Inflación, el revés de la trama
“Hay aspectos detrás de la inflación poco discutidos y no por ello menos importantes, con implicancias directas en el bienestar de las familias, como es el caso de la evolución de los precios de alimentos”.

Por Kurt Burneo. Profesor Centrum PUCP.
Un asunto de interés económico —por fuera del correspondiente al de la evolución de la actividad económica o las pérdidas estimadas por los bloqueos de carreteras, según el MEF, del 8 de diciembre al 23 de enero, en S/2.850 millones— es, qué duda cabe, la continua elevación de los precios al consumidor, esto es una inflación creciente. En diciembre de 2022, la inflación aumentó un 0,79%, cifra superior a la de noviembre (0,52%), y de allí que la inflación del Perú alcanzara en el 2022 un 8,46%, la tasa más alta en 26 años. Pero ¿qué asuntos relevantes están detrás de este número agregado?
La inflación 8,46% al 2022 fue más del doble que el tope del rango meta anual de 3% determinado por el Banco Central de Reserva (BCR). Recuérdese que el establecimiento de un rango inflacionario y una tasa inflacionaria meta de 2%, en el caso de esta última, se constituye en una especie de ancla para las expectativas de los agentes económicos, siempre y cuando los anuncios del BCRP tengan credibilidad. El caso es que la inflación ha sido creciente en los últimos años: 1,97% en el 2020, 6,43% en el 2021 y 8,46% en el 2022.

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En esta tendencia ha tenido mucho que ver los aumentos de precios de insumos importados, como la soya, petróleo, trigo, urea, fletes marítimos, etc., factores que en un esquema de concentradas estructuras de mercado, como las que existen en el Perú, no hay mucha ciencia que aplicar, para señalar que, con más facilidad, los mayores costos de estos insumos se trasladan a precios finales.
Además, dados los salarios nominales y la demanda, la alta inflación reduce el poder adquisitivo de estos y el consumo privado también, afectándose adversamente el crecimiento económico en el corto plazo. Pero hay aspectos detrás de la inflación poco discutidos y no por ello menos importantes, con implicancias directas en el bienestar de las familias, como es el caso de la evolución de los precios de alimentos.
Recordemos que el cálculo de la inflación resulta de la evolución del Índice de Precios al Consumidor (IPC), índice basado en una canasta promedio de consumo con componentes ponderados, y de allí surge un asunto central: los cambios en los precios relativos al interior de esta canasta. Por ejemplo, en los 3 últimos años, sistemáticamente, el gran grupo alimentos y bebidas aumentó en 2,34,7,97 y 12,64% frente a tasas de inflación anuales de 1,97, 6,43 y 8,46%, respectivamente.
La teoría económica nos dice que los agentes económicos toman decisiones en cuanto a sustitución de un bien por otro, en base a cambios en precios relativos, pero también sabemos que cuanto más genérica sea la definición conceptual, como es el caso de alimentos y bebidas, no obstante aumentos de precios mayores al promedio, el efecto sustitución sería marginal y, más bien, mirando a nivel socioeconómico del estrato C hacia abajo, lo que se observa es la reducción del número de meriendas de 3 a 2 diarias.
Y siguiendo con el tema inflación, estando bajo la responsabilidad del BCRP al subir sistemáticamente su tasa de referencia estando hoy en 7,75%—, encarece el crédito y aplaza una indispensable reactivación económica, indispensable porque de ella depende el aumento en la demanda de empleo, variable fundamental a considerar, sobre todo en estos tiempos críticos en nuestro país. Al final, los efectos y correctivos de la inflación deberían ser evaluados al formularse la política pública.
