Poder sin empatía, por Maritza Espinoza
“Pero el significado de nombrar a un ministro de Salud no admite dudas: la señora está actuando, ahora, con absoluta frialdad...”.

Si amañar la elección del ministro de cualquier cartera es una tremenda irresponsabilidad para con el país, elegir a un ministro de Salud a través de contubernios y cubileteos políticos en plena crisis de dengue revela algo que muchos no quieren ver: la entraña fría y calculadora de la persona que ocupa el cargo de presidente de la República.
Porque, más allá de si la alianza con el acuñismo conviene al afán de Dina Boluarte de aferrarse con uñas y dientes al cargo, nombrar a un ministro turbio y sin competencias en salud pública pone en riesgo real a los peruanos que enfrentan una epidemia letal que parece no tener un final cercano.
Incluso hasta su cuestionable versión sobre las muertes de las protestas, que apenas si muestra empatía con las víctimas y se empecina en una insostenible tesis auto exculpatoria, podría explicarse —ojo, no justificarse— como la actitud de alguien sobrepasado por las circunstancias, sometido a influencias nefastas de su entorno y aterrado ante su futuro judicial. Digámoslo claro, alguien presa de su cobardía.
Y llevando esa lógica, digamos, benévola, un poco más lejos, hasta la infame frase “¡Cuántos muertos más quieren!” (adornada de gimoteos postizos y mal ensayados), podría tomarse como un lapsus linguae freudiano, una trampa del subconsciente que revela una furia contenida ante el repudio ciudadano. Una emoción humana al fin y al cabo.
Pero el significado de nombrar a un ministro de Salud no admite dudas: la señora está actuando, ahora, con absoluta frialdad, con cálculo político y total insensibilidad. Un psiquiatra podría incluso diagnosticar rasgos psicopatoides en alguien que ejerce el poder sin empatía y solo guiada por su propia conveniencia.
Así las cosas, doña Dina bien podría parafrasear a esa otra señora —casualmente, la que se da el lujo de darle órdenes sin haber sido elegida para nada— y decir algo así como “mientras yo me mantenga como presidente, me da lo mismo que se jodan cien o cien mil”.