Los otros protestantes, por Mirko Lauer
"Si el nuevo uso de la palabra persiste, es casi imposible que la diferencia religiosa no se termine infiltrando en el sentido político, en un país donde 76% se declara católico".

Demoró en llegar, y su uso ha empezado con timidez. Pero protestante cae demasiado a pelo como para no referirlo a las circunstancias peruanas actuales. Lo que frena el empleo, claro, es la proximidad con el sentido derivado de la religión. Seguro que hay algunos evangélicos entre quienes protestan hoy en el Perú, pero ese no es el caso.
Son llamados protestantes porque protestan contra el gobierno. También porque las demás palabras para definir a quienes protestan no son tan convincentes. Opositores es demasiado blandengue. Vándalos es injusto con la mayoría de los participantes. Marchantes cubre las marchas, pero no los bloqueos o los asaltos a locales.
La palabra ya entró a la política local vía el periodismo, aunque su otro significado, acuñado en el siglo XVI, todavía pesa demasiado como para no incomodar. El uso político es poco frecuente, lo cual le da un sabor a neologismo, y de paso también a atajo, para no tener que dar muchas explicaciones.
Pues las protestas de estas semanas hasta aquí no se han resuelto en un único tipo de movilización, sino en marchas, mítines, bloqueos, tomas de locales, manifiestos, y otras formas de expresar descontento, la definición del conjunto en una sola palabra no es sencilla, y mucho menos objetiva. Protestante no va a resolver ese problema.
Si el nuevo uso de la palabra persiste, es casi imposible que la diferencia religiosa no se termine infiltrando en el sentido político, en un país donde 76% se declara católico. Además en el propio ámbito religioso protestante carga un cierto retintín negativo, y evangélico es sentido como una palabra más respetuosa de la diferencia.
En el ámbito político protestante es exacto, en el sentido de literal, pero no cuenta realmente la historia. No es 100% respetuoso porque no entra en diferencias y particularidades importantes para sus protagonistas. En el terreno psicológico llamarlos protestantes es colocarlos automáticamente fuera de la religión mayoritaria.
Este es un terreno en el que no cabe hacer recomendaciones, pues en temas de palabras, y sobre todo de las nuevas o novedosas, cada uno elige lo que más le conviene o le gusta. Nadie espera que, con éxito o sin él, esta protesta dure mucho tiempo. No tendría sentido, pues, buscar una definición duradera.