El valor de los seres, por Jorge Bruce
“Boluarte lanzó un ‘¿cuántos muertos más quieren?’, que admite diversas interpretaciones, pero la amenaza es la más evidente, acaso inconsciente”.

“Señor, ¿por qué los seres no son de igual valor?” Felipe Pinglo
No en balde, el célebre vals El plebeyo de Felipe Pinglo Alva fue prohibido por la dictadura del mariscal Óscar Raimundo Benavides. Razones no le faltaban al mandatario nombrado por el Congreso. En lo que hoy aparece como una canción nostálgica e inofensiva (cuya melodía se ha perdido y en apariencia se la entona con la música adaptada de un tango), anidan, para seguir en la retórica de los valses de la guardia vieja, valores subversivos para el Perú. Como por ejemplo que la vida de todos los peruanos tiene el mismo valor.
El vals fue compuesto a inicios de la década de 1930 –la fecha precisa se desconoce– y casi cien años después, se sigue cantando con emoción e inconsciencia de la poderosa verdad que está describiendo: la vida de unos pocos vale más que la de muchos.

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Esta desigualdad no es solo peruana, de más está decirlo. La crisis francesa actual, en la que un policía dispara a quemarropa a un chico de 17 años llamado Nahel, es la prueba ácida de esta universalidad. Con una diferencia esencial: el policía ha sido detenido, las fuerzas políticas se siguen pronunciando –con posiciones contrapuestas, pero nadie calla– y el Gobierno de Macron está en jaque. Y la calle está en estado de incandescencia, sin que nadie sepa cómo ni cuándo va a terminar lo que el filósofo Badiou denomina un acontecimiento.
En cambio, nosotros ignoramos hasta el número exacto de víctimas durante las protestas de diciembre a febrero. Incluso la presidenta Boluarte se ha permitido desafiar a la población, emulando el estilo ambivalente de Alan García (“¿Acaso se creen ciudadanos de primera categoría?”).
Boluarte lanzó un “¿cuántos muertos más quieren?”, que admite diversas interpretaciones, pero la amenaza es la más evidente, acaso inconsciente. Hemos pasado del discurso del perro del hortelano al de “a más calumnias, más muertos”.

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Los que no tienen mayor valor, se entiende. No son esclavos, pero tampoco ciudadanos. Estas personas son NN para la mayoría de la prensa. Una de las lecciones de la crisis como la francesa es que el anonimato facilita la deshumanización. Por eso fue tan potente identificar por su nombre de pila a Inti y Bryan. Un nombre de origen quechua y otro anglosajón: una perfecta fusión del Perú contemporáneo.
La última estrofa del vals dice así: “El plebeyo de ayer es el rebelde hoy que por doquier pregona la igualdad en el amor”.