal gusto comparar con la vez pasada (los muertos, el vandalismo), la idea flota en el aire. La refuerza la idea de que el Gobierno/Congreso contra el que se protestó antes no ha hecho sino empeorar.

Otra base para el vaticinio optimista desde la izquierda es que la agenda de esta segunda vez es más atractiva, pues se le ha quitado el castillismo, el neoconstitucionalismo y el factor sorpresa. Esto último vuelve a la protesta más segura. Y en esa medida convocará más gente, se supone, y se prestará menos a la satanización.

Luego están quienes le pronostican poco éxito a la protesta. Aunque poco éxito no quiere decir fracaso, sino la mínima fuerza necesaria para que los dirigentes puedan seguir en sus naturales presiones y negociaciones con el poder central. Aunque poco éxito sí puede significar un nuevo ciclo de protesta luego de un plazo.

Más a la derecha hay quienes descartan incluso de plano ese poco éxito. Entre sus argumentos está que la vez pasada no se obtuvo ni uno de los pedidos. También se dice que ahora, sin sorpresa, las fuerzas del orden están mucho mejor preparadas. Aunque igual los medios y las redes están esperando noticias dramáticas.

La vez pasada hubo un impulso común a partir del shock por la caída de Pedro Castillo. Mañana la protesta se pondrá en marcha dividida, no solo en dos, sino probablemente en más parcelas políticas. Por tanto, hay pugnas, por ejemplo, la del Fenate/Movadef versus Sutep/Patria Roja, en la que Castillo fue un peón en todo momento.

Quizás no es tarde para sugerir que también esta vez va a ser difícil separar éxito y fracaso en términos de impacto y resultados políticos. Pero que la protesta se dé es en sí mismo un hecho de la máxima importancia. Más todavía si logra no desbordarse, y así desmiente a sus más severos detractores.