Rusia pierde en casi todo, por Humberto Campodónico
“Por donde se le mire, Rusia no ha ganado puntos con la invasión a Ucrania (condenada como un crimen de guerra mayor por Noam Chomsky). Lo que se viene internamente puede ser decisivo para Putin”.

Todo hace suponer que la invasión de Rusia a Ucrania, ordenada por Putin, va camino a convertirse en un fiasco que puede terminar en una crisis del régimen.
Lo primero, no ha sido “un paseo ruso”. Según documentos de EE.UU, citados por Reuters (1), hasta fines de abril, Rusia tendría entre 35.000 y 43.000 soldados muertos, y entre 154.000 y 180.000 heridos. Ucrania tendría entre 15.000 y 17.000 soldados fallecidos, y entre 109.000 y 113.000 heridos. Las cifras son difíciles de creer. Es casi seguro que podrían estar “alteradas”, dice Reuters, pero dan una idea de lo que está pasando. Según la ONU, a junio del 2023, habían muerto 9.083 civiles y 15.779 personas estaban heridas, casi todas ucranianas.
Lo segundo, siempre fue el objetivo de Rusia (pos Pacto de Varsovia) evitar la entrada de Ucrania a la OTAN. En el 2014, Henry Kissinger —y, antes que él, varios lideres occidentales— dijo que el eje central de una “convivencia” con Rusia pasaba porque Ucrania no sea miembro de la OTAN y tenga algún tipo de neutralidad, al estilo de Finlandia o Austria. Pero las tentativas de incorporación no cesaron, sobre todo de EE.UU y del presidente Biden. Por ello la iniciativa invasora de Putin.
Pero, si bien Ucrania no está en la OTAN (¿aún?), la política rusa de impedir que otros no entren ha fracasado. En abril, Finlandia, con una frontera de 1.340 km con Rusia, ingresó a la OTAN. Inaudito. Y Suecia haría lo mismo, una vez levantadas las objeciones de Turquía y Hungría. Dicen los suecos que el 11 de julio, en la próxima reunión de la OTAN, ya estarán adentro.

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Lo tercero, muy importante, es que Alemania ha condenado la invasión y ha cancelado su política de cooperación, que tenía como eje el suministro de gas natural ruso a través de dos gasoductos por el mar del Norte. Perder a Alemania —el país más fuerte de Europa— no es poca cosa.
Recordemos que fue muy difícil para la excanciller Angela Merkel defender su política de cooperación con Rusia, enemiga en las dos guerras mundiales, lo que se prolongó con la existencia de dos Estados alemanes (la RFA y la RDA, pro-URSS) hasta 1990. No solo eso. La invasión ha provocado intenciones de rearme “en serio” de Alemania, lo que era una herejía por las reminiscencias del nazismo.
Las sanciones económicas a Rusia por parte de EE.UU y la Unión Europea (entre ellas, a sus principales exportaciones, petróleo y gas natural) debilitan su habilidad para financiar la guerra y apuntan a la élite económica, militar y política. Según el FMI, el PBI de Rusia cayó 2,1% en el 2022. En el 2023, la caída seguiría: -2,5% para la OCDE y -0,2% según el Banco Mundial.

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Lo cuarto se discute ahora: las implicancias del levantamiento de las tropas mercenarias del jefe Yevgueni Prigozhin, hace unos días. Las informaciones son confusas, pero parece evidente que un levantamiento de ese tipo, así como el asilo de Prigozhin en Bielorrusia sin juicio alguno en Rusia, es un fuerte perdigón bajo el ala para Putin, lo que ahora incluye el posible arresto del general Serguéi Surovikin, alto oficial del Ejército ruso.
Está en marcha una disputa por la hegemonía mundial en el siglo XXI entre China y EE.UU. China tiene que lidiar con EE.UU en varios campos, uno de ellos el tecnológico, centrado en los chips “semiconductores”, donde tienen fuerte retraso. Pero, sobre todo, en la geopolítica. Hace dos años se firmó el Tratado AUKUS entre EE.UU, el Reino Unido y Australia para construir una nueva generación de submarinos nucleares. Y las presiones sobre Taiwán están a la vista.
Para muchos, EE.UU alienta la caída de Rusia como un objetivo central de la pugna hegemónica. Es el primer palitroque; después vendría China (Biden acaba de llamar dictador a Xi Jinping). A China no le conviene una Rusia derrotada, aunque no estaba “en su cronograma” la invasión a Ucrania. Y Japón, vecino de Rusia y China, ha dejado de lado su Constitución para desarrollar las capacidades para atacar: el premier Fumio Kishida dijo que “deben estar al día con los avances en tecnología de misiles”.

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Por donde se le mire, Rusia no ha ganado puntos con la invasión a Ucrania (condenada como un crimen de guerra mayor por Noam Chomsky). Lo que se viene internamente puede ser decisivo para Putin.
