Opinión

Niñez en peligro

El caso de la menor fallecida en el distrito de Independencia, en Lima, es un llamado de atención.

Editorial
Editorial

La información da cuenta de una menor de 11 años que consumió dos pastillas, aunque todavía se sigue investigando tanto el contenido como el origen dentro de un reto de TikTok que establece determinadas actividades que circulan por las redes y que pueden generar una situación que demanda la atención de autoridades, ciudadanía y la propia comunidad educativa.

Se requiere una mayor reflexión sobre los compromisos de la sociedad con esta situación que amenaza a los adolescentes y los niños peruanos. Además de los problemas de bullying y de las amenazas de violencia contra los menores, se suman ahora desafíos en las redes, que lindan con la ilegalidad.

La víctima ha participado en una competencia en la que circulan drogas y que promueve participación de menores que se movilizan para sumar a sus pares. Se requiere para lograrlo que haya poca vigilancia parental y poca información preventiva de parte de la comunidad educativa. Hay que recordar que existe una realidad paralela en redes, en las que ocurren una serie de delitos que se multiplican, y hay que educar ante esta situación.

Se trata de una niña de 11 años que ha consumido la droga para ser aceptada por el grupo. Así, niños y adolescentes se suman para ser reconocidos por su perfil y gustos similares. Es una muestra de nuevas formas de relación y compromiso.

La educación no puede apartarse de estas nuevas asociaciones que se producen en las redes sociales. Hay que adaptarse y empezar a hacerles frente porque ya no es posible abstraerse ni ser ajenos.

Por ello, los compromisos urgentes de la educación requieren esta dosis de realidad para prevenir situaciones como las ocurridas en el distrito de Independencia, en Lima. Se imponen nuevos lineamientos que contemplen las nuevas tecnologías. Ya no es un tema de resistencia, sino de adaptación.

Este caso de la menor fallecida ha remecido conciencias y nos coloca ante nuevas amenazas. No se trata de buscar responsabilidades individuales, sino de mirar cómo evitar que estas redes de jóvenes sigan creciendo y jugando con la vida y la salud. Es un tema parental, de la educación y de la sociedad. Se requiere un compromiso general para evitar que vuelva a ocurrir. Hay que lamentar y reparar.