Palabras para Rafael
“Siempre tenía un ángulo insospechado (...), Rafael fue un creador de contextos, artífice de acuerdos, un pensador vanguardista para este país”.

Por: Adriana Urrutia, presidenta de Transparencia
Mientras escribo estas líneas, en la plaza de armas de Chota se inicia el debate convocado por los candidatos a la presidencia. El candidato Castillo habla de sus conversaciones con el embajador de Rusia y asegura la garantía de 20 millones de vacunas para el segundo semestre del año. La candidata Fujimori habla de la indiferencia del Estado. En un sábado cualquiera hubiera recibido un Whatsapp con la columna semanal de mi amigo Rafael Roncagliolo. Pero no llegó ese mensaje. Este sábado no puedo preguntarle si es viable ese intercambio entre países, si esas soluciones son pertinentes.
Primero de mayo, día del trabajo, de los trabajadores, fecha simbólica para pensar el vínculo entre élites y masas, entre representantes y representados, el poder de la acción colectiva. Pero los símbolos siempre se tienen que replantear y eso me lo enseñaste, Rafael. La necesidad de siempre hacer nuevos gestos que adquieran un significado político.
El primer recuerdo reciente que tengo de Rafael es de sus apariciones públicas como canciller. Me parecía siempre un buen hombre. Un canciller que sobresalía. El segundo recuerdo es el de la Asamblea de Asociados donde nos incorporamos un grupo de gente nueva a la Asociación Civil que él fundó. En ese momento no era consciente de su hazaña y simplemente atiné a decirle “Buenas noches, ministro”, aunque ya no lo fuera. Él me respondió con una sonrisa, y recuerdo sus ojos animados, siempre brillantes, de niño con fe. Y los recuerdos posteriores que guardo son de una serie de llamadas telefónicas que sostuvimos entre junio del año pasado hasta el sábado pasado. Nos hicimos amigos.
Rafael veía las cosas de un modo distinto. “Hay que pronunciarse”, repetía en nuestras primeras conversaciones, defendiendo la necesidad de decir las cosas públicamente. “Eso está muy bien”, también decía o “Eso es muy importante, muy importante”, recuerdo su voz haciendo énfasis en las acciones y en los tiempos: “Hay que esperar”. Siempre tenía un ángulo insospechado, hacía aparecer a un actor que pocos veían en el análisis y ponderaba la coyuntura en perspectiva histórica, recordando el lugar de la política y las formas de la política. Rafael fue un creador de contextos, artífice de acuerdos, un pensador vanguardista para este país.
He hablado en tercera persona pero quisiera que estas palabras te lleguen, Rafo. Y que mis preguntas me las vayas respondiendo con señales. ¿Cómo se te ocurrió tomar acción para defender algo tan abstracto como la democracia? ¿Cómo convenciste a las personas que valía la pena? ¿Cómo fuiste generando confianza en la sociedad entregándole al Perú información electoral? ¿Cómo, Rafael, convenciste que era posible dialogar a pesar de las diferencias? ¿Cómo hiciste para convencer que los jóvenes, las mujeres, ciudadanos de todo el país tienen un lugar en la política?
Porque hoy todo eso aparece tan difícil de lograr. Pero también que todo por aquello por lo que luchaste es neurálgico para pensar siempre el futuro del país. Que los desafíos que percibiste son los que seguiremos enfrentando. Quiero decirte, Rafo, que la neutralidad, sinónimo de pluralismo, que la diferencia respetuosa, sinónimo de encuentro, todo eso que promoviste, aún hoy y mañana, seguirá siendo de vanguardia.
Rafael, estamos quizás por perder la democracia, pero la defenderemos. Nos has marcado la senda con transparencia y acción. Honraremos tu legado de fundador. Defenderemos con tu vehemencia la necesidad de tener una idea compartida de país. Un país que puede compartir con el mundo, la urgente necesidad de ser mejor.
Chau, amigo, te veré en el país de los sueños compartidos.