Registros del zafarrancho democrático, por Augusto Álvarez Rodrich
El estado de la democracia en el Perú y en todo el mundo.

Más que sorprenderse por la bajada del Perú en el Índice de Democracia (ID) de The Economist, debería sorprender el desconocimiento en el país por una tendencia que ya es bastante antigua.
El ID es una encuesta sobre el estado de la democracia en 167 países en base a cinco medidas con puntuación máxima de 10: proceso electoral y pluralismo; funcionamiento del gobierno; participación política; cultura política democrática; y libertades civiles.
Noruega es, con 9.81, el país más democrático, seguido de Nueva Zelanda (9.61), Islandia (9.52), Suecia (9.39) y Finlandia (9.29). El peor es Afganistán (0.32), seguido por Myanmar (0.74), Corea del Norte (1.08) y Siria (1.43).
Estados Unidos tiene el puesto 30 (7.85), China el 156 (1.94) y Rusia el 146 (2.28). En América, el más democrático es el gran Uruguay (puesto 11 con 8.91) y el peor Venezuela (147 con 2.23).
Según el ID, la democracia mundial se ha estado deteriorando desde 2016, pero el declive se detuvo en 2022 con una puntuación global de 5.29 sobre 10. Casi la mitad (45.3%) de la población mundial vive en algún tipo de democracia y más de un tercio (36.9%) lo hace en regímenes autoritarios.
El Perú registró una caída en el último año y hoy está en el puesto 75 con 5.92, calificando como ‘régimen híbrido’ en vez de democrático. Pero eso, precisa The Economist, no es responsabilidad de Boluarte, sino del gobierno de Pedro Castillo y su golpe fallido.
Aun así, el Perú está mejor que México (89 con 5.25) y Bolivia (100 con 4.51) y no lejos de Colombia (53 con 6.72), cuyos presidentes se creen demócratas y defienden al golpista de Sarratea.
Para quienes siguen el Barómetro de las Américas desde hace años, todo esto no es novedad: la satisfacción de los peruanos con la democracia cayó entre 2012 y diciembre 2022 de 52% a 17%, ubicando al Perú a la cola de la región, solo mejor que Honduras y Haití.
En todo este zafarrancho hay interpretaciones variadas. Castillistas como Sinesio López ven en las protestas la señal de que “el Perú está viviendo el más vasto y plural movimiento democratizador de la historia republicana”, siendo mucho más correcta la interpretación de Alberto Vergara: “Vivimos en una democracia sin demócratas”.